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Índice de documentos presentados sobre el Dr. Fernando Altamirano

martes, 17 de septiembre de 2019

28 de marzo de 1901. Discurso «A la memoria del profesor Don Alfonso Herrera».

28 de marzo de 1901. El Dr. Fernando Altamirano compuso este discurso «a la memoria del profesor Don Alfonso Herrera», que presentó en la velada en honor y memoria del profesor, farmacéutico y naturalista, Don Alfonso Herrera Fernández (1838-1901), que se llevó a cabo en el local de la Cámara de Diputados el jueves 28 de marzo de 1901, a las 8 p.m.  En su discurso, el Dr. Altamirano expresó con entusiasmo:

«¡Oh querido amigo! ¡oh ilustre profesor! a ti debo haber recibido en los albores de mi carrera los primeros estímulos para el estudio de la flora del país. Tu ejemplo y tu palabra producían en todos los que te escuchábamos las más gratas impresiones, y los más fervientes deseos de realizar tus consejos. Jamás olvidaremos, cuando lleno de fe y entusiasmo nos comunicabas lo que podría explotarse de nuestros productos naturales, y nos representabas con un lenguaje poético y sencillo la grandiosidad de nuestros bosques, la esplendidez de nuestra flora, y nos hacías conocer prácticamente los productos forestales que remitían tus amigos de lejanos puntos de la República. A ellos enseñabas también, dándoles consejos sobre explotaciones o descubriéndoles el misterio de lo desconocido».

Este discurso sería publicado de manera completa en el periódico La Farmacia, Tomo X, Número 3 (curiosamente con fecha del 15 de marzo de 1901).

Fuente: Altamirano, Fernando. 1901. A la memoria del profesor Don Alfonso Herrera. La Farmacia, Tomo X, Número 3 . p. 113-120.


A LA MEMORIA 

DEL SR. PROFESOR 

DON ALFONSO HERRERA

SR. MINISTRO: 
SENORES Y SENORAS: 

Prestadme vuestra benévola atención. Permitidme que venga a ocupar este puesto de honor que pertenece a los campeones de la literatura. Ellos sí describirían la vida científica de nuestro sabio con expresión galana y estilo correcto. A ellos sería dado presentaros en hermoso cuadro quién fue el sentido profesor cuya memoria venimos a honrar esta noche. 

Sin pretensiones pues por mi parte, vengo a cumplir el honroso cometido que me confirieran los señores delegados de las agrupaciones científicas a que perteneció el Sr. Herrera. Me impulsa también la veneración que tengo por ese apóstol de las ciencias naturales, y mis sentimientos de gratitud para el amigo afable, para el hombre virtuoso, para el que fue mi maestro. Sí, mi maestro he dicho, y en efecto lo fue; mas no como alumno de farmacia sino como su preparador en la cátedra de drogas de la Escuela Nacional de Medicina. Principiaba mi carrera cuando fui honrado con el nombramiento de ese puesto, y desde entonces tuve la satisfacción de escucharlo en cátedra, de recibir sus consejos, de cultivar su amistad, y de acompañarle en sus excursiones botánicas por nuestros campos cubiertos de flores. 

Muchos como yo tienen estos sentimientos de cariño y admiración por el Sr. Herrera; por eso también muchos le han consagrado ya sus recuerdos en páginas bien escritas. Unos han publicado su biografía; otros han recordado sus virtudes filantrópicas; otros lo han comparado a los sabios de la Grecia que enseñaban con su palabra, con su ejemplo, y sus virtudes; otros en fin han hecho notar su influencia en la enseñanza de las ciencias naturales y en la instalación y progresos de la Escuela Nacional Preparatoria. 

¡Después de estas bellas y sentidas producciones, qué me quedaría que comunicar a tan selecta concurrencia en honor de nuestro sabio compatriota?... Para imaginaciones fecundas mucho habría y les dejo esta grata tarea, pero para mí, permitid que me concrete à hablar de él como maestro que fue de historia natural médica y como profesor de farmacia. Bastará para ello que os refiera algunos rasgos de su vida de enseñanza, y os dé a conocer dos obras principales que ocuparon casi toda su vida laboriosa. Una de ellas se refiere a las Drogas Medicinales, especialmente las de nuestro país; y la otra a la Farmacopea Mexicana, ese código medicamentario que editó tres veces y que ha regido como treinta años la marcha de nuestras farmacias. 

Con respecto a la primera no tuvo tiempo de darla a luz porque, según yo, no pudo vencer dos grandes obstáculos que se oponían a ello: su modestia y su rectitud científica. No quería publicarla por sólo tener la vana satisfacción de figurar en las librerías; ni quería tampoco, consignar en ella copias de otros autores o sus trabajos originales incompletos aún. Así es que, no obstante que año por año acumulaba materiales nuevos, perfeccionaba lo reunido, recargaba su memoria de tantos descubrimientos y adelantos en las ciencias naturales, no llegaba sin embargo al complemento de su tarea. Y este nuevo cúmulo venía a dificultar, más bien que a facilitar la publicación de su obra. Tenía, pues, que limitarse a transmitir sus conocimientos de viva voz en las cátedras que desempeñaba. Sus discípulos eran los únicos que se aprovechaban de aquellas sabias lecciones. Uno que otro las conservaba en apuntes, los más, las llevaban grabadas en su memoria para recordarlas después útilmente en las cuestiones comprometidas de su profesión, o transmitirlas entusiastas a sus amigos o discípulos. 

Alfonso Herrera constituía así un manantial de instrucción; brotaba de él una corriente de ciencia fecunda que fertilizaba los campos de la juventud farmacéutica. Era él, como bien lo comparó uno de sus inteligentes admiradores, el verdadero sabio griego en el sentido técnico de la palabra. que enseñaba con sus discursos y con su ejemplo. Así fue en efecto, a mí me consta, y me consta, y me es grato repetirlo para trasmitir de esta manera su memoria a las nuevas generaciones como un título de honra merecida. 

¡Oh querido amigo! ¡oh ilustre profesor! a ti debo haber recibido en los albores de mi carrera los primeros estímulos para el estudio de la flora del país. Tu ejemplo y tu palabra producían en todos los que te escuchábamos las más gratas impresiones, y los más fervientes deseos de realizar tus consejos. Jamás olvidaremos, cuando lleno de fe y entusiasmo nos comunicabas lo que podría explotarse de nuestros productos naturales, y nos representabas con un lenguaje poético y sencillo la grandiosidad de nuestros bosques, la esplendidez de nuestra flora, y nos hacías conocer prácticamente los productos forestales que remitían tus amigos de lejanos puntos de la República, A ellos enseñabas también, dándoles consejos sobre explotaciones o descubriéndoles el misterio de lo desconocido. He aquí al verdadero maestro: su enseñanza se desbordaba de los recintos augustos de la cátedra para ir à penetrar hasta los rincones apartados del país iluminando así el camino de los industriales y abriéndoles nuevos horizontes.

Pero hay más todavía, a él se debe el mayor número d tesis profesionales si no todas, que se han ocupado de plantas mexicanas. Cada año inspiraba a sus discípulos, y aun a los que no lo eran, asuntos para desarrollarlas; les ayudaba personalmente en sus labores, los llevaba a los campos al jardín botánico de Palacio, les animaba con su presencia les complacía con la afabilidad de su trato, y les inspiraba en fin, con su exacta asistencia a la clase, su perseverancia en el estudio y sus rectas resoluciones científicas, el noble sentimiento al cumplimiento del deber. 

A su vez los discípulos, con esa mirada escrutadora propia de ellos, penetraban al través de aquella espléndida vestidura de ciencia que cubría al maestro, y encontraban entonces un corazón lleno de sentimientos nobles, un virtuoso filántropo y un padre de familia que hacia la felicidad del hogar que era el esposo fiel y amoroso y el autor de una prole obediente y cariñosa que fue su alegría y la corona de su vejez. 

He aquí al buen ciudadano, al buen amigo, al verdadero sabio, al excelente maestro, cuya muerte deploramos. Su voz no la volveremos a escuchar, pero su ejemplo quedará viviente y sus consejos los encontraremos en la obra que tengo el placer de presentaros. 

Está formada con las lecciones orales que daba en la cátedra de drogas. Los apuntes fueron recogidos por el Sr Troncoso, alumno entonces, y por el que habla, en los años de 1877 a 1879. Las he recopilado todas en un tomo, según el plan de la historia natural de las drogas simples por Guibourt, que era la obra de texto. 

Encierra las descripciones de las drogas provenidas de los tres reinos: mineral, vegetal y animal. Se procuró escribir lo principal de las drogas extranjeras, especialmente los caracteres de diagnosis, los fraudes de que son objeto, y el medio de descubrirlos; y a continuación, lo relativo a las drogas del país. Se ha consignado de ellas la clasificación botánica de muchas, su lugar de origen, sus caracteres y medios de reconocerlas, las explotaciones de que son susceptibles, y en fin, otros muchos datos instructivos. 

Los productos dados por cada reino están ordenados por familias según el método natural, y al fin de cada una de ellas se agregó lo relativo a nuestro país. 

No deberá sorprendernos, que tomadas estas lecciones hace más de veinte años, se recientan un tanto de las clasificaciones anticuadas, dudosas o erróneas tal como se iban recogiendo en aquella época. Igualmente encontraremos que hay mucho nuevo que agregarles, pero que cualesquiera que sean sus defectos, serán siempre para nosotros un precioso legado de nuestro sabio profesor, y que con él le formaremos una corona científica que perpetúe su memoria. 

Forman ya la base para una nueva obra que podría ser escrita por una comisión, reuniendo todas las notas esparcidas entre los discípulos del Sr. Herrera, todos los apuntamientos que hubiere dejado a su familia o a sus amigos, y los numerosos trabajos que publicó en los periódicos científicos. Esta obra, redactada convenientemente y publicada bajo los auspicios de las sabias agrupaciones que hoy se reúnen aquí, sería el mejor homenaje a la memoria del que fue su miembro esclarecido. 

Él trabajó para todas esas corporaciones. En cada una de ellas se conservan producciones suyas y gratos recuerdos. Por eso todas vienen ante la imagen del sabio maestro a depositar una corona como ofrenda de su cariño. 

Yo bien quisiera enumerar lo que hizo para cada agrupación y todos los trabajos científicos que dio á luz, pero esta ardua tarea no podría haberla cumplido en el tiempo seña. lado para presentar esta Memoria, y por eso me he concretado a referir lo que ha pasado ante mis ojos y no se ha publicado por otra persona. Es un contingente que traigo para el monumento literario que la posteridad sabrá formarle al naturalista insigne. La otra obra de que se ocupó el Sr. Herrera con rara asiduidad y con gran beneplácito de sus comprofesores de farmacia, fue la nueva farmacopea mexicana, de la que han salido a luz tres ediciones. 

Figura el nombre del Sr. Herrera desde la primera edición publicada en 1874, siendo miembro de la comisión que presidia el Sr. D. Leopoldo Rio de la Loza. 

El Sr. Herrera se ocupa de la parte relativa a los productos naturales, pero no sólo dedicaba su tiempo a ese estudio, sino muy especialmente contribuía a llevar a feliz término la conclusión de la obra. ¿Cuántos sinsabores le causó este libro? ¿Cuántas decepciones y cuántos trabajos para lograr la impresión? 

Mas debido a su empeño y fuerza de voluntad llegaba a dotar periódicamente a nuestras farmacias de su indispensable código. 

Ciertamente que este libro representa los trabajos de una Comisión y los laudables esfuerzos de la Sociedad Farmacéutica para publicarlo, pero también es cierto que uno de Jos miembros más activos y eficaces para ello fue el profesor Herrera. 

No es mi objeto ahora analizar esta obra, pero si debo decir que debido a ella se produjo una verdadera revolución farmacéutica que dio origen a la independencia científica de nuestras farmacias. Sus procedimientos y fórmulas quedaron separadas de las antiguas farmacopeas españolas que habían regido en su mayoría hasta mediados del siglo pasado. No habían sido suficientes los esfuerzos de Mociño y de Cervantes, de Cal y de otros, desde el principio del siglo XIX, para quitar de las farmacias formulas anticuadas de nuestros conquistadores, para introducir sucedáneos apropiados que hubieran sufrido el examen de la ciencia para extirpar, en fin, tantas vulgaridades con que se explotaba la credulidad de nuestro pueblo. No, jamás se les oía y no se admitía un código que prescribiera los cambios que debían hacerse sino hasta que a pareció la nueva farmacopea mexicana. 

Dignos son, pues, de aplauso, los hombres que formaron este libro. Ha sido debidamente apreciado por las comisiones de farmacopeas de los Estados Unidos y de otros países. He visto las felicitaciones que recibió el Sr. Herrera alabando el orden en que se habían colocado las materias y manifestándole su beneplácito por la sección dedicada a las drogas del país. He visto también en un informe de los Estados Unidos, que en América, hasta el año de 1883 no más la República Americana y la de México, tenían farmacopea propia, pues que casi todas las otras Naciones Americanas se reglan por farmacopeas extranjeras o formularios diversos. 

Con lo dicho se puede comprender el mérito que cabe al Sr. Herrera en la participación que ha tenido para que se publique la Farmacopea Mexicana. Desgraciadamente es un libro de los que no llaman la atención del público. Es como un objeto de los de primera necesidad que, si siempre preocupa el conseguirlo, no interesa quien lo haya descubierto o analizado. Si agrada al consumidor compra el efecto y lo alaba sin dirigir jamás un recuerdo al que lo preparó. 

Los autores de la Farmacopea han quedado así olvidados del público, pero nosotros no debemos hacer lo mismo, y esta es la oportunidad para hacer resaltar los méritos de aquellos que han sido arrebatados por la muerte. Debemos darlos a conocer a la sociedad, en general inteligente y transmitir su memoria como acreedores que son a la gratitud pública. 

Tócale hoy especialmente al Sr. Herrera este recuerdo. Su vida la pasó tranquilamente alejado del ruido humano, de la política y de las ambiciones del oro. Desde muy joven adquirió el título de farmacéutico y se consagró al ejercicio de su profesión. Estuvo al frente de la Botica del Hospital de Jesús, donde tuvo oportunidad de conocer multitud de productos naturales que le traían sus clientes de fuera de la Capital. Amigo íntimo del profesor Mendoza, que cultivaba la química con especialidad, le ayudaba en los análisis; y además estimado predilectamente del Sr. D. Leopoldo Río de la Loza, lo estimulaba y le impartía su protección para que cultivara las ciencias naturales. Sus conocimientos especiales lo llevaron bien pronto a ocupar un puesto en la Escuela N. de Medicina, donde fundó la cátedra de Historia Natural de las drogas simples. Sus méritos se realzaban más y más por su modestia y su desinterés y toda su ambición era proseguir y ensanchar los problemas de la ciencia de las drogas del país. Sus conocimientos se ensanchaban más y más, y conocedor a la vez de la farmacia, de la química, de las ciencias naturales, de la fisiología y aun de la medicina y de las necesidades de nuestro país, reunía en una fecunda síntesis, como se ha dicho del eminente Guibourt, todos los conocimientos necesarios para la enseñanza de la materia médica. 

Los sabios se encargarán de apreciar sus obras y de rendirle el homenaje que le sea debido, A sus amigos y admiradores nos toca ahora descubrir los tesoros encerrados en aquella alma virtuosa y a la Sociedad formada a cuya iniciativa debe esta solemne conmemoración, les tocará la dulce satisfacción de haber cumplido con un deber, y de haber dado a la juventud un precioso ejemplo de que la sociedad honra y respeta la memoria de un sabio y que ha venido a colocar flores perennes sobre su tumba. 

México, Marzo 28 de 190I. 

F. ALTAMIRANO.













martes, 10 de septiembre de 2019

Mayo de 1897. El Zapote Blanco.

Mayo de 1897. El artículo «El Zapote Blanco», fue publicado en los Anales del Instituto Médico Nacional, y en este participaron diversos profesores del Instituto Médico Nacional, entre ellos, su director, el Dr. Fernando Altamirano.

En la investigación se encontró un nuevo glucósido, que fue llamado casimirosa y se le consideró el principio más importante de las semillas de esta planta. El estudio incluyó además las aplicaciones terapéuticas del extracto de zapote blanco, del que se indicó su preparación, luego de las cuales se hicieron las siguientes observaciones: «1°. Que su acción es igual a la de otros hipnóticos en los casos de insomnio por excitación cerebral o por abuso de las bebidas alcohólicas. 2°. Que más bien favorece el sueño, que provocarlo. 3°. Que produce un sueño tranquilo y reparador que se parece al normal. 4°. No produce pesadillas ni al despertar ese estado nauseoso y desagradable ni esa cefalalgia que se nota con algunos otros hipnóticos. 5°. Fuera de la acción hipnótica, no se observa con él, a la dosis de 60 o 70 centigramos, ninguna otra acción fisiológica o tóxica, aun prolongando la dosis durante muchos días». (Fuente: Anales del Instituto Médico Nacional, 1897. Tomo III. p. 108-122).

Aunque la investigación sobre el zapote blanco continuó en el Instituto, la prensa nacional e internacional informó rápidamente sobre estos hallazgos, como se ve en los siguientes enlaces:

2 de julio de 1897. El Independiente, de Nuevo México. -Descubrimiento importante-

8 de julio de 1897. The Mexican Herald. -A new narcotic. Discovery due to de Mexican Medical Institute-

10 de julio de 1897. Cape Girardeau Democrat de Cape Girardeau Missouri. -Harmless Narcotic-

13 de agosto de 1897. The Mexican Herald. -New Narcotic. A discovery reflecting credit on a mexican physician-

17 de agosto de 1897. Marietta Daily Leader, de Marietta, Ohio. -A Harmless Narcotic-

6 de septiembre de 1897. The New York Times -A New Narcotic-

8 de noviembre de 1897. The Mexican Heral. _New Anaesthetic-

29 de diciembre de 1897. El Imparcial. -Otras aplicaciones-

30 de diciembre de 1897. The Mexican Herald. Más sobre el zapote blanco.


EL ZAPOTE BLANCO 

Casimiroa edulis. — Rutáceas. 

(El presente artículo es contingente para el próximo volumen de la Materia Médica que publicará 
el Instituto; pero lo damos a la estampa en nuestros «Anales» porque constantemente son 
solicitados los preparados del zapote, por los médicos, para emplearlos como hipnóticos. Este
artículo concentra los datos necesarios para la aplicación científica del zapote).

Historia.— 

Jiménez, el traductor de Hernández, al ocuparse de esta planta se expresa en estos términos: «La corteza del árbol es seca y un poco dulce, no sin algún amargor, las hojas mojadas y puestas sobre los pezones de las tetas de la mujer que cría, cura las cámaras de los niños que las maman. Los huesos quemados y hechos polvos curan las llagas podridas comiendo toda la carne mala y limpiando la llaga, engendrando buena carne y encarnándola con admirable presteza; la fruta comida provoca sueño y de aquí le 
vino el nombre al árbol». 

El Padre Bernabé Cobo, en su Historia del Nuevo Mundo, en el capitulo relativo a los zapotes, dice del blanco que «tiene la carne muy blanca y tierna, y aunque es de buen comer, no es tan sano mantenimiento como los otros zapotes y provoca a sueño a quien lo come. La pepita es casi como una nuez, y comida es veneno mortífero; pero quemada y hecha polvos, cura las llagas podridas». 

La Farmacopea Mexicana en su 3a. edición, página 165, se limita a decir que las partes usuales del zapote son los frutos como antihelmínticos y la almendra como vulneraria. 

El Sr. José Sánchez, al sustentar su examen general de Farmacia, en el año de 1893, presentó una memoria titulada: «Breve estudio sobre la almendra del fruto del zapote blanco». Esta memoria está dividida en tres partes: la primera contiene algunos datos históricos, la segunda es la descripción copiada y la clasificación de la planta, y la tercera está consagrada al estudio químico, habiendo logrado el autor separar por medio de los disolventes las substancias siguientes: resina soluble en el éter, resina insoluble en el éter, aceite esencial, un cuerpo cristalizado con las reacciones generales de los alcaloides, materia grasa, goma, glucosa y fécula; y entre las substancias minerales, fierro, potasa, sosa, sílice y ácido carbónico. 

Como se ve por los datos anteriores desde que Hernández dio a conocer la acción hipnótica del zapote blanco descubierta por los mexicanos, hasta la fecha, ninguna persona se había ocupado de ratificar aquella propiedad tan importante; al Instituto le corresponde ese mérito, como se verá en los datos 
recopilados a continuación. 

Botánica. — 

Casimiroa edulis, La Llave y Lexarza, Nov. Veg. Descr. II, p. 2; Seeman, Bot. Voy. "Herald," p. 273, t. 51 y 52. 

Sinonimia científica: Zanthoxylon araliaceum, Turcz. 

Sinonimia vulgar: Cochiztzapotl Istactzapotl, en mexicano. 

Árbol de poca elevación, ramoso, inerme; hojas alternas digitadas, 5-7 folioladas, foliólos aovados ó aovado-oblongos, enterisimos ó ligeramente dentados, pubescentes por debajo asi como los peciolos y peciolitos; flores hermafroditas ó muy raras veces unisexuales, verdosas, inflorescencias en racimos 
cortos, axilares ó terminales, cáliz pequeño 5-fido, imbricado, corola 5-pétala, pétalos extendidos, oblongos, valvados, en el ápice doblados; estambres 5, filamentos alesnados, insertos en la base del disco, anteras dorsifijas, cordiformes, ovario aovado, lampiño, colocado sobre el disco, 5-lobado, 5-locular; estigma sésil, 5-partido; óvulos solitarios, axilares; baya subglobosa pomiforme, pulpa blanca, sápida; huecitos crustáceos; semillas oblongas, exalbuminadas, l|ilo alargado, ventral, testa subcorriosa, cotiledones amigdalinos, radícula corta. — Florece en enero y febrero. — Vegeta en multitud de lugares templados y se halla muy esparcido por el cultivo. Se encuentra en el Valle de México, cultivado. 

Observaciones. — Esta planta, por lo extenso de su área geográfica, presenta algunas variaciones en la forma y dimensiones de los foliólos de las hojas. En Junio de 1896 el Dr. José Ramírez dio a conocer una nueva especie de Casimiroa, la pubescens, que es conocida con el nombre vulgar de zapote 
de rata. En el Instituto se ha creído que tiene propiedades semejantes a las de la edulis

Descripción de la droga. — 

Semillas secas. — Forma ovoidea con dos caras más ó menos marcadas; de 3 a 6 centímetros de largo, por 2 1/2 a 3 de espesor en su parte media; con una cresta delgada muy marcada, que corresponde al funículo, y de la que nacen fibras curvas hacia la parte opuesta, que es arredondada y tiene un rafe bien marcado. Epispermo de color blanco más ó menos amarillento, lustroso cuando está seco; apergaminado, ligero y correoso. Su cara interior es lisa y muy brillante. Almendra muy retraída sobre sí, por lo que se desaloja libremente dentro del epispermo, con multitud de pliegues irregulares debidos a la desecación; de consistencia cerosa, de forma ovalada muy comprimida, representando algo la forma de dicho epispermo. Su sección presenta, por esta razón, una superficie triangular. La parte más delgada correspondiente al vértice de este triángulo lleva los restos fibrosos del funículo; en el centro de este triángulo se nota mejor que en el exterior de la almendra, la juntura de los cotiledones, marcada por una línea dirigida del vértice a la base. Con cierto esfuerzo se logran separar los cotiledones, cuando no se ha endurecido la almendra, porque si la desecación ha llegado a producir la consistencia leñosa, no se consigue ya la separación de los cotiledones y ni aun se percibe la juntura. 

El endospermo es muy delgado, aparece como un barniz rojizo, lustroso, cubriendo toda la almendra. 

Cotiledones muy blancos de consistencia cerosa ó leñosa, inodoros, de sabor algo dulce y amargo. La superficie de sección blanca, harinosa sin grasa. 

Examen microscópico. — En un corte de los cotiledones se nota que están constituidos por un parénquima delicado, cuyas células encierran abundante almidón. En el epispermo hay abundantes tráqueas, y en la masa misma de los cotiledones hay varios hacecillos vasculares. Las semillas frescas se alteran fácilmente porque duran mucho tiempo húmedas, lo que facilita sean invadidas por los hongos. Cuando están secas, son atacadas también por insectos que van buscando la fécula. 

Las almendras quedan mejor conservadas desecando las semillas con el epispermo que privándolas de él. Tampoco es bueno dividir las semillas con el fin de apresurar la desecación, entonces son invadidas más pronto y más fuertemente por los hongos. 

Hojas. — Foliolos aovado-elípticos acuminados, de 12 a 15 centímetros de largo y de 2 a 6 de ancho en la parte media, coriáceas, lustrosas, lampiñas y con numerosos puntos glandulosos diseminados en la superficie, más perceptibles por transparencia. Bordes ondulados y dentados, sobre todo hacia la 
extremidad. Cara superior más brillante y de un verde más obscuro que la inferior, peninervada, reticulada, venosa, nervaduras algo prominentes en la cara inferior, sobre todo la de enmedio. Sin olor y sin sabor especial. 

Examen microscópico del polvo fino en una solución de potasa. — Como especial a esta hoja se ven cristales prismáticos numerosos en las nervaduras. Grandes células nadando en el líquido potásico, transparentes, sin contenido, comprimidas, como las de una mucosa de la boca humana. Parece que provienen de las glándulas, pues los puntos transparentes desaparecen de la hoja con la acción de la potasa. 

Estudio químico de las semillas del zapote blanco. — 

Las semillas del zapote blanco, privadas de su perispermo y bien secas, fueron analizadas y se 
encontró que contenían: 

Agua higroscópica                                                     4.570 %

Substancias minerales                                                5.173 % 

Derivados hidrocarbonados, por diferencia             90.257 % 

                                                            Igual           100.000 

La parte inorgánica está constituida por las bases: potasa, Ccil, alúmina y fierro al mínimo; más los ácidos carbónico, fosfórico, sulfúrico, clorhídrico y silícico. Entre esos elementos es notable la cantidad de fierro que contienen las semillas, cuyas cenizas tienen un color verde esmeralda que comunican a 
su solución acuosa y la que después de algún tiempo se decolora por la peroxidación del fierro, que acaba por depositarse completamente. 

Los compuestos hidrocarbonados se fueron aislando de los disolventes neutros empleados sucesivamente y cada uno de los cuales disolvió: 

En el éter de petróleo, cuyo extracto pesó grs. 0.8832:
  • Glucósido, en muy pequeña cantidad 
  •  Aceite esencial, en pequeña cantidad 
  • Cera
  • Grasa líquida.
  • Materia colorante acida        
  • Resina acida y      
  • Resina neutra           

 En el éter sulfúrico, cuyo extracto pesó grs. 0.5664 :                                            

  • Los mismos principios menos el aceite esencial, la cera y la grasa.

 Disueltas en alcohol, cuyo extracto pesó grs. 3.7066:

  • Glucósido
  • Resina acida y resina neutra
  • Materia colorante acida
  • Glucosa
  • Acido cítrico, málico ? y tal vez otro ácido particular                     
Peso del residuo insoluble en los vehículos anteriores grs. 84.1730 

Pérdida para igualar el peso de las substancias orgánicas grs. 0.9278 

Igual grs. 90.2570 


El residuo de 84.1730 se trató por el agua fría, y en su extracto acuoso se demostró la presencia del glucósido, materia colorante amarilla, goma, azúcar, almidón y albúmina. 

El residuo tratado por el agua caliente contenía los mismos principios que se encontraron en el anterior tratamiento. 

La porción insoluble se trató por el agua acidulada que disolvió: glucósido, materia colorante amarilla y oxalato de cal. 

Por último, el residuo tratado por agua alcalinizada contenía: glucósido, materia colorante amarilla, el ácido particular y materias húlmicas. 

Al mismo tiempo que se seguía el procedimiento general que se comprende por la secuela que queda indicada, otras porciones de las mismas semillas fueron sometidas a diversas experiencias, cuyos resultados fueron los siguientes: 

Las semillas machacadas y sometidas a la destilación con agua simple, dieron una agua aromática de olor particular, incolora y clara, la que por agitación con éter de petróleo y destilación de éste en B. de M., dejó un insignificante residuo de aceite esencial, cuyos caracteres no pudieron determinarse 
por la pequeña cantidad que de él se obtuvo. 

Destilada una mezcla de las semillas machacadas, con agua y acidulada con ácido fosfórico, no dio ningún ácido volátil. 

Hecha la misma operación con agua alcalinizada, dio una agua conteniendo una buena cantidad de amoníaco, que proviene indudablemente de la acción del álcali fijo empleado en alcalinizarla, sobre las materias albuminoides y tal vez otros principios azoados contenidos en dichas semillas. 

De lo anterior se puede concluir que los principios hidrocarbonados contenidos en las semillas, son: 

Un glucósido, un aceite esencial, un aceite fijo, una resina acida, una resina neutra, materia colorante acida, glucosa, ácido cítrico ?, ácido málico ?, ácido particular ? (no determinado), goma, almidón, albúmina, oxalato de cal y materias húlmicas. 

De estos principios sólo merecen atención particular el glucósido, el aceite esencial, la grasa, las dos resinas, acida y neutra, y el ácido particular; pero desgraciadamente no ha sido posible por ahora hacer un estudio de ellos tan completo como seria de desear, y esto debido a la falta de tiempo, así como a 
la pequeña cantidad en que se encuentran algunos, como el aceite esencial y el ácido particular; concurriendo además en este último la circunstancia de no haberlo podido obtener tan puro como es necesario para su estudio. Por esto nos limitaremos aquí a dar, una ligera idea de ellos. 

Las resinas, como se ha dicho, son dos: una neutra y otra acida. La primera se disuelve algo en el éter de petróleo, ambas en el etano-oxi-etano, y mejor en el alcohol absoluto o a 85°, y en el alcohol a 70° sólo la segunda, que es sólida, amorfa, blanca, adhesiva, inodora e insípida; insoluble en el agua, poco soluble en el éter y soluble en el alcohol aun débil; de reacción ligeramente acida, soluble a frío en las soluciones acuosas de los álcalis y de la que la precipitan los ácidos. 

En cuanto a la resina neutra, ésta es sólida, amorfa, amarillenta, o blanca si se ha decolorado por el carbón, inodora e insípida; insoluble en el agua y en las soluciones alcalinas frías, así como en el alcohol débil; pero algo soluble en el éter ordinario y en los hidrocarburos, y más en el alcohol absoluto; de reacción neutra a los reactivos coloridos. Las soluciones alcalinas, después de una ebullición prolongada, la transforman en resinatos solubles en el agua y de cuyas soluciones se precipita el ácido de la resina, por los ácidos. 

Ambas resinas se obtienen en el tratamiento alcohólico de las semillas y se separan y purifican, aprovechando su diferente solubilidad en el alcohol de 60° a 70° y por lavados con agua. 

La grasa es líquida a la temperatura ordinaria, y viscosa, incolora, transparente, inodora, untuosa y de sabor poco marcado que deja la sensación especial de las materias grasas; mancha el papel con mancha permanente; es insoluble en el agua y menos densa que ella; insoluble en el alcohol; el alcohol absoluto y caliente la retiene en su seno; soluble en el éter de petróleo, la benzina y el éter ordinario; de reacción neutra; por el calor se fluidifica y se descompone después en propanal y otros productos volátiles (no determinados), pero sin dejar residuo fijo. 

Se le puede obtener por agotamiento de las semillas con el alcohol absoluto e hirviente, o el etano-oxi-etano, o mejor valiéndose del éter de petróleo; pero como esos vehículos disuelven al mismo tiempo el aceite esencial, lacera, la materia colorante, las resinas y algo del glucósido, es necesario purificarla, para lo cual se evapora o destila el vehículo empleado y el residuo se lava sucesivamente con agua y alcohol a 70° y a 10C°; esto último caliente para que disuelva la resina neutra y la grasa, ésta se deposita por enfriamiento, se separa, se lava con agua; y si es necesario se disuelve en éter de'' 
petróleo para decolorarla por carbón animal.

El aceite esencial es liquido a la temperatura ordinaria, incoloro, de olor particular y de sabor picante, produciendo sensación de frescura sobre la lengua. 

Se obtiene por destilación de las semillas con el vapor de agua, aunque de esa agua que resulta no se separa por su pequeña cantidad, que sólo le comunica su olor y para separarla es necesario agitar el agua en éter, después destilar éste y recoger el residuo constituido por la esencia. Pero es mejor, porque se obtiene mayor cantidad, tratar las semillas por éter de petróleo, destilar el éter en B. de M. y el residuo destilarlo en bailo de aceite. El éter disuelve el principio volátil y algunos fijos; pero la segunda destilación separa a éstos de aquél. 

El glucósido, que indudablemente es el principio más importante de estas semillas, se ha obtenido hasta ahora con el aspecto de una masa blanda amarilla, más o menos obscura según el espesor de la capa al través de la cual se ve; parece tener tendencias a cristalizar como la glucosa, porque cuando se abandonan sus soluciones concentradas hasta la consistencia de jarabe en una atmósfera seca, se cubre de granulaciones de aspecto cristalino y mamelonadas como las que forma aquella substancia; es inodoro y de sabor primero azucarado y después amargo, persistiendo este último gusto por algún tiempo; es soluble en el agua, en el alcohol absoluto y diluido, poco en el cloroformo y menos en el etano-oxi-etano, el benzino y otros hidrocarburos. El calor lo funde y obscurece, acabando por descomponerse dejando un residuo de carbón que al fin se quema sin dejar residuo fijo. Su solución acuosa tiene reacción ligeramente acida; no precipita por los álcalis fijos ni carbonatados, ni por los ácidos; el percloruro de fierro no tiene acción sobre ella; el nitrato de plata la enturbia. Este enturbiamiento desaparece por adición de amoniaco, y la ebullición prolongada apenas colora en amarillo obscuro la solución pura del glucósido, pues cuando contiene huellas de glucosa se reduce la plata aun a frío. Algo semejante pasa con el licor de Fheling, que no se reduce si el principio es puro; pero lo hace cuando contiene glucosa, sea que ésta provenga de las semillas, o sea que se haya formado por ebullición del liquido con un ácido. 

El tanino también lo precipita en blanco sucio soluble en un exceso de reactivo, de ácido o de etanol. La solución adicionada de ácido sulfúrico y tratada por el yoduro yodurado de potasio, da un precipitado rojo obscuro más o menos abundante según el grado de concentración de la solución y soluble en el alcohol. El reactivo de Mayer, el fosfomolibdico y otros reactivos generales de los alcaloides, dan también precipitados diversamente coloridos y más o menos abundantes, pero siempre solubles en el etanol. 

Como antes indicamos, al tratarlo por los ácidos diluidos, como el clorhídrico, y después de hervirlo, desprende un olor aromático particular, la solución se obscurece y acaba por enturbiarse a causa de una substancia insoluble que se forma, así como en el liquido se reconoce la presencia de la glucosa por el licor de Fbeling; así es que se descompone en glucosa, un principio insoluble en el agua, y otro aromático, y por lo cual, más por las reacciones anteriores, debe considerarse como un glucósido al que proponemos llamar Casimirosa, tanto para recordar el género de la planta de que proviene, como para indicar que pertenece al grupo de las azúcares y de la glucosa por desdoblamiento. Los demás principios que resultan de ese desdoblamiento están siendo motivo de estudio, esperando pronto poder completar éste con el mejor conocimiento de ellos. 

Para extraer la casimirosa basta tratar las semillas por el éter de petróleo que disuelve la grasa, el aceite esencial y los otros principios señalados en este vehículo. El residuo agotado y seco se agota a su vez por el alcohol a 95° que disuelve el glucósido y se evita así disolver azúcar, sales minerales y otros cuerpos que podría disolver el alcohol débil. La solución alcohólica se destila para recuperar el alcohol, el residuo se trata por agua y se concentra hasta la desaparición del olor alcohólico; se filtra, se trata por el subacetato de plomo, se vuelve a filtrar y el liquido se precipita por carbonato de amoniaco para separar el exceso de plomo; se concentra, se agrega alcohol, se lava con éste el precipitado que forma, se filtra y se evapora hasta la sequedad. Es conveniente tratar de nuevo este producto por agua acidulada con ácido sulfúrico, filtrar, concentrar a consistencia de jarabe y a baja temperatura, y tratar por alcohol absoluto, filtrar de nuevo y evaporar. Esto tiene por objeto separar algo de plomo que el carbonato no separa y precipitar otras sales minerales que pudiera contener bajo la forma de sulfatos insolubles en el alcohol absoluto. 

Después de terminado este estudio tuvimos conocimiento que el actual profesor Sr. José Sánchez había publicado una tesis sobre estas semillas, que le sirvió para su examen profesional de Farmacia en 1893, y en la que se puede ver que los principios que dice encontró fueron: aceite esencial, materia grasa, dos resinas, una soluble y otra insoluble en el éter, un cuerpo cristalizado con las reacciones generales de los alcaloides, goma, glucosa y fécula; y entre las substancias minerales señala el fierro, potasa, sosa, sílice y ácido carbónico. En general se nota que con ligeras diferencias son los principios encontrados por nosotros; pero llama la atención que no mencione el glucósido y sí un alcaloide, así es que hay que advertir que este último no lo hemos podido encontrar nosotros, aunque sí hemos visto la materia cristalina que dice ser el alcaloide y como él obtuvimos en el éter de petróleo y en otros tratamientos; pero no es alcaloide sino sulfato de cal; cuerpo poco soluble en el agua y que por evaporación se deposita en cristales prismáticos insolubles en el alcohol, en el cual se lavan y se pueden estudiar fácilmente. 

En la misma tesis dice su autor que en el tratamiento acuoso precipitó los cuerpos tánicos por el subacetato de plomo, y como esto pudiera hacer creer que existe tanino, debe advertirse que nosotros no lo encontramos. 

Análisis de la corteza. — 

Por el procedimiento indicado en el estudio sobre las semillas del zapote blanco, se hizo el estudio de la corteza, que contiene: 

Agua higroscópica 9.77 

Substancias minerales 5.45 

Principios orgánicos poco diferentes 84.78 

Igual 100.00 

Siendo los elementos constitutivos de las substancias minerales y de las orgánicas los mismos enteramente que los que existen en las semillas, salvo las diferencias en su proporción: así el fierro existe en éstas en menor proporción que en aquellas, lo mismo que el glucósido, cuya proporción es mayor en las semillas que en la corteza, y como es natural, el almidón, glucosa, goma y otros principios son más abundantes en las semillas. Los mismos procedimientos de extracción empleados con las semillas se siguen con la corteza. 

En fin, en las hojas y los frutos se han encontrado también los mismos principios, de entre los que especialmente se buscó y demostró la presencia del glucósido. 

No obstante existir la casimirosa en todas las partes de la planta, debe extraerse de preferencia de las semillas; tanto porque en ellas existe en más abundancia, cuanto por ser la parte de la planta más barata y fácil de conseguir. 

Acción fisiológica. — 

Acción general. 

Extracto hidroalcohólico de la semilla. 

En la rana. — Lo primero que se produce es la parálisis de la motilidad por la pérdida gradual de la acción muscular, por el retardo de la conductibilidad hacia el centro cerebral que presentan los nervios y de la médula, y por la pérdida de la excitabilidad del cerebro. Suspensión de la respiración. Lentitud de las contracciones cardíacas, con diminución considerable de la energía de la contracción. Cianosis perceptible en los músculos. Muerte en doce horas, por parálisis del corazón, con la dosis de 0.10 de extracto hidroalcohólico de la semilla. 

En las palomas. — Marcha titubeante, pérdida del equilibrio estable, laxitud o relajación muscular. Dispnea, vómitos, excrementación frecuente, hipersecreción intestinal y del buche. Somnolencia, apatía y pérdida de la excitabilidad cerebral. Dosis activa fisiológica 0.60. Dosis tóxica de 1 gramo a 1 1/2 por inyección subcutánea. La muerte se produce en 5 o 6 horas por parálisis respiratoria, sin convulsiones. El equivalente tóxico corresponde de 3 a 5 gramos por kilo de paloma. 

En los conejos. — Se produce apatía, paresia, respiración muy frecuente, somnolencia, pérdida de la excitabilidad al ruido, diminución de los reflejos, cianosis, diuresis. En un grado más avanzado parálisis de la sensibilidad y de la motilidad, dispnea y muerte por asfixia en 4 u 8 horas con la dosis de 3 gramos de extracto por kilo de animal en inyección subcutánea. 

En los perros. — A la media hora de la inyección, vómitos, defecación en parte liquida y en parte sólida, lasitud y somnolencia. Se echa el animal, cierra los ojos y duerme tranquilamente. Despierta a poco tiempo, de 1 a 2 horas, si la dosis ingerida del extracto es de 1 gramo por kilo; pero si es más fuerte, 3 gramos por kilo, viene la muerte a las 6 i'i 8 horas por parálisis respiratoria y refrigeración intensa. La muerte es precedida de síntomas de coma, con parálisis de la motilidad y de la sensibilidad y acompañada de estupidez, diuresis abundante, salida involuntaria de la orina, hipersecreción gástrica e intestinal, hipotermia, dilatación pupilar y analgesia. 

Acciones fisiológicas especiales. 

Sobre la temperatura. — Baja como a la media hora de la aplicación del medicamento, por la vía gástrica, en la dosis de 1 gramo de extracto por kilo de perro, llegando a ser como de 2 grados, en el término de una hora, y vuelve a su estado primitivo como a las 2 1/2 horas. Hay entonces una reacción calorígena, en virtud de la cual la producción del calor es más activa a juzgar por la rapidez con que sube el termómetro en comparación con otro perro testigo. 

Cuando la dosis inyectada es tóxica, baja la temperatura como unos 6 u 8 grados, en el transcurso de seis horas, para no volver a subir, pues que entonces muere el animal en la refrigeración y en el estupor más profundo. 

¿Cómo obra el zapote para producir la hipotermia? Falta averiguarlo. Hay que demostrar si es por acción sobre los glóbulos, o por acción sobre los centros termógenos, ayudada una u otra por inacción del animal. 

Sobre las secreciones. — Se aumentan las del estómago y de los intestinos. Aumenta también la orina. El mecanismo es probablemente por acción sobre los centros nerviosos, y no por acción local en el intestino, puesto que la secreción no aparece sino después de 20 minutos de la inyección subcutánea, y aparece al mismo tiempo en el estómago y en el intestino y con el conjunto de los síntomas del aparato nervioso. ¿Esta acción central puede influir sobre el aparato digestivo por medio de una vaso-dilatación debida a la parálisis de los vaso-motores? 

Pudiera decirse que no había tal acción central, sino acción local por eliminación de la substancia en la mucosa intestinal, como pasa con la ipeca, por ejemplo. Bien podía ser, pero es más probable la acción central, puesto que, como veremos, el zapote no tiene acción sobre las extremidades de los nervios y sí sobre los centros, y aplicándolo directamente al estómago no produce la hipersecreción sino cuando ya se ha absorbido. 

La secreción del estómago es un líquido ácido muy fluido, de color moreno, constituye una gastrorrea. La del intestino va acompañada de excrementos sólidos y más o menos pastosos. La orina no se ha analizado, ni medido la proporción en que aumenta. 

Sobre el aparato digestivo. — Sobre este aparato obra produciendo vómitos fuertes y abundantes, evacuación de materias sólidas y liquidas con tenesmo; relajación del cardia y del esfínter anal, por el que se escurren libremente las secreciones sin la voluntad del animal. La mucosa duodenal se ha visto 
quedar muy congestionada en los perritos que se han sometido a la autopsia.

El apetito se pierde durante la acción de la droga, pero se recobra rápidamente cuando los accidentes son ligeros. En caso contrario, los animales dejan de comer 2 o 3 horas después que se han repuesto. 

Sobre el aparato respiratorio. — Los movimientos torácicos se aceleran al principio, después se retardan. Viene dispnea y la expiración se vuelve muy prolongada. Esta perturbación respiratoria es uno de los síntomas más constantes y primordiales y uno de los que duran más largo tiempo. Se debe este 
fenómeno a una acción bulbar, según veremos más adelante, y a una paresia de los músculos torácicos. La respiración se paraliza antes que el corazón, produciendo la muerte de los mamíferos y de las aves. ¿Disminuye el ácido carbónico exhalado, se perturba la hematosis de alguna manera? No se sabe. 

Sobre el aparato circulatorio. — La energía de las contracciones cardiacas disminuye desde los primeros momentos de la acción del medicamento, y va disminuyendo más y más hasta paralizarla, si la intoxicación es muy intensa. Se paraliza el corazón en diástole y el ventrículo izquierdo se encuentra lleno de coágulos negros debidos a la asfixia por parálisis de la respiración; Hay vaso-dilatación periférica con repleción venosa según se vio en la oreja del conejo, baja la tensión, se altera la sangre, particularmente los glóbulos, la parálisis muscular se debe acaso a una acción sobre la fibra muscular o sobre los nervios. 

Sobre el sistema nervioso. — Tal parece que el principio activo del extracto hidroalcohólico del zapote tiene afinidad electiva sobre los elementos del cerebro y que este órgano lo toma rápidamente de la sangre; a manera de lo que hace para el alcohol y otras substancias. Se produce una depresión de 
las facultades intelectuales y sensoriales y sueño más o menos intenso. Los sentidos se embotan y también la percepción del dolor. Se produce una verdadera analgesia que persiste aún pasados los síntomas graves de la intoxicación. Es muy curioso ver al animal que puede andar y dirigirse perfecta- 
mente, y sin embargo, no se queja para nada comprimiéndole un miembro, la cola o una oreja. • 

Después de la acción sobre el cerebro viene la bulbar, antes que la medular, porque aparecen los vómitos y perturbaciones intestinales, más las perturbaciones de la respiración, conservándose todavía los reflejos medulares, los movimientos de progresión y de equilibrio, etc., que indican la continuación de las funciones medulares. Pero éstas desaparecen después cuando el animal queda en estado comatoso y que está próximo a morir por asfixia. 

Las fibras centrifugas no se paralizan, pero las centrípetas sí retardan la conducción. 

Los centros medulares tal vez se paralicen al último, puesto que no hay convulsiones con la asfixia. 


Extracto de corteza de zapote blanco. — 

Este extracto fue preparado disolviendo el extracto hidroalcohólico en agua, evaporando hasta consistencia de extracto blando. 

Con objeto de comprobar si dicho extracto contenía algún principio tóxico o soporífico solamente, como se dice, se hicieron las experiencias siguientes: 

1a.- Se tomó un gramo y se disolvió en 5 c. c. de agua destilada, de manera que cada c. c. representara 0.20 del extracto. Inyectado medio centímetro cúbico bajo el músculo pectoral de una paloma y teniendo en observación a dicho animal junto con otra paloma no inyectada, en la misma jaula, no se 
manifestó ningún sintonía digno de notarse durante 12 horas que se tuvo el animal a la vista. 

2a. Al siguiente día se hizo otra inyección a la misma paloma aumentando la dosis a 1 c. c. de solución, es decir, a 0.20 de extracto. 

Nada particular se notó durante hora y cuarto, por este motivo se repitió la inyección de otro centímetro cúbico y un cuarto de hora después se nota que la paloma empieza a ponerse perezosa, esponja el plumaje y cierra de cuando en cuando los ojos. Más tarde, como 40 minutos después de la inyección, empieza a ejecutar movimientos que hi hacen estirar el cuello, sacudir el pico y arrojar por fin un grano de maíz en un esfuerzo de vómito. Estos vómitos se repitieron a intervalos pequeños y hasta el número de tres. 

A la hora justa del principio de los fenómenos antes indicados, se ve la paloma en quietud en su jaula, con los ojos cerrados, y cuando se le hace algún ruido o se le pincha un dedo con un alfiler, abre los ojos y retira la pata pero sin manifestar sobresalto. Por el contrario se ve que la paloma que la sigue acompañando y no está bajo la influencia del medicamento, es bulliciosa, no cierra los ojos por períodos tan largos y se pasea tranquilamente de un lado a otro de su prisión. 

A la hora que se suspendió la observación, 1 y 10 P. M., la paloma permanecía más largos ratos con los ojos cerrados y parecía que se esforzaba en no cerrarlos. 

A las 3 P. M. se volvió a ver el animal y se le encontró ya alegre como antes y tomando agua y alimento. De manera que el estado medio soporífico que se notó probablemente por la acción del medicamento, duró bien marcado próximamente dos horas. 

Al siguiente día el animal se encontró en perfecto estado aparente de salud volviendo a servir para experiencias. 

Experiencias en conejo. — Solución de 6 gramos del extracto en 12 c. c. de agua, de manera de tener en cada centímetro cúbico de solución 0.50 de extracto. Inyecciones subcutáneas repetidas se aplicaron al conejo bajo el tejido celular del dorso; en la primera vez 2 de a 1 c. c, en la segunda 3 de ídem, en la tercera 4 de ídem, y así sucesivamente hasta inyectar en una sola vez al conejo en experiencia la cantidad de cuatro gramos de extracto sin que se manifestase ningún fenómeno. 

De las anteriores experiencias se puede deducir: 

1° Que el extracto acuoso (preparado como se ha dicho) de la corteza de zapote blanco no es tóxico para la paloma a la dosis de 0.20 centigramos. 

2° Que a la dosis de 0.40 centigramos produce sueño y vómitos, pero sin perder en lo más mínimo su sensibilidad el animal y volviendo al cabo de dos horas a su estado normal. 

3° Que el alcaloide de dicha corteza no es tóxico para la paloma ni produce sueño marcado como el extracto acuoso, a la dosis de 0.50 centigramos. 

4*? Que para el conejo tampoco es tóxico ni produce sueño el extracto acuoso y el alcaloide a las dosis respectivas de 4 gramos del primero y 0.20 del segundo. 

5° Por último, que a un perro de 17 libras de peso se le pueden hacer ingerir impunemente seis gramos del referido extracto. 

Aplicaciones terapéuticas que se infieren de la acción fisiológica y contraindicaciones de su empleo. — 

De las modifcaciones fisiolóoicas que produce, cuatro son las que se pueden utilizar en los enfermos, a saber: como hipnótico, como analgésico, como anticonvulsivante y como antitérmico. 

Hay también otras manifestaciones que se deben tener presentes al administrar esta droga, porque pueden contraindicar la aplicación en ciertos estados patológicos: su acción paralizante de la respiración, la acción depresiva sobre el corazón, y el colapsus que puede sobrevenir por refrigeración e inacción muscular. 

Acción terapéutica. — 

Con el nombre de hipnóticos, se comprenden generalmente todos aquellos medicamentos que como resultado final producen el sueño; pero como las causas que impiden o interrumpen a éste son varia- 
bles, Dujardin Beaumetz ha propuesto que sólo se aplique la denominación de hipnóticos a los medicamentos que directamente procuran calma y reposo por medio del sueño. 

El zapote blanco creemos que debe contarse en este número; pues como se verá por el resultado de las experiencias que con él se han efectuado, su acción principal y tal vez única, a la dosis ordinaria, es procurar el sueño. 

En el informe del Sr. Dr. Juan Martínez del Campo, al jefe de la Sección 4a. del Instituto Médico Nacional, correspondiente al mes de Mayo de 1896, se lee lo siguiente: 

«El extracto de zapote blanco (Casimiroa edulis) se ha dado a cinco enfermos que tenían insomnio rebelde por diversos motivos: cuatro pertenecen a la segunda Sección de medicina de mujeres, que es a cargo del Dr. Castellanos, y uno a la sala de terapéutica del mismo hospital. La que ocupaba la cama número 2 del primer servicio estaba en convalecencia, de reumatismo articular agudo, y no dormía hacía muchas noches; con una píldora de 10 centigramos del medicamento, que le prescribió el Dr. Bulman, durmió 3 horas la tercera noche que lo tomó, 5 horas la cuarta, y a los ocho días 8 horas; así estuvo varias noches; el día 21 intencionalmente se le suspendió el remedio y no durmió; se ministró el día 22 y volvió a dormir. El 23 pidió su alta. 

»La del número 11 padecía insomnio por alcoholismo crónico: hubo necesidad de sostener el tratamiento durante ocho días para obtener el resultado, notándose lo mismo que en la anterior, que cuando se suspendía el zapote la enferma no dormía. 

»La del número 20 es una enferma con parálisis agitante, en la que se obtuvo poco más o menos el mismo resultado que en las anteriores. 

»La del número 25 en convalecencia de neumonía gripal, bastó que tomara 
tres noches la dosis indicada del extracto, para que la primera durmiera 
bien, y suspendido el remedio no necesitara más de él. 

»En el enfermo que ocupa la cama número 7, de terapéutica, fue necesario subir las dosis a 50 centigramos para obtener el efecto hipnótico; pero desde la noche siguiente concilio el sueño sin recurrir a la droga. El insomnio era debido a un estado nervioso, consecutivo a una afección ocular grave. 

»Sé que en otra enferma del servicio del Dr. Castellanos, este extracto no ha dado resultado; pero de esta observación no tengo detalles. En los enfermos que ha provocado el sueño, éste ha sido tranquilo, y al despertar no han sentido trastorno alguno». 

El mismo Sr. Dr. Juan Martínez del Campo, en su informe del mes de julio del año próximo pasado, dice lo siguiente: 

«El extracto del hueso del zapote blanco lo he seguido administrando a algunos enfermos afectados de insomnio por diversos motivos. En la sala de terapéutica lo han tomado cuatro enfermos: el que ocupó la cama número 19, afectado de reumatismo muscular, pedía con instancia un hipnótico; pues llevaba, según decía, mucho tiempo de padecer insomnio: se le prescribió una píldora de 10 centigramos del medicamento, y dijo al día siguiente que había dormido una hora; se le aumentó la dosis a 20 centigramos; después a 30 con igual resultado; se subió a 40, y entonces durmió cuatro horas; insistí en las dosis indicadas varios días, y fue aumentando el efecto hipnótico hasta seis horas: así permaneció hasta el día 27 en que pidió su alta. 

»El enfermo de la cama número 3 es un alcohólico que padece insomnios rebeldes: la noche del 12 de julio se le prescribió una píldora de 10 centigramos y duerme dos horas; el 13 toma dos píldoras y aumenta el sueño; el 14 y 15 tres píldoras y duerme toda la noche; se continúa el uso del medicamento en esta dosis con el mismo buen éxito, suspendiéndolo el día 20 por no ser ya necesario. 

»El número 13 es un sifilítico que había perdido el sueño ya hacía algunas noches, con motivo, según decía, de una gran preocupación: bastó que tomara tres noches la dosis de 40 centigramos de extracto de zapote, para que durmiera bien sin necesitar más el remedio. 

»El número 12, convaleciente de neumonía, tenía insomnio, cuya causa se ignoraba, hacía cinco o seis noches; con la dosis de 40 centigramos de extracto de Casimiroa durmió desde la segunda noche; se sostuvo dos días más, y se suspendió en seguida por no ser ya necesario».

El mismo señor, en su informe del mes de agosto del año citado, dice así: 

«He usado en cinco casos de insomnio debido a diversas causas, el extracto hidroalcohólico del hueso de zapote blanco (Casimiroa edulis), obteniendo en todos ellos efecto hipnótico a la dosis de 40 a 60 centigramos. Quise hacermención de esto, porque estas observaciones pueden agregarse a las que he presentado en los informes de los meses anteriores».

El Sr. Dr. José Ma. Bandera ha estado usando el zapote blanco en varios enfermos y ha obtenido buen éxito como hipnótico. 

Uno de nuestros médicos más distinguidos, y que desde hace algunos meses ha padecido insomnio nervioso, ha usado también el extracto de Casimiroa edulis, aunque sin obtener resultado alguno, si bien es verdad que tampoco lo ha obtenido con otros varios hipnóticos. 

En la sala de cirugía mayor del Hospital de San Andrés, se ha usado también este medicamento sin resultado alguno, pero no tenemos todavía pormenores ni del número de casos en que se ha usado, ni de las circunstancias especiales de cada uno de ellos. 

En la Sala de clínica de 5° año del referido Hospital de San Andrés, hemos administrado el extracto hidroalcohólico de zapote blanco a 7 enfermos. El número 5 es un enfermo que padece insomnio por debilidad y excesos alcohólicos: el día 7 de abril último tomó veinte centigramos; el día 12, treinta centigramos; el 16, cuarenta centigramos, el 29, cuarenta centigramos con muy buen éxito. El número 24 padece insomnio por debilidad y alcoholosis; comenzó a tomar treinta centigramos el día 9 de Abril, y vino el sueño. El número 25, de ataxia locomotriz, no podía dormir: tomó el extracto en dosis ascendente, hasta el día 15 de Abril que se le ministraron cincuenta centigramos, con muy buen éxito. El día 17 de Abril comenzó a tomar veinte centígramos el número 34, que padece insomnio por debilidad consecutiva a una diarrea alcohólica, y hasta la fecha ha seguido durmiendo bien con la misma dosis. Los números 26, 31 y 29 son casos idénticos al anterior, y con el mismo buen resultado a la dosis de veinte centigramos. 

En los diversos casos en que hemos usado el extracto de zapote blanco, hemos creído observar lo siguiente: 

1° Que su acción es igual a la de los otros hipnóticos en los casos de insomnio por excitación cerebral o por abuso de las bebidas alcohólicas. 

2° Que más bien parece favorecer el sueño, que provocarlo. 

3° Que produce un sueño tranquilo y reparador que se parece al normal. 

4° No produce pesadillas ni al despertar ese estado nauseoso y desagradable, ni esa ligera cefalalgia que se nota con algunos otros hipnóticos, 

5° Fuera de la acción hipnótica, no se observa con él, a la dosis de 60 o 70 centigramos, ninguna otra acción fisiológica o tóxica, aun prolongando la dosis durante muchos días. 

Antes de que conociéramos el zapote blanco, usábamos el doral como hipnótico, generalmente, en la Sala de clínica de 5° año; pero en la actualidad recurrimos especialmente al zapote. 

Una duda tenemos todavía respecto a la acción terapéutica de esta planta, y es que en algunos casos, como pasa con todas las medicinas que se administran para producir el sueño, la sugestión, el conocimiento que tiene el enfermo de que lia de dormir con la medicina, tenga la parte principal o tal vez única en el buen resultado. La observación más detenida en cada caso, y la serie más numerosa de experiencias, serán las que puedan indicar en lo de adelante todo el valor que se deba dar a esos resultados. Seria tal vez conveniente que se profundizaran más las experiencias fisiológicas y que se observara si, como pasa con el doral, el zapote tiene alguna acción descongestionante sobre el eje cerebro-espinal, y se viera también si no tiene alguna acción sobre el corazón y sobre los glóbulos sanguíneos. 

Si el estudio más completo de la acción fisiológica demuestra, como parecen indicar los resultados terapéuticos, que el zapote blanco es uno de los hipnóticos más inocentes, no cabe duda que su uso se generalizará, y habremos conseguido enriquecer con una verdadera joya a nuestra Materia Médica Nacional. 

Dosis y modo de administración.— 

Las dosis tóxicas para el hombre que se pueden inferir de las usadas en los perros, serían de extracto alcohólico de las semillas 3 gramos por kilo, o sean 210 gramos para un hombre de 70 kilos. 

Este preparado tiene un 60 por ciento de materias inertes, las que pueden ser separadas por medio de la precipitación por el subacetato de plomo. En el líquido filtrado queda disuelto el principio activo. La dosis tóxica queda reducida a 1.20 gramos por kilo, o sean 84 gramos para un hombre. Sin embargo, no hay que admitir esta proporción, porque se ha notado que los animales superiores son más sensibles al zapote. La intoxicación puede, pues, producirse con dosis mucho menores de las indicadas. 

El extracto alcohólico sólo se puede administrar por la vía gástrica, porque las substancias insolubles en agua, que lleva, se oponen a las inyecciones con la jeringa y causan dolor. Para aplicarlo por la vía subcutánea hay que purificarlo por medio del subacetato de plomo, como ya dijimos. El nuevo extracto, preparado así, es enteramente soluble en agua, da una solución rojiza, muy translúcida, de reacción acida, que so puede neutralizar sin inconveniente y entonces se presta muy bien para las inyecciones, que no duelen ni causan alteración local ninguna. 

Evaporando esta solución queda una substancia sólida quebradiza, de color amarillo de oro, muy soluble en el agua y en el alcohol. Esta substancia encierra el principio activo del zapote en un estado apropiado para las aplicaciones clínicas. Las dosis podrían ser, según nuestras observaciones, desde 
0.01 grm. hasta 0.20 por inyección subcutánea, aplicados gradualmente. 

México, Mayo de 1897. 

Nota. — Este artículo, así como todos los de la Materia Médica Mexicana, ha sido escrito por los 
profesores del Instituto, correspondiendo cada párrafo, según la materia de que trata, a la Sección 
respectiva. 

















sábado, 7 de septiembre de 2019

15 de noviembre de 1892. El Dr. Fernando Altamirano en la lista de profesores inscritos en el Primer Congreso Médico Mexicano

15 de noviembre de 1892. El Diario del Hogar indica que el Dr. Fernando Altamirano se encuentra dentro de la lista de profesores inscritos en el Primer Congreso Médico Mexicano, o Primer Congreso Médico Nacional, convocado por la Sociedad Médica "Pedro Escobedo", el cual se realizará en la Ciudad de México del 6 al 10 de diciembre de 1892. La lista de profesores inscritos a ese congreso se completará en la edición del 16 de noviembre del mismo diario.



17 de febrero de 1894. Sesión del 15 de febrero de 1894 de la Sociedad de Historia Natural

17 de febrero de 1894.  El periódico El Nacional informó que en la sesión del 15 de febrero de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, el Dr. Fernando Altamirano, presidente de la misma sociedad, dijo que acababa de leer en una obra francesa importantes observaciones sobre el insecto y las plantas en las aquel producía la goma laca y en la que estaba señalada la especie de México llamada Tacordia rea.


martes, 3 de septiembre de 2019

7 de enero de 1892. Datos para el estudio de la producción del chicle.

7 de enero de 1892. El Dr. Fernando Altamirano terminó su artículo "Datos para el estudio de la producción del chicle", que será publicado en El Estudio, tomo IV, número 8, de septiembre del mismo año (según se observa en la fecha, el Dr. Altamirano terminó este artículo justo el día que llegó de su excursión a la caverna de Cacahuamilpa).

En su escrito, Altamirano indicó que, hacía tiempo, la prensa había mencionado una planta herbácea de Tlaxcala, de la cual los indígenas extraían chicle. Por ello, el Instituto Médico Nacional emprendió investigaciones para clasificar y averiguar si dicha planta contenía chicle, y en el artículo presentaba los datos recogidos por él al respecto. La planta fue clasificada como Asclepias lanudginosa H. B. K.  y de ella lograron obtener chicle, al recoger el látex que brotaba gota a gota de numerosos tallos. Observó que cada tallo producía aproximadamente 2 centímetros cúbicos de látex, que contenía cerca de un gramo de chicle. Al final, mencionó que la planta podría producir cuantiosa rentas a los agricultores de la Mesa Central, si un químico industrial lograra resolver el problema de la extracción económica de un látex limpio.

Fuente: Altamirano, Fernando. 1892. Datos para el estudio de la producción del chicle. El Estudio. Tomo IV. Número 8. Septiembre de 1892. p. 251-254.





Abril 1891. Apuntes para el estudio de la acción fisiológica y terapéutica de la Lobelia Laxiflora, H. B. K., var. augustifolia, D. C.

Abril 1891. El Dr. Fernando Altamirano publicó en El Estudio su artículo: "Apuntes para el estudio de la acción fisiológica y terapéutica de la Lobelia Laxiflora, H. B. K., var. augustifolia, D. C." Allí, Altamirano mencionó que, según sus experimentos, la lobelia, fue considerada primero como un emético enérgico; segundo, como un excitante de los movimeintos respiratorios; tercero, como medicamento poco tóxico; cuarto, como narcótico en dosis altas; quinto, que tiende a paralizar los movimientos respiratorios antes que los cardiacos; y sexto, como rubefaciente. Por ello añadió su empleo terapéutico como vomitivo, como expectorante y como antiasmático.

Fuente: Altamirano, Fernando. 1891. Apuntes para el estudio de la acción fisiológica y terapéutica de la Lobelia Laxiflora, H. B. K., var. augustifolia, D. C. El Estudio. Tomo IV. Número 1. Abril 1891. p. 12-15.