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Índice de documentos presentados sobre el Dr. Fernando Altamirano

miércoles, 25 de noviembre de 2020

El Añil. 1894

    El Dr. Fernando Altamirano publica su artículo «El Añil» en la primera parte de los Datos para la Materia Médica Mexicana, de 1894. En este artículo, él detalla la descripción botánica de la planta conocida científicamente como Indigofera anil, y vulgarmente como añil, índigo, hacehoitli o mahuitli, la historia de su conocimiento, así como su composición química, acción fisiológica y aplicaciones terapéuticas. Menciona que el añil se ha aplicado a la curación de las afecciones del sistema nervioso principalmente, y como purgante, y concluye que «el añil es un purgante enérgico cuya acción se prolonga mucho y se ejerce particularmente sobre las últimas porciones del intestino». Y sobre los resultados de sus cinco experimentos con el añil dice: «1° Que no se absorbe, o lo es muy poco, ni el índigo azul ni el índigo blanco, sea que se apliquen por la vía gástrica o por la subcutánea. 2° Que parece no tienen acción fisiológica general. 3° Que la única acción fisiológica bien determinada fue la de obrar como purgantes, ejerciendo sus efectos principalmente en las últimas porciones del intestino, efectos que duran largo tiempo y excitan fuertes contracciones intestinales. 4° Que el principio activo aun no está bien determinado químicamente». 


EL AÑIL

Indigofera añil. — Leguminosas. 

HISTORIA.

    Las plantas que producen añil son numerosas y conocidas desde la antigüedad. Los mexicanos las conocieron y las utilizaron tanto en la medicina como en la industria. Preparaban principalmente con la especie que nos ocupa el pigmento azul que ellos llamaban Hacehoitli o Mahuitli , y que nosotros llamamos añil. Este pigmento lo usaban para teñir, y las hojas, frutos y raíces de la planta para curar. Hacían con las hojas cataplasmas o cocimientos que aplicaban para calmar el dolor y excesivo calor de la cabeza de los niños, y con las semillas en polvo curaban las úlceras, etc. 

    El Sr. Dr. Vicente Cervantes al hablar del añil en su Ensayo para la Materia Médica Vegetal de México, refiere que es producido por la Indigofera tinctoria; que los chinos toman la planta al interior como antídoto del arsénico y del mercurio; y que poniendo en la boca un grano de añil para que desleído en la saliva pueda tragarse, se cura el hipo, según asienta el Padre Alzate en sus Gacetas. 

    El Dr. L. Oliva se limita a citar el índigo como un buen antiespasmódico; recomienda que se use la indigotina en vez del añil, y dice que la dosis en que se usa este último es de media onza. 

    Duchesne, en su Repertorio de las plantas útiles, dice: que la Indigofera mexicana tiene las mismas propiedades que las demás especies usadas en las Indias Orientales y otras partes del mundo donde usan la planta para curar los cólicos intestinales, la locura, las intermitentes y la epilepsia. 

    Según Grrosourdy, en las Antillas se le dan a la planta del añil varias aplicaciones medicinales. 

    O. Reveil, en su formulario de los medicamentos nuevos, del año de 1865, es uno de los pocos autores en que hemos visto citado el añil o índigo aplicado a la medicina en vez de la planta. Dice que es muy alabado para curar la epilepsia, en la que ha dado buenos resultados, y que se debe administrar según la fórmula que veremos después. 

    En la Materia Médica Colonial por A. Corre (1887), se dice que la Indigofera tinctoria es estomática, febrífuga, antiespasmódica y antiepiléptica; las raíces son diuréticas. Las semillas en polvo o las raíces en maceración de tafia de añil, son un buen medio de destruir los piojos, según Lharminier. 

    A medida que se han usado estas plantas, se les ha ido sustituyendo por su principio tintorial, aunque sin saber positivamente si ese pigmento sería o no la parte activa. 

    Pero ese es el hecho, y de allí ha resultado que figure ya el referido pigmento en los formularios de materia médica, recomendado especialmente contra la epilepsia. 

    Tal es por ejemplo el formulario de terapéutica aplicada del Dr. A. Ferrand (1890), cuyas fórmulas veremos en la parte respectiva. 

    El uso del índigo es popular entre nosotros. El vulgo lo aplica con éxitos sorprendentes algunas veces para combatir los empachos de los niños (enteritis con retención de materias indigestas). 

    Varios médicos mexicanos han usado también este pigmento para combatir sea los empachos de los niños, sea la eclampsia infantil, para cuya enfermedad la recomienda también el famoso clínico francés Jaccoud, indicando que se envuelva a los niños eclámpticos en una camisa teñida de añil. 

    De un trabajo inédito sobre la acción fisiológica del añil y sus indicaciones terapéuticas, hecho por los Dres. Manuel Domínguez y F. Altamirano, hace algún tiempo, hemos tomado algunos datos históricos sobre la substancia que nos ocupa y las experiencias fisiológicas que hicieron en los animales, los que expondremos en su lugar respectivo. En lo relativo a la historia copiamos lo siguiente: 

    «El añil, decía él Sr. Lucio, ha encontrado en la medicina práctica útiles aplicaciones para diversas enfermedades, y entre ellas contra la epilepsia, horrible neurosis que las más de las veces resiste a los esfuerzos médicos, y que cuando no mata al enfermo, degrada lastimosamente su inteligencia. Recomendado el añil por algunos médicos extranjeros, fue empleado por el Sr. Dr. Ladislao de la Pascua en una señora que llevaba ya largos años de padecer el gran mal epiléptico á pesar de los muchos recursos empleados en su favor, y esta señora al cabo de algún tiempo de tomar el añil, á la dosis de 3 á 4 gramos diarios, vio desaparecer el mal de una vez y para siempre. 

    »Pereira, en su obra de Materia Médica, 1854, que acaso es uno de los que más se ocupan del añil, en sus aplicaciones terapéuticas, dice á este respecto: que ha sido empleado en esos últimos años como medicamento, y que sus efectos fisiológicos fueron estudiados en el hombre enfermo por el Dr. Rhot». 

    En el periódico de la Academia de Medicina de México, publicado en 1838, pág. 75, se encuentra una nota del Sr. Dr. Manuel Carpió que en resumen dice: M. Noble comunicó a la Academia de Paris los resultados que había obtenido del empleo del índigo en la epilepsia. Curó con esa substancia a tres epilépticos antiguos: uno sufrió los ataques desde la edad de 10 años hasta los 18, otro desde los 4 años hasta los 20, y el tercero desde la edad de 20 años hasta los 39. Las dosis usadas fueron de 3 a 4 dracmas. En el primer enfermo se produjeron espasmos musculares análogos a los que provoca la estricnina. En los otros dos las mismas dosis sólo causaron diarrea bastante fuerte. El Dr. M. L. Noble, médico de Versalles, confirmó estos resultados y agregó que en ninguno de los enfermos ha producido el índigo accidentes en la dosis de 4 dracmas, sólo en uno de ellos se notaron contracciones musculares. 

    Por último, me parece oportuno indicar como dato histórico que el añil fue señalado el año de 1891 en el programa de los estudios anuales del Instituto Médico como uno de los productos medicinales del país, para ser estudiado en sus aplicaciones médicas. 

    Pasó desde luego este estudio áanumerosos que ya se tenían sobre esa droga, era suficiente para proceder desde luego a ensayarla en los enfermos del hospital. Así se hizo, y los resultados terapéuticos, que veremos más adelante, fueron publicados en el periódico del Establecimiento. 

    En seguida fue designado al Dr. Govantes para redactar el artículo relativo a esa substancia que debía aparecer en la obra de Materia Médica; pero la muerte nos lo arrebató prematuramente, los trabajos quedaron apenas comenzados y sin estudiarse por las otras Secciones varios puntos que se les iba a proponer. 

    Entre las cuestiones que habíamos convenido con el Dr. Govantes que se estudiaran, recordamos éstas: 

    Que se investigara rigurosamente la acción fisiológica y terapéutica del índigo azul y la del índigo blanco, así como la de algunos de los principales cuerpos del grupo del índigo, como la indigotina, la isatina, el indol, oxindol, dioxindol, etc.,, para cuyo estudio se prepararon unos de estos cuerpos y se pidieron al extranjero otros especiales, que obtuvimos cuando ya el Sr. Govantes no pudo estudiarlos. 

    Otra cuestión era que ensayara la planta del añil en el tratamiento de la epilepsia. 

    Y en fin, que se averiguara si en el índigo del comercio, que, como se verá, es una mezcla ele varios principios, ¿no habría alguno de acción fisiológica notable, tal vez tóxico, y al que se debieran especialmente los efectos terapéuticos del añil? Se comprende que si así fuera, esto nos explicaría la variabilidad de los efectos del índigo en el organismo humano observados por el Dr. Rhot, entre cuyos efectos, como dice este señor, hay unos que se parecen a los de la estricnina, y que se observan muy marcados en unas personas y en otras no. Igual variación se nota en las dosis: unas veces con 0.50 centigramos se manifiestan efectos enérgicos, y otras con 30 gramos no se produce nada notable. 

    Además, si a estas consideraciones agregamos que el índigo comercial es preparado por fermentación en condiciones variables de un lugar a otro y de un año a otro, en climas cálidos, etc., se comprende que debe ser un producto siempre variable de composición y que bien puede contener, en ciertas circunstancias, toxinas y microorganismos especiales, etc. 

    El estudio terapéutico del índigo, como se ve, es complexo, difícil y largo. Para completarlo era preciso dilatar mucho la publicación de este artículo ya anunciado, y en la disyuntiva de este aplazamiento indefinido o la publicación inmediata del material incompleto que ya se tenía sobre el asunto, optamos por lo segundo, porque lo juzgamos de interés y porque ya puede servir de guía a los prácticos para emprender estudios y aplicaciones diversas del añil cuando se les ofreciere. 

    Si la historia del añil en sus aplicaciones médicas es interesante y extensa, lo es más en lo relativo a la química. Ha dado lugar a multitud de derivados y compuestos diversos de los cuales no nos corresponde hablar aquí. Ha figurado en grande escala por sus aplicaciones tintoriales, llamando allá, hace algunos años, la atención de los químicos y de todo el mundo por su explotación industrial; pero hoy casi está olvidado y a nosotros sólo nos corresponde ocuparnos de él en sus aplicaciones médicas. 

BOTÁNICA.

    Indigofera añil, Linn. Mant. p. 292. Bot. Mag. t. 6,506. 

    Sub-arbusto de 1-2 metros de altura, cano-pubescente, con pelos aplicados insertados por el medio; hojas imparipinadas, de 10-12 centímetros de largo, pínulas en 3 o 6 pares, foliólos de 2 a 4 centímetros, variables en la forma, de lineal-oblongos a obovadooblongos, o casi obcordiformes, estipulas aleznadas; racimos plurífloros con el eje erguido y mucho más cortos que las hojas; flores de 6 milímetros de largo, pedúnculos cortos, calix muy corto, con dientes triangulares; estandarte con pelos en el dorso, orbicular, verdoso, alas oblongas, de color de rosa y de la longitud de la quilla, que es angosta; legumbres numerosas, lineal-oblongas, lisas, encorbadas hacia arriba, obtusamente 4-angulosas, con pico y 6-10 semillas. Vegeta en San Blas, Tepic, Hacienda de la Laguna, Córdoba y Regla. 

    Observaciones.— Es bien sabido que las indigóferas de las que se extrae la materia colorante, han sido cultivadas por muchos años, y que en consecuencia presentan variedades debidas a esta causa. El añil o índigo que se encuentra en el comercio proviene de varias especies, como son las Indigofera añil, argéntea, disperma y tinctoria; pero como la primera de las mencionadas ha sido una de las más conocidas, por esa razón la hemos tomado como tipo. La especie que representa la lámina adjunta a esta memoria, la consideramos como una variedad de la Indigofera añil, semejante a la variedad polyphylla de D. C., pero de la que se diferencia por el tamaño de los frutos, que son muy grandes en esta última, por lo que se le designa en Michoacán con el nombre vulgar de cornezuelo. 

    Descripción de la droga. — El añil del comercio se encuentra muy comúnmente en trozos irregulares que varían de tamaño entre un limón y una avellana, presentando siempre alguna o varias caras bien planas, indicando esto que provienen los pedazos de panes grandes de caras planas. El color es azul obscuro, con visos color de cobre, más perceptibles éstos en los lugares de frotamiento. Basta frotarlos con el dorso de la uña para hacer resaltar este aspecto cobrizo. Es ligero, quebradizo, sin olor, de sabor áspero y desagradable. Arde aproximándolo a una llama, desprendiendo humos obscuros cuando ya han ascendido, pero de color violado hermoso en el punto en que se desprenden cerca de la llama. Estos vapores se cristalizan en el mismo fragmento quemado, sobre todo cuando el calentamiento se ejecuta colocando el añil sobre una lámina. Los cristales son pequeños, brillantes y con reflejos morados, agrupándose con el aspecto de la limadura de hierro atraída por un imán. Estos vapores se condensan también fácilmente sobre cualquier cuerpo frío, pero no siempre quedan bien formados los cristales. Al quemarse el añil se desprende un fuerte olor repugnante y característico de este cuerpo. 

    Las cenizas que quedan son rojizas ligeramente, producen poca efervescencia con un ácido y no se disuelven totalmente en ácido clorhídrico diluido. La cantidad de cenizas que da el añil común es de un 75 por ciento. Encierra, pues, solamente el 25 por ciento de indigotina con las otras materias orgánicas solubles en agua y en alcohol. 

PARTE QUÍMICA.

    La composición del pigmento, tal como se le encuentra en el comercio ha sido analizado por diversos químicos eminentes. El índigo de Guatemala, por ejemplo, lo fue por Chevreul quien señala los componentes que siguen: 

        Amoniaco. 

        Materia verde. 

        Índigo blanco. 

        Extractivo. 

        Goma. 

        Resina roja o rojo de índigo. 

        Índigo azul o indigotina. 

        Carbonato de cal. 

        Peróxido de hierro. 

        Alúmina. 

        Sílice. 

    El índigo del comercio no es pues un principio inmediato puro, sino una mezcla de las diversas substancias que se acaban de indicar. Se considera como el principio inmediato más importante a la indigotina, que constituya la cuarta parte próximamente de la masa total de índigo. Se aísla agotando sucesivamente el añil por el agua, el alcohol y ácido clorhídrico. Se obtiene así la indigotina mezclada con sílice, de la que se separa en último término por medio de la sublimación. 

    La indigotina tiene los caracteres siguientes: es de un soberbio color violeta, inodora e insípida, volátil sin descomposición, bajo la forma de vapores de color de púrpura que se condensan en agujas color de cobre. 

Es azoada y tiene por fórmula C16 H5AzO ? Es enteramente insoluble en el agua, en el alcohol y en los ácidos y álcalis, diluidos. El ácido sulfúrico concentrado la disuelve, formando un bello licor azul, que se designa con el nombre de ácido sulfo-indigótico. Bajo la influencia del ácido nítrico y de otros reactivos se descompone y se transforma, dando origen a numerosos cuerpos. 

    El índigo azul es decolorado fácilmente, poniéndolo en contacto a la vez con un álcali y un cuerpo ávido de oxígeno, como glucosa, protosulfato de fierro, etc. Se cambia entonces en índigo blanco, que es soluble en los álcalis débiles y también muy ávido de oxígeno. Tan pronto como se pone en contacto del aire o de cualquiera substancia que le ceda oxígeno, pasa inmediatamente al estado de índigo azul, se hace insoluble y se precipita. 

    Se admite que el añil existe en la planta que lo produce al estado de índigo blanco, el que bajo la acción de la fermentación y de la oxidación del aire pasa a formar el índigo azul. De manera que no será indiferente para el medico administrar a un enfermo la planta del añil o el pigmento ya aislado, ni dar el índigo azul en vez del índigo blanco, ni propinar la indigotina en sustitución del índigo del comercio. 

Con lo que hemos dicho sobre la parte química de este cuerpo nos parece suficiente, para aplicar el índigo a la medicina. Así es que, omitimos a propósito referir la historia de todas sus aplicaciones industriales, y la de los numerosos cuerpos a que ha dado origen, así como exponer los procedimientos industriales de preparación. 

PARTE FISIOLÓGICA.

    Los efectos fisiológicos del añil, según las observaciones del Dr. Rhot en los enfermos, son los siguientes: 

    Poco tiempo después de haberle tomado el paciente experimenta una sensación de constricción en las fauces y la impresión de un sabor metálico en la lengua, en seguida náuseas y frecuentemente vómitos. La intensidad de estos síntomas varía con los diferentes casos; en algunos el vómito es tan violento que impide se siga el uso del remedio, y las materias vomitadas no presentan particularidades sino en su color. Cuando el vómito sobreviene, hay comúnmente diarrea, las evacuaciones son más frecuentes, líquidas y de un color azul o negruzco. Los vómitos y la diarrea son acompañados frecuentemente de cardialgias y de cólicos; algunas veces estos síntomas aumentan a tal grado que impiden se siga empleando el medicamento. Algunas veces sobrevienen dispepsias y vértigos, la orina toma un color moreno obscuro, pero el Dr. Rhot jamás ha encontrado la materia tintorial tiñéndola. Después de una semana de usar el índigo, se ha observado tirantez en los músculos como la que se sigue al uso de la estricnina. Hasta aquí el Doctor Rhot. 

    El índigo no ha sido objeto de estudio fisiológico en los animales, al menos que nosotros sepamos, no obstante las numerosas obras que hemos consultado, como se verá en la bibliografía. Y sin embargo de esto ha sido muy usado ya en la terapéutica por los médicos, y aún hoy se le recomienda en los nuevos formularios. Estas consideraciones y sobre todo que es un medicamento popular entre nosotros, producido por una planta del país o aclimatada, nos obligaron a considerar esta medicina en nuestro programa de estudios anuales como ya dijimos. 

    Experimentación fisiológica . — Hace algunos años que en compañía del Sr. Profesor de Terapéutica Dr. M. Domínguez, practiqué varios experimentos en animales, administrándoles el índigo azul y el índigo blanco, ya por la vía subcutánea, ya por la vía gástrica. Nos proponíamos averiguar cómo se absorbía este pigmento insoluble y su acción sobre el intestino y sobre el sistema nervioso. El objeto de esos experimentos era resolver los puntos siguientes: 

    1° ¿El añil diluido en agua puede ser absorbido? 

    2° Si se absorbe ¿hacia qué aparatos o tejidos dirige su acción? 

    3° Deducciones terapéuticas que ministren sus efectos fisiológicos. 

    4° Dosis a que puede y debe ser empleado para obtener los efectos de su indicación. 

    Nos pusimos la cuestión primera por dudar que una substancia insoluble, según hemos apuntado, en la generalidad de los menstruos, pudiera ser absorbida sin previa modificación substancial. Para averiguar si esto es cierto y cuál sea la transformación o modificación indicada hicimos el siguiente experimento: 

    Primer experimento. — A un perro de talla mediana y flaco pero de carácter vivo, le inyectamos dos gramos de añil diluidos en agua. Al día siguiente el animal estaba triste, comía bien y evacuaba con pujo y con dolor materias duras y semisólidas de color verdoso. Se examinó el lugar de la inyección, abriendo la piel y disecándola en cierta extensión para averiguar la cantidad que se hubiera absorbido del índigo. Se encontró que la mayor parte, casi todo el líquido azul inyectado se había conservado en el tejido subcutáneo, y se anunciaba que el índigo estaba en vía de reducción, a juzgar por las vetas de color verde que se destacaban sobre el líquido azul. De esta experiencia inferimos, que probablemente sólo parte del índigo se había reducido y que se había absorbido un principio que obró como purgante. Este principio podía ser el índigo mismo que se hubiera reducido a un estado soluble o bien alguno otro de los que forman la pasta azul del comercio. 

    Segundo experimento. — Para averiguar si el índigo reducido se absorbía, hicimos lo siguiente. Preparamos índigo blanco, según la fórmula que veremos después, y se inyectaron 30 gramos de esa solución a un perro pequeño en el tejido subcutáneo de un costado. Durante la operación no pudimos evitar que penetrara algo de aire en la jeringa, produciendo la oxidación de una porción del añil. 

    El perro no dio indicios de dolor durante la inyección, ni se presentaron fenómenos imputables a la absorción de la substancia. En 24 horas no evacuó el animal. Examinado el líquido inyectado en el lugar de la incisión, abriendo los tejidos, se encontró que todo el índigo blanco había pasado al azul, esto es, se había oxidado y que había desaparecido una parte del líquido. Este hecho nos probaba que aun en los tejidos subcutáneos se oxida rápidamente el índigo blanco, y que no es absorbido ó, por lo menos, que si lo es será en proporciones pequeñísimas. 

    Para comprobarlo repetimos el mismo experimento dos veces, teniendo cuidado en los dos de evitar completamente la introducción de aire en la jeringa. Así logramos ver que el índigo blanco no se absorbe rápidamente y que, si es cierto que se transforma en azul debajo de la piel, no lo hace tan pronto como en el aire, pues que una o dos horas después de inyectado lo encontrábamos aún sin haberse cambiado del todo en índigo azul. 

    Como se ve, con el índigo blanco no se produjeron fenómenos generales, ni los efectos algo purgantes que se presentaron cuando se inyectó el índigo azul, lo que parece indicar que si en uno y otro caso se ha absorbido el índigo blanco en cantidades pequeñas no causa en esa dosis ninguna perturbación, ni se deben imputar a él los efectos purgantes que se observaron con el índigo azul. 

    Tercer experimento. — Para darnos cuenta de la acción que pudiera ejercer el índigo blanco sobre los tejidos, inyectado por la vía intravenosa, practicamos otros experimentos, cuyo resultado es en resumen el siguiente : 

    Introduciendo por la arteria crural solución de índigo blanco y recogiendo a la vez la sangre de la vena, notamos que la sangre no salió azul, pero que sí se tiñeron de este color todos los tejidos del miembro inyectado. 

    En otro experimento introdujimos, con las precauciones aconsejadas, por una de las venas crurales, 180 centigramos cúbicos de solución de índigo blanco. El animal murió a las tres horas, no precisamente por la inyección, pues se le había practicado también una operación en el vientre poco antes. La autopsia nos manifestó lo siguiente como más notable: los músculos y' tejidos conjuntivos, después de algún tiempo de recibir directamente «el contacto del aire, tomaban una coloración más obscura y aspecto opalino, lo mismo que la mucosa gastro-intestinal después de lavada. La mucosa de la vesícula biliar azulada. Los riñones estaban abultados, de color obscuro. Lavándolos dejaban percibir un tinte azulado en sus pirámides. En la orina que contenía la vejiga, nada notable, ni tampoco en la que recogimos durante la vida. Los gánglios mesentéricos eran de color azul, casi negro. Los pulmones presentaban placas de color azul. El músculo cardíaco de color obscuro, pero su tejido grasoso claramente azulado. En las meninges y cerebro nada notable. Por último, en la sangre se encontraron los caracteres espectroscópicos normales, los glóbulos con su coloración propia y la fibrina teñida de azul. 

    De estos experimentos inferimos que el índigo blanco parece no producir prontamente fenómenos generales en el organismo; que se oxida rápidamente al contacto de la sangre, tal vez tomando el oxígeno de los glóbulos sin alterarlos ni unírseles. Según parece obra sobre ellos, como lo hacen los elementos anatómicos normales, que toman el oxígeno que necesitan sin privar al glóbulo de la propiedad de volverse a cargar de él. Por último, que una vez transformado el índigo blanco en azul, se deposita éste en los diversos tejidos tiñéndolos. 

    Con los experimentos preliminares anteriores algo habíamos entrevisto de la solución a las dos primeras cuestiones que nos habíamos puesto, a saber: si el añil desleído en agua era absorbido por el tejido subcutáneo, y en caso de serlo, hacia qué órganos o funciones dirigía principalmente su acción. Decimos que algo habíamos entrevisto porque ya podíamos responder respecto de la primera cuestión, que no se absorbe el añil prontamente ni en totalidad, sea que se inyecte al estado de índigo azul o bien de índigo blanco. Con respecto a la segunda cuestión aunque menos podemos decir, sí obtuvimos indicios de que, en caso de ser absorbido el añil en fuerte dosis, no es de temerse que produzca graves y rápidos desórdenes en la economía; que aun cuando el índigo blanco es muy ávido de oxígeno y era de temerse que una vez en el torrente circulatorio redujese la hemoglobina alterando los glóbulos y causando los trastornos consecutivos a esta alteración, no es así probablemente, sino que sólo los desoxigena sin alterarlos; y por último que el aparato al cual se dirige especialmente la acción del añil parece ser el gastro-intestinal. 

    No pudiendo ocuparnos más tiempo en repetir los experimentos para dilucidar las cuestiones, pasamos a investigar lo relativo al aparato digestivo. Es decir, si se absorbía por él, el añil, y la acción de éste sobre todo el aparato gástrico. 

    Cuarto experimento. — A un perro le extrajimos de su vientre una asa intestinal a la que pusimos dos ligaduras que entre una y otra comprendieron cosa de un decímetro del intestino, e inyectamos dentro de esta porción así aislada del resto del tubo digestivo, 20 centímetros cúbicos de solución de índigo blanco. Una hora después abrimos la porción ligada del intestino y encontramos casi todo el líquido allí depositado, de un color verdoso, la mucosa intestinal ligeramente azulosa y una solitaria que allí había, de un azul intenso. Raspando con el escalpelo la membrana interna del intestino, encontramos el tejido submucoso con su coloración natural, pero a los pocos momentos azuleaba visiblemente. 

    Este experimento indicó, a nuestro modo de ver, dos cosas: 1° Que el índigo blanco no pasa rápidamente al estado de índigo azul dentro del intestino, sino que lentamente se oxida. 2° Que es absorbido, aunque poco, por la mucosa intestinal, al estado de índigo blanco, pero no sabemos qué tanto tiempo pasa después de ser absorbido para oxidarse completamente y volver al estado de índigo azul. 

    Este experimento fue repetido, pero poniendo dentro de dos porciones contiguas de intestino, aisladas por ligaduras, en una, solución de índigo blanco y en la otra índigo azul desleído en agua. Se colocó el intestino otra vez dentro del vientre y esperamos hasta el día siguiente. Al fin de este tiempo abrimos las dos porciones ligadas del intestino y encontramos en la que encerraba índigo blanco, éste apenas de color verdoso, mientras que el índigo azul de la otra porción no había variado de coloración. Una gran parte del líquido se había absorbido en ambas porciones. Buscamos si los linfáticos, sus ganglios o los vasos mesentéricos presentaban coloración azul, pero no fue posible descubrir nada. Si este experimento no nos enseñó nada respecto al transporte del pigmento por los vasos absorbentes, sí nos volvió a demostrar que el índigo blanco no es fácilmente absorbido ni aun por la mucosa intestinal. 

    Quinto experimento. — Habiéndonos formado el juicio de que muy poco se absorbía el índigo por el intestino o por el tejido subcutáneo, aun cuando se usase el índigo blanco, nos propusimos ya no ocuparnos sino de observar en el perro los efectos que produjera el añil obrando tópicamente sobre el aparato gastro-intestinal. 

    A un perro de gran talla se le hizo ingerir a las 5 p.m. con la sonda esofagiana la dosis de 10 gramos de añil desleído en agua. Se le colocó convenientemente para poder ser recogidas las orinas y examinados los excrementos. 

    Al día siguiente se habían reunido 150 centímetros cúbicos de orina, de un color muy obscuro y que encerraba una gran cantidad de urea. Se investigó por los medios aconsejados en clínica si contenía indican en mayor cantidad que la normal, pero no se obtuvo ningún resultado digno de notarse. 

    En cuanto a los excrementos se pudo notar que el perro había defecado cinco veces; que las materias fecales eran, unas, pastosas, y otras líquidas, mucosas y sanguinolentas, estaban teñidas de azul verdoso y además contenían sangre roja ya mezclada íntimamente en toda la masa, ya depositada en estrías sobre la superficie. 

    Se repitieron varios experimentos como el anterior, administrando unas veces índigo azul y otras índigo blanco, obteniendo siempre los efectos purgantes más o menos intensos. Algunas veces observamos que los animales defecaban con tanto pujo y frecuencia, que arrojaban en vez de heces, gotas de sangre pura. Notamos también que los efectos purgantes no se hacían sentir con intensidad sino hasta pasadas 14 o 16 horas y duraban el tenesmo y frecuencia de excrementación hasta 4 o 5 días. Las dosis variaron de 10 a 15 gramos de añil del comercio. El índigo blanco a la dosis de 50 a 100 c. c. de solución, producía casi los mismos efectos. Nunca vimos que se presentaran vómitos ni tampoco fenómenos de intoxicación, ni ninguna perturbación del organismo. 

    Con estos experimentos nos convencimos de que el añil es un purgante enérgico cuya acción se prolonga mucho y se ejerce particularmente sobre las últimas porciones del intestino. Las deducciones terapéuticas que muestran estos efectos fisiológicos del añil sobre el aparato gastro-intestinal, las veremos al ocuparnos de la parte terapéutica, lo mismo que lo relativo a las dosis en que deberá ser empleado para obtener los efectos de su indicación, que eran las dos últimas cuestiones que nos propusimos resolver. 

    Reasumiendo los resultados que se obtuvieron de toda la experimentación fisiológica, diremos: 

    1° Que no se absorbe, o lo es muy poco, ni el índigo azul ni el índigo blanco, sea que se apliquen por la vía gástrica o por la subcutánea. 

    2° Que parece no tienen acción fisiológica general. 

    3° Que la única acción fisiológica bien determinada fue la de obrar como purgantes, ejerciendo sus efectos principalmente en las últimas porciones del intestino, efectos que duran largo tiempo y excitan fuertes contracciones intestinales. 

    4° Que el principio activo aun no está bien determinado químicamente. 

PARTE TERAPÉUTICA.

    Según lo expuesto en la parte histórica, el añil y la planta que lo produce se han aplicado a la curación de las afecciones del sistema nervioso principalmente, y como purgante. 

    Lo han usado los médicos, puede decirse de todas partes del mundo, y es aun hoy día una medicina popular entre nosotros contra la alferesía de los niños y el empacho en los mismos. 

    Se ha recomendado especialmente el añil contra el hipo, los cólicos intestinales, la locura, la corea, la icteria, y sobre todo la epilepsia. 

    En cuanto a la planta del añil, se le ha usado como vulneraria, como estomática, como febrífuga, antiespasmódica o antiepiléptica, y como diurética, y en fin, el polvo de las semillas y de las raíces como insecticida para los piojos. 

    Como medicamento contra la epilepsia fue aplicado por el Sr. Dr. Juan Govantes a numerosos enfermos del hospital de San Hipólito. Los resultados los copio íntegros, tales como se publicaron en el periódico «El Estudio.» 

    Informe del Dr. Govantes. — Junio de 1891. — 

    «Se ha empleado esta substancia en algunos enfermos epilépticos por gozar en el vulgo de propiedades curativas para esta afección. Se eligieron cinco enfermos que padecían desde hacía algún tiempo de ataques con la forma de gran mal y clasificada su epilepsia de esencial, por no haber podido determinar la causa que la producía. La dosis que se ha empleado es la de 0.40 centigramos de polvo de añil en una toma, y se ha sostenido dicho tratamiento durante seis meses. 

    »Comparando el número de ataques sufridos por estos enfermos bajo la influencia de los bromurados en este mismo período de tiempo con el que han tenido con el tratamiento del añil, el resultado es el siguiente: 

                                    Con los bromurados.                                 Con el añil. 

                                        G. M.      P. M.                                     G. M.        P. M. 

Carlos Alvarez...                141. ..12 6 meses.                                139.       ..1  6 meses. 

Jesús González...                 36.. .39       "                                         23.      .. 0 „ 

Vicente Munguía.                 65.. .21       "                                          77.     .. 0 „ 

Nicolás Posadas..                 107... 1 5     "                                        140.       ..0 5 „ 

    »Por las cifras anteriores, se observa desde luego que ha habido muy poca diferencia en el número de ataques que han tenido estos enfermos bajo la influencia del diverso tratamiento. 

    »Carlos Álvarez ha tenido dos ataques de diferencia. Jesús González ha tenido 13 ataques menos con el tratamiento del añil. Vicente Munguía 12 ataques más y Nicolás Posadas 37 también más con este trabamiento. Sin embargo de que a primera vista aparece que el número de ataques aumentó en Munguía y Posadas, se debe considerar que si a estos enfermos se les hubiera dejado sin tratamiento alguno, el número de ataques hubiera sido excesivo, como pasa con estos enfermos cuando se les suspende el bromuro. En el segundo de los individuos hubo una diferencia de 13 ataques menos, lo cual demuestra que en algunos casos podría sustituir esta substancia a los bromurados, cuyo uso continuado causa tantas molestias a estos desgraciados enfermos. Nuevas experiencias me propongo hacer, y sobre todo un estudio comparativo de algunos enfermos sin tratamiento alguno y de otros sujetos al tratamiento por esta substancia, que vendrán a demostrar si es cierta o no la acción curativa de esta substancia en algunos casos de epilepsia. 

    »En dos enfermos del Consultorio se ha ensayado el añil por el Dr. Huici, con buen éxito; a uno de estos enfermos le daban 2 y 3 ataques en el día, y se ha conseguido con el añil, a la dosis de 0.20 centígramos (es un joven de 12 años), que se suspendan dichos ataques hasta por ocho días». 

    Después de dar este informe continuó el Dr. Govantes el mismo estudio en sus enfermos epilépticos del hospital de San Hipólito, usando siempre la dosis de 0.40 centigramos, y de todas sus observaciones hasta el año de 1893, resulta que se puede considerar el añil cómo un medicamento que puede mejorar, cuando menos, a los epilépticos, y alternarlo con los bromurados para evitar un tanto los inconvenientes de estos últimos. Hay que advertir que el Dr. Govantes no pasó la dosis de 0.40 centigramos, que es probablemente muy corta, pues que según la práctica de varios médicos se debe dar el añil a la dosis hasta de 16 a 20 gramos al día en los epilépticos. En cambio, con 0.40 centigramos no se han producido trastornos intestinales, pues que no los señala el Dr. Govantes. 

    Otra de las aplicaciones útiles del añil, tal vez la principal, es para curar el empacho de los niños. Se llama así entre nosotros, una enterocolitis producida y sostenida por la retención obstinada de cuerpos indigestos generalmente al nivel del ciego. Sobre esta afección tan común en los niños, tan conocida por el vulgo y tan grave y rebelde frecuentemente a los tratamientos médicos, consúltese una buena tesis inaugural del Dr. Gregorio Vargas, del año de 1873, publicada en México. Refiere numerosas historias, a cual más interesante, de niños empachados, recogidas por nuestras notabilidades médicas y discutidas entre ellos mismos. Presenta además el cuadro patológico completo de la enfermedad y los medios puestos en práctica para curarla. Entre estos medios cita al añil. He aquí textualmente lo que dice: 

    «El añil flor dado solo lo usan también mucho, tiene la composición siguiente: Además de una resina roja soluble en el alcohol, tiene otra rojo-verdosa soluble en el agua, carbonato de cal, alúmina, silisa, óxido de fierro en mucha cantidad: contiene además a un principio inmediato, descubierto por Chevreul, llamado indigotina.1 ¿Cuál de estas substancias obra como purgante? No lo sé ni tampoco lo he visto usar: las veces que el Sr. Liceaga lo ha aplicado, según me ha dicho, no ha obtenido ningún resultado satisfactorio.» 

            1 Análisis tomado del Diccionario de Medicina de P. H. Nysten. — 1858. Artículo añil. 

    No anima ciertamente a usar el añil lo que se acaba de decir; pero tampoco hay que abandonar su aplicación en los casos de empacho. Si recorremos los medios empleados contra esa enfermedad recomendados en dicha tesis, resalta desde luego que los principales son purgantes, a veces de los más enérgicos, como el aceite de croton, y que casi son los únicos medios verdaderamente útiles para curar el empacho. En consecuencia, el añil está perfectamente indicado. Ya vimos que obra enérgicamente y por muchos días sobre las últimas porciones del intestino, y que excita fuertes contracciones intestinales. Además, ejerce una acción calmante sobre el sistema nervioso, tan comprometido en diversos sentidos durante el empacho. 

    Pudiera, pues, muy bien obrar tanto como evacuante poderoso, como por acción tópica especial sobre la inervación intestinal, primero, y general, después de absorbido. 

    Está, pues, el añil perfectamente indicado como remedio especial para combatir el empacho. Una vez más veremos aquí, comprobando la ciencia, los usos vulgares de una medicina tradicional. 

    Agregaré con este motivo lo que últimamente se dijo en el 2° Congreso Médico Mexicano que se reunió el año de 1894. En la Sección de terapéutica leyó el Dr. Alcacio un trabajo sobre el añil, recomendándolo ardientemente como excelente medicina contra el empacho, a la dosis de 0.50 centigramos a 1 gramo. Citó los buenos resultados que había obtenido en su extensa práctica el Sr. Dr. A. Dugés, residente en Guanajuato, y algunos otros médicos. 

    El Dr. Armendáriz apoyó, refiriendo casos prácticos, lo dicho por el Dr. Alcacio. El Dr. S. Morales opinó como el Dr. Alcacio y además expuso sus ideas sobre la acción tópica antinerviosa que podría ejercer el añil sobre la mucosa intestinal. Las dosis fueron un punto de discusión interesante, y se convino que habría que comenzar, en los individuos cuya susceptibilidad aún no se conocía, por dosis de 0.25 á 0.50, y elevarlas después. 

    Por último, se dijo que tanto el Dr. Dugés, como los Dres. Armendáriz y Altamirano, habían tenido en su práctica casos serios de efectos purgantes enérgicos del añil aun con dosis de 0.40. 

    En la eclampsia de los niños se aplica también muy comúnmente el añil. En la Huaxteca es un remedio popular y de grande aceptación la tinta del añil dada a tomar a los niños con alferesía. Se usa también envolverlos en una camisa teñida de azul de índigo, sin que se explique cómo pudiera obrar esa substancia por este medio. 

    Preparaciones y dosis. — Vamos a señalar cómo preparamos el índigo blanco que nos sirvió para la experimentación fisiológica, según lo prometimos, pues que este preparado podría usarse también en el hombre. 

    Se pesan partes iguales de cal viva, de protosulfato de hierro y de añil; se pulverizan separadamente, se deslíen en agua y se mezclan, agregando más líquido de manera que haya 500 partes de éste por 15 de materia sólida, se coloca la mezcla en una botella que se llena del todo y se tapa herméticamente. 

    Desde luego comienza a decolorarse el índigo, y al siguiente día se encuentra un sedimento en el fondo y un líquido de color de oliva por transparencia y azul obscuro por reflexión. Este liquidó contiene el índigo blanco que puede aislarse si se quisiere por varios procedimientos; su sabor es desagradable, e inmediatamente que se pone en contacto con el aire toma color azul, debido a la formación del índigo azul que se precipita en copos insolubles. Esta oxidación se evita casi totalmente mezclando el líquido con jarabe o mejor con miel virgen. La mezcla queda entonces de color verde pero transparente, sin formarse ningún precipitado insoluble al contacto del aire.

    El polvo del añil se puede administrar directamente por la boca, pero es muy desagradable. Se soporta bien encerrándolo en cápsulas. 

    Como purgante ventajoso contra el empacho, se usa la fórmula siguiente: 

Aceite de ricino 30 gramos. 

Añil en polvo fino 0.50. 

La mezcla se hace bien y se toma fácilmente. 

    El Dr. A. Ferrand, en su Formulario de terapéutica aplicada, da las fórmulas siguientes: 

Indigo 0.20 

Castóreo 0.20 

Asafétida 0.40 

para 20 pildoras. (Podracca.) 

Otra: 

Polvos de indigo 15 gramos. 

Polvos aromáticos 2 ,, 

Excipiente c. b. 

Opiata contra la epilepsia. (Idler.) 

    Según el Dr. A. Ferrand, se puede administrar el índigo desde 1 a 30 gramos. 

    Según el Dr. A. Dugés, las dosis purgantes en los niños son de 0.50 a 1 gramo. 

    Fórmula del Dr. O. Eeveil . — Mixtura contra la epilepsia. 

Miel, 30 gramos. 

índigo pulverizado, de 20 a 30 gramos. 

Mézclese y tómese en el día. 

BIBLIOGRAFÍA.

Duchesne. Repertorio de las plantas útiles y de las venenosas del Globo, 1836, Paris. 

Grosourdy. El Médico Botánico Criollo, 1864, Paris. 

O. Reveil. Formulario Razonado de los Medicamentos Nuevos, 1865, Paris. 

Guibourt. Historia Natural de las Drogas Simples, 1867, París. 

Resumen de la Materia Médica y toxicológica colonial por A. Corre y E. Lijanne, 1887, París. 

Formulario de Terapéutica Aplicada por el Dr. A. Ferrand, 1890, París. 

“El Estudio.” Periódico del Instituto Médico Nacional. México, 1891 a 1893. 

El Nuevo Judío. Apuntes que servirán para la formación de la flora de Yucatán. Mérida, 1890. 

Pereira Jonatham. Elementos de Materia Médica, 1854, Londres. 

Dr. Gregorio Vargas. Tesis inaugural. México, 1873, titulada: ¿Existe el empacho en los niños? 

Periódico de la Academia de Medicina de México, tom. III, 1838. 

El Añil. Estudio Médico de los Dres. Manuel Domínguez y F. Altamirano, 1880, México. — Inédito. 

El Padre Alzate. Gacetas de Literatura, tomo II, 1790. 


Fernando Altamirano. 































lunes, 23 de noviembre de 2020

El Simonillo. 1894

El Dr. Fernando Altamirano publica su artículo «El Simonillo» en la primera parte de los Datos para la Materia Médica Mexicana, de 1894. En este artículo, él detalla la descripción botánica de la planta conocida científicamente como Conyza filaginoides D. C., y vulgarmente como zacachichic y como falso zacatechichi, la historia de su conocimiento, así como su composición química, acción fisiológica y aplicaciones terapéuticas. De esta planta, Altamirano obtuvo un principio amargo, amorfo, de color amarillo verdoso y transparente, soluble en el agua y en el alcohol, poco en el éter y en el petróleo, que consideró un glucósido, al que llamó laennesina, o laenesina. Concluye que este principio amargo del simonillo, la laennesina, tiene una acción fisiológica general enérgica, obrando, según parece, especialmente sobre la sangre. y que la muerte de los animales al inyectárseles, puede ser debida a la infección general favorecida en alto grado por la acción alterante de la laennesina. Sobre la acción terapéutica del simonillo, observa que desde la antigüedad se ha considerado como propio para combatir ciertas afecciones gastrointestinales, y en casos de catarro de las vías biliares. Sobre este aspecto indica que «los efectos han sido muy satisfactorios: se ha calmado el dolor, disminuido la icteria, y, sobre todo, ha visto producirse efectos colagogos muy notables». Sobre la absorción de la laennesina por vía oral, menciona que «se deberá favorecer especialmente para combatir los cólicos hepáticos, pues que parece que la laennesina modifica las funciones hepáticas, sobre todo, en lo relativo a la secreción biliar. Cuando hay esta modificación, parece que es acusada por la coloración negro-verdosa de la orina, así es, que será conveniente examinar ésta durante la administración del simonillo, para darse cuenta de los efectos de la medicina. Por último, que es de admitirse se aumente la energía de las contracciones del intestino, y que, en consecuencia, está indicada la laennesina como excelente tónico gastro-intestinal». 


EL SIMONILLO 

Conyza filaginoides D. C.


HISTORIA.

    Esta planta es usada tanto por el vulgo como por varios médicos desde hace mucho tiempo. El Sr. Prof. Alfonso Herrera la ha recomendado siempre en sus lecciones anuales en la cátedra de drogas de nuestra Escuela de Medicina, y refiere que desde que el Sr. Dr. Chacón, que sufría horriblemente de cólicos hepáticos, se alivió tomando esta planta en infusión, aumentó el crédito de esa droga, y su uso se generalizó entre los médicos. 

    Los primeros datos de las aplicaciones médicas del simonillo fueron tomados de la obra del I)r. Hernández, que lo designa con el nombre de zacachichic y no zacatechichi, que se ha tomado como sinónimo, y que realmente corresponde a otra planta muy diversa, como veremos después. 

    Zacachichic, dice el Dr. Hernández, significa yerba amarga. Describe dos plantas con este nombre, y las dos son amargas y medicinales. La principal, que corresponde a la Conyza de que nos ocupamos, la usaban las aztecas para producir diversos efectos terapéuticos. Daban, por ejemplo, el jugo que se podía exprimir de media onza de planta, humedeciéndola probablemente, para provocar la expulsión de la bilis y mucosidades por medio del vómito. La misma dosis aplicaban para excitar el apetito, combatir ciertos síntomas dispépticos y el meteorismo, para calmar la tos, etc. Por último, refiere el autor que esta planta nace en Tepetlaxtoc y Texcoco sobre terrenos planos e inclinados. No así el otro zacachichic que cita, que es de clima cálido y lugares pedregosos, y al cual en Yecapixtla llaman también chamolxochitl. 

    En el Teatro Mexicano, escrito por Fr. Agustín de Vetancourt en el año de 1698 y publicado en 1870, se lee en la pág. 171 del tomo I, en un artículo sobre el zacachichic, que esta planta era muy usada en México por los naturales; que usaban del zumo para purgar y evacuar por vómito cólera y flema; pero que no la daban a los que tenían calentura; que cura el ahito; despierta la gana de comer y aprovecha a los que se les aceda la comida, y en fin, que se usa del cocimiento en crister contra las ventosidades. 

    En el Ensayo para la Materia Médica, publicada en Puebla, al ocuparse de esta planta con el nombre de zacatechichi o simonillo, se le refiere al Baccharis amara, y se da como sinónimo del Erigeron gnaphalioides , K., lo que ahora se ha encontrado que es incorrecto, y se refiere que se usa vulgarmente para corregir las fiebres intermitentes, haciendo una infusión en una libra de agua con dos dracmas de la misma yerba y tomándola en ayunas por algunos días en cantidad de 4 a 6 onzas. 

    En el apéndice de la 2a. edición de la Nueva Farmacopea Mexicana se da como composición de la Laennesia parvifolia D. C., la siguiente: substancia amarga, neutra, amarilla e incristalizable, resina, tanino, goma. (Sandoval, Gaceta Médica, tomo XXII, página 351) . 

    En la tesis presentada en 1893 por el Sr. Gonzalo Castañeda para obtener el titulo de médico, se ocupa de las aplicaciones que ha hecho el Dr. Licéaga del simonillo, para combatir el catarro de las vias biliares, refiriendo que en 247 casos produjo los efectos apetecidos, trayendo el apetito perdido y normalizando la digestión gástrica, ya atenuando el dolor y disminuyendo la icteria; en fin, se vió palpablemente su papel eupéptico y colagogo. 

BOTÁNICA.

Botánica. — Conyza filaginoides, D. C., Prod. Y. pág. 376, sub nomine Laennecia filaginoides

Sinonimia vulgar. — Falso zacatechichi, zacachichic. 

    Tallo las más veces simple en la base y erguido, pero otras con dos o tres ramificaciones, semi-leñoso, con el aspecto gnafalioide , de 30 a 40 cent, de altura, redondeado, las ramificaciones superiores o muy cortas y terminadas por un capítulo, o de 3-4 cent, de longitud, y casi fastigiadas; hojas alternas, de 14-15 milímetros de largo por 2-4 milímetros de ancho, lineales, inciso-dentadas, dientes dirigidos hacia arriba, lanoso-aracnoideas así como el tallo, sobre todo en la porción superior; inflorescencias solitarias y terminales o formadas por dos o tres ' capítulos; capítulos heterógamos, discoideos, involucro campanulado, brácteas biseriadas, imbricadas, verdes en su centro, moradas en la punta, transparentes en los bordes y pelosas por fuera; receptáculo muy ligeramente convexo, alveolado y apenas franjeado; flores femeninas en la periferia, multiseriadas, corolas tubulosas, filiformes, lisas, truncadas y de i de la longitud del estilo; flores hermafroditas regulares, tubulosas, con el limbo ligeramente ensanchado y 5-dentadas; estambres incluidos; aquenas comprimidas, ovobadas, pelosas, vilano biseriado, serie exterior mucho más corta que la interior. Florece en Agosto y Septiembre. Vegeta en el Valle de México. 

    Observaciones. — En las boticas se vende con el nombre de simonillo, tanto esta especie como la Conyza parvifolia, D. C. No dudo que tengan la misma composición química, pues supongo que son simples variedades de una misma planta. Estudiando un ejemplar de la Conyza gnaphalioides , H. B. K., recogido por C. Gr. Pringle en la Sierra Madre de Chihuahua, encontré que tiene mucha analogía con la C. filaginoides, pudiéndose explicar lo numeroso de las ramificaciones y la forma más ensanchada de la hoja de la primera, por las condiciones especiales de los lugares en donde se han recogido estas plantas. Otro carácter que confirma, hasta cierto punto, la suposición de que estas tres especies son una misma, diferenciada por las condiciones del medio, consiste en el sabor amargo debido a una substancia que se encuentra en todas ellas. 

    En la tesis del Sr. Miguel Sandoval, se cometió el error de denominar esta planta, que por otra parte está mal descrita, con el nombre de Calea zacatechichi; lo que fue debido indudablemente a que con el mismo nombre vulgar de simonillo o de zacatechichi, se designan, según las localidades, tanto a la Calea como a la Conyza. Los caracteres botánicos que describe el Sr. Sandoval corresponden a la Conyza o simonillo y de ninguna manera podrían aplicarse a la Calea o zacatechichi verdadero. (J. Ramírez). 

    Caracteres microscópicos. — Toda la planta está cubierta de numerosos pelos fluxuosos, muy largos y la mayor parte formados de cuatro celdillas, las dos primeras muy cortas y las otras notablemente largas. La extremidad de los pelos aparece enrollada en espiral alrededor de los pelos contiguos, formando así un tejido tupido que protege a la planta. 

    La epidermis del tallo está formada por dos capas de celdillas; las más exteriores tienen un diámetro casi igual por todos los lados y limitan numerosos estomas; las celdillas de la segunda capa son un poco más largas en un sentido, de forma poliédrica y contienen mucha clorofila. El parenquima cortical está formado por celdillas arrendondas o esféricas, con un contenido abundante y granuloso que toma un color amarillo brillante bajo la acción del ácido sulfúrico y el iodo. En este tejido es en donde se encuentra el principio amargo de la planta. Los tejidos que forman la madera y la médula no presentan ningún carácter de importancia. La aquena tiene un vilano formado por pelos erizados de puntas en toda su longitud, y la esdermodermis está cubierta de pelos finos, simples y ligeramente bifurcados en su extremidad. (D. Cano y Alcacio.) 

QUÍMICA.

    Indicaremos con algunos pormenores los trabajos químicos para dar una idea de lo que llamamos ensayes preliminares. Estos ensayes se establecieron con objeto de averiguar lo más rápidamente posible los datos indispensables para hacer las primeras experiencias fisiológicas, llamadas también preliminares. Pero en uno y otro caso, esto es, tanto en lo relativo a la química como a la fisiología, se debían complementar después los datos preliminares. Así que, estos últimos no servían más que para prever el grado de interés que presentaría la planta propuesta al estudio y la marcha subsecuente de las operaciones que con ella se hicieran. 

    En lo relativo a la química se averiguó primero qué cantidad de extracto se obtenía con diversos vehículos, especialmente de los recomendados para los análisis inmediatos, y de los que puedan ser usados para la administración de los medicamentos. 

Resultó lo siguiente:1 

1 Los extractos se obtuvieron poniendo los líquidos unos después de otros en el orden que se citan, sobre la misma cantidad de materia.

En 100 partes, de planta hay: 

De extracto petrólico 1.90 por 100 

" "   etéreo 0.25 por 100 

" "   alcohólico [alcohol a 100°] 1.77 por 100

" "  acuoso próximamente 10.00 por 100

    En seguida se procuró determinar cuáles eran los principales constituyentes de cada uno de los extractos obtenidos. 

    El extracto A dado por la gasolina está constituido en su mayor parte por una materia grasa concreta, incolora, mezclada con una pequeña porción del principio amargo que le está íntimamente adherido. Además encierra también un principio resinoso que se puede aislar por lavaciones con alcohol absoluto. 

    Esta grasa deja desprender un olor intenso que recuerda al de la tela emplástica o de copal, debido a un principio esencial poco volátil que se determinó por medio de las reacciones microquímicas. 

    El principio amargo se caracterizó, además de su sabor amargo, por su solubilidad en el agua y la coloración amarilla verdosa intensa, que desarrolla al contacto de la sosa cáustica. 

    Al microscopio se ven en el extracto completo multitud de cristalitos finísimos en agujas, formadas por grasa probablemente. 

    El procedimiento de análisis fue el siguiente: 

    El extracto A se trató por agua hirviendo. El líquido separado después del enfriamiento para que se concretara la grasa, quedó de sabor muy amargo, y el extracto que dejó por evaporación era amarillento, amarguísimo, incristalizable y tomó color amarillo verdoso intenso por la sosa cáustica. La cantidad de este principio aislado por el agua fue muy pequeña. El agua simple primero y acidulada después no aisló ningún principio alcalóidico. 

    La porción lavada por el agua simple se lavó después en frío por solución acuosa de subcarbonato sódico, que casi no disolvió nada. Esta reacción caracterizó la grasa distinguiéndola de una resina. 

    El residuo lavado por subcarbonato se trató por alcohol absoluto hirviendo. Separado el líquido de lo in soluble, dio por evaporación un extracto poco amargo, insoluble en el agua simple, soluble en solución de subcarbonato, de reacción ligeramente amarilla por la sosa cáustica. Se tiñó intensamente con el azul de metilena. En vista de estas reacciones la consideré como resina mezclada con algo de principio amargo. Si este principio no fue disuelto por el subcarbonato que obró sobre el extracto antes del alcohol, fue debido a la protección que prestó la substancia grasa, dificultando la acción de la solución del carbonato. 

    Este residuo insoluble se saponificó con solución alcohólica de sosa, se agregó agua y se descompuso el jabón con ácido muriático, produciéndose un enturbiamiento fuerte lechoso. Con el éter sulfúrico se aisló el cuerpo precipitado y lo dejó libre por evaporación. 

Sus caracteres fueron los siguientes: 

Aspecto grasoso, transparente, incristalizado; produce mancha persistente y difusa en el papel; de olor fuerte igual al extracto primitivo dado por la gasolina; algo amargo; se colora en amarillo por la sosa cáustica y se disuelve totalmente en esta solución alcalina. 

    La ancusa lo colora en rojo intenso. 

    La conclusión sería que este cuerpo es un ácido graso que no cristaliza por las impurezas, o porque le falte tiempo para hacerlo, mezclado con algo del principio amargo y con esencia. 

    La cantidad que se obtuvo de extracto A fue de 0.39 para 20 gramos de planta, lo que corresponde a un 1.90 por ciento. ¿Esta cantidad es de tenerse en cuenta para la acción fisiológica? No probablemente, pues que la dosis que se usa es de 2 a 4 gramos de planta, y en esa cantidad es despreciable la proporción de grasa. 

    El extracto alcohólico de 20 gramos de planta pesó 0.355, o sea por ciento 1.77. Sus constituyentes son clorofila, resina, principio amargo en fuerte proporción y sales. 

En cuanto al extracto etéreo, como resultó en muy corta cantidad y encerraba mucha clorofila, lo abandonamos por el momento para ocuparnos con especialidad del extracto acuoso que era el que más aplicaciones podía recibir en la experimentación fisiológica. 

El extracto acuoso, cuyo peso fue cuando menos de 10 por ciento, estaba formado de sales, principios pécticos y del principio amargo en su mayor parte. Para obtener este principio casi puro se hizo lo siguiente: 

    Agotado el polvo de la planta por gasolina y éter sulfúrico, y en parte solamente por el alcohol absoluto, fue agotado por agua destilada. Se agregó a la solución acuosa alcohol absoluto para precipitar los principios gomosos, y filtrando y evaporando el líquido se obtuvo el principio amargo con los caracteres que siguen: 

    No precipita con los reactivos de los alcaloides. Sólo el molibdato de amoníaco dió precipitado moreno. 

    Con la solución de sosa cáustica produce una coloración amarilla verdosa intensa característica. 

    Con el ácido nítrico toma una coloración roja; con el clorhídrico coloración verdosa, y casi lo mismo con el sulfúrico. 

    Es amorfa, de color amarillo verdoso y transparente, muy amarga. Soluble en el agua y en el alcohol, poco en el éter y hacía en el petróleo. El amoníaco la disuelve bien pero no la deja al estado cristalino cuando se evapora el líquido. Espuma abundantemente por la agitación de su solución acuosa, siendo la espuma blanquísima y persistente. En vista de estos caracteres la consideramos como un glucósido, que llamaremos laennesina. Si no derivamos el nombre del glucósido de la palabra conyza, es por no dar lugar a confundirlo en el despacho de una receta, con la conicina, como se ha llamado también al principio tóxico de la cicuta. 

ACCIÓN FISIOLÓGICA.

    La primera experiencia que practicamos fue con el fin de saber cuál sería el efecto del simonillo sobre el estómago y si provocaba fenómenos generales siendo absorbido por la vía gástrica. 

    Para averiguarlo se hizo ingerir por medio de la sonda esofagiana, a un perro del peso de 10 libras el cocimiento de 20 gramos del polvo de simonillo en 200 gramos de agua, que llevaba en suspensión gran parte del polvo fino. A los 10 minutos de terminada la operación vomitó enérgicamente el perro, arrojando el líquido ingerido mezclado con una gran cantidad de mucosiclades. Los vómitos se repitieron tres veces con la misma fuerza y cesaron luego que se desembarazó el estómago de todo contenido, pues que el animal no expulsaba ya nada en los últimos esfuerzos. No se presentó síntoma alguno de acción general, probablemente tampoco hubo absorción de los principios de la planta, por haber sido expulsado el polvo prontamente. 

    Quedó, sin embargo, demostrado que el simonillo puede obrar como vomitivo, comprobándose con esto las tradiciones populares. 

    A un conejo de cuatro libras se inyectaron por una vena auricular 5 centímetros cúbicos del cocimiento de simonillo. El liquido inyectado estaba tibio y bien transparente, y de color café obscuro. Se calculó que la cantidad de extracto que se introdujo al sistema circulatorio sería como de 50 centigramos. 

    Como ya vimos en la parte química, este extracto acuoso está formado en gran proporción por la laennesina o principio amargo, que es el cuerpo que consideramos por ahora como el activo, y del cual queríamos determinar con esta experiencia en el conejo, cuál era la acción general sobre el organismo. El resultado fue que hasta las 2 horas próximamente de la inyección, presentó el animal síntomas marcados de paresia general, que aumentaron rápidamente hasta la parálisis. 

    Se hizó la respiración más y más lenta, lo mismo que los latidos cardíacos, y murió el animal a las tres horas después de la inyección. 

    A la autopsia, que se practicó inmediatamente después de la muerte, se encontró como más notable que los pulmones estaban normales; el corazón con grandes coágulos en ambas cavidades; los intestinos muy excitables a los frotamientos. Se contraían enérgicamente en los puntos frotados, y presentaban movimientos vermiculares exagerados. 

    La vejiga llena de orina negra y sanguinolenta. De reacción alcalina y sin glucosa. 

    Para comprobar si el simonillo alteraba la sangre, según parecía por la experiencia anterior, se repitió 

la misma experiencia en otro conejo, que murió rápidamente con convulsiones media hora después de la inyección. La muerte fue debida en este caso a la asfixia, según se comprobó por la autopsia, que nos presentó los pulmones con grandes equimosis subpleurales y atelectadeusos. Mas la orina estaba normal, puede decirse, porque era alcalina, amarilla, no contenía albúmina ni glucosa, ni era sanguinolenta. De manera que con este último experimento teníamos una manifestación de que en la primera no hubo asfixia, y que probablemente la causa de la muerte fue la alteración de la sangre. 

    Con el fin de comprobar esta alteración procedimos a inyectar en un tercer conejo la misma dosis de cocimiento de simonillo in natura (5 centímetros cúbicos) por la misma vía que en los anteriores. La operación se hizo el día 8 a las 5 p. m., y el conejo murió hasta el día 10 a las 2 p. m. 

    En cuanto a los síntomas que presentó más notables los podemos agrupar como sigue. En las primeras 24 horas la respiración se hizo lenta y superficial. Los latidos cardíacos poco intensos. La temperatura rectal bajó a 36 y la orina, que se arrojó en gran proporción, era verdosa, alcalina, contenía mucha albúmina, y materias colorantes de la bilis. En el lugar de la inyección apareció una rubicundez pronunciada, extensa, y en la oreja opuesta faltaban las contracciones y dilataciones rítmicas normales de los vasos sanguíneos. Examinada al microscopio la sangre tomada directamente de los vasos del animal, presentó los glóbulos rojos cubiertos de picos, y de coloración verdosa. Los glóbulos blancos normales. El conejo estuvo triste, apático y sin comer. 

    En las segundas 24 horas se notó lo siguiente: 

    El animal continuó triste y sin comer. Perdió la fuerza muscular a tal grado que no podía tenerse en pie. En la oreja inyectada se notó una equimosis extensa, siguiendo especialmente la distribución de los vasos sanguíneos y además edema, habiéndose encontrado por el Dr. Toussaint bacterias en la serosidad que se extrajo del punto edematoso. En la oreja opuesta había una palidez general, los vasos capilares contraídos, faltaban las contracciones rítmicas arteriales y no se conseguía producir rubicundez con los frotamientos y otras excitaciones. 

    La orina fue muy escasa, apenas se recogieron 20 centímetros cúbicos. Era amarilla y no verdosa como el día anterior y de racción marcadamente ácida. Encerraba mucha albúmina, y la urea en la proporción de 20 gramos por litro. 

    El examen de la sangre reveló lo siguiente: Hemoglobina 14 por ciento; glóbulos rojos deformados, representando los frutos del Datura y teñidos de color verdoso, los glóbulos blancos normales. 

    La temperatura del animal presentó oscilaciones; primero bajó a 35°; subió después a 38° y volvió a bajar al fin, no obstante que el conejo estaba en una estufa. 

    El animal quedó durante todo este tiempo completamente fláxido, sin poderse parar cuando lo intentaba y murió en medio de ligeros movimientos convulsivos. 

    Autopsia. — Pulmones densos y con extensas manchas equimóticas muy obscuras. Corazón contraído encerrando sangre líquida en ambas cavidades. Vesícula biliar muy retraída. Hígado cardíaco. Intestinos sin responder a las excitaciones mecánicas, amoldados unos con otros y repletos de sus materias ordinarias. El vaso muy obscuro y los riñones sin nada particular a la simple vista. 

    Después de esta experiencia no nos cabía duda de que el Simonillo era tóxico y de que la sangre se alteraba profundamente. Nos pareció también que se perturbaba profundamente la nutrición y que el hígado sufría alguna modificación grande, especialmente sus funciones biliares. 

Pero quedamos en duda de si todo ese trastorno del organismo dependía solamente de la misma inyección o bién de bacterias infecciosas que llevara o de pequeñísimos cuerpos en suspensión, y en parte también de la falta tan prolongada de alimentos en el conejo. 

    Así es que era preciso decidir en primer lugar si no había habido infección o trastornos mecánicos en la circulación por cuerpos en suspensión. 

    Con este fin se hizo esta otra experiencia. 

Se inyectó, como ya se ha dicho, en un conejo la misma cantidad de 5 centímetros ciíbicos de cocimiento de simonillo, pero en esta ocasión se agotó previamente a la planta por medio de gasolina, éter, alcohol y agua, de todos los principios que estos vehículos pudieron disolver. Con la planta así tratada se hizo el cocimiento. 

    La cantidad de extracto que contenían los 5 centímetros cúbicos debió ser muy corta a juzgar por la coloración poco subida que presentaba. Se cuidó de filtrar bien el liquido, el cual quedó muy transparente. 

    Pues bien, el resultado fue que no murió el animal. Quedó muy contento después de la operación, comía bien, orinó normalmente, los glóbulos sanguíneos no se encontraron alterados; la hemoglobina al 15 por ciento y la temperatura normal. Pero lo que sí se presentó, como en los conejos anteriores, fue la equimosis en el lugar de la inyección, más intensa en todo el trayecto del vaso inyectado y además edema muy marcado. Al siguiente día, esto es, después de 24 horas de la inyección, el animal presentaba un estado general perfecto y sólo se notó que en los lugares de la equimosis ya dicha se anunciaba la gangrena de los tejidos. 

    Como se ve, en esta experiencia faltaron los fenómenos generales de intoxicación y sólo se presentaron fenómenos inflamatorios locales del punto inyectado. 

    Por otra parte, recordemos que el líquido que se inyectó estaba privado casi totalmente del principio amargo. ¿Qué inferir de esto? Que el principio amargo, la laennesina, como la hemos llamado, es a la que debemos atribuir la producción de los fenómenos de intoxicación general que se han presentado en los conejos de las experiencias anteriores; pero también que al mismo tiempo hay una inoculación de gérmenes que producen una infección local. Ahora bien, es muy posible que de estas alteraciones sépticas locales partan toxinas y bacterias que alteren a todo el organismo, tanto más fácilmente, cuanto este organismo ya se encuentra con poca resistencia, por las modificaciones profundas que ha producido en él la laennesina inyectada al mismo tiempo.

    Reasumiendo lo expuesto, en todas estas experiencias preliminares estableceremos hasta más amplio informe estas dos conclusiones: 

    1. Que el principio amargo del simonillo, la laennesina, tiene una acción fisiológica general enérgica, obrando, según parece, especialmente sobre la sangre. 

    2. Que la muerte de los animales en experiencia puede ser debida a la infección general favorecida en alto grado por la acción alterante de la laennesina

    Las experiencias complementarias vendrán a dilucidar estas cuestiones. Entretanto pasemos a ocuparnos de las aplicaciones que el simonillo tiene ya en la terapéutica. 

APLICACIONES TERAPÉUTICAS.

    Desde la antigüedad se ha considerado el simonillo como propio para combatir ciertas afecciones gastrointestinales, y casi exclusivamente para estos casos. 

    Varios médicos lo usan como un amargo-tónico, en los catarros gástricos acompañados de dispepsia y falta de apetito. Pero el uso principal que le dan, es para curar los cólicos hepáticos, por medio de la infusión de la planta, tomándola diariamente en ayunas por largo tiempo. 

    El Sr. Dr. Eduardo Licéaga la ha aplicado, como ya se dijo, en numerosos casos de catarro de las vías biliares. Los efectos han sido muy satisfactorios: se ha calmado el dolor, disminuido la icteria, y, sobre todo, ha visto producirse efectos colagogos muy notables. 

    Las formas farmacéuticas que ha usado son: el cocimiento y el elíxir. El primero a la dosis como de 180 gramos, tomados en la mañana, y otra dosis igual después de los alimentos del medio día. 

    Como indicaciones sacadas de los efectos fisiológicos que hemos relatado, sólo podríamos decir: que se deberán evitar las dosis fuertes para no causar vómitos cuando se intente provocar la absorción del principio amargo; que esta absorción se deberá favorecer especialmente para combatir los cólicos hepáticos, pues que parece que la laennesina modifica las funciones hepáticas, sobre todo, en lo relativo a la secreción biliar. Cuando hay esta modificación, parece que es acusada por la coloración negro-verdosa de la orina, así es, que será conveniente examinar ésta durante la administración del simonillo, para darse cuenta de los efectos de la medicina. Por último, que es de admitirse se aumente la energía de las contracciones del intestino, y que, en consecuencia, está indicada la laennesina como excelente tónico gastro-intestinal. 

DOSIS Y MODO DE ADMINISTRACIÓN. 

  •     Fórmula contra los cólicos hepáticos. 

    Polvo de la planta entera sin tamizar 5 gramos. 

    Agua hirviendo 200 gramos.

    Hágase infusión por media hora, cuélese y tómese sin endulzar. 

    Se bebe en ayunas para facilitar la absorción del principio amargo, y se continúa la medicación por largo tiempo. Si se provocan náuceas se disminuye la dosis. 

    El extracto se podrá usar a la dosis de 0.20 a 0.50 cent. Se preferirá el extracto hidro-alcohólico. 

    La laennesina se podrá usar en las mismas dosis en forma de píldoras, para evitar las molestias del sabor amargo. Igualmente se cubrirán de kersatina para que ejerzan su acción localmente en el intestino. 

  •     Lavativa contra el meteorismo o la constipación.

Cocimiento de simonillo de 20 gramos por 500 de agua para una lavativa, cuidando que el enfermo la retenga algún tiempo, con el objeto de que se absorba algo del principio activo. 

Bibliografía

Teatro Mexicano, por Fr. Agustín Vetancurt, tom. I. México, 1698. 

— “Gaceta Médica de México”, tom. XXV, 1890, núm. 9, pág. 194. Efectos fisiológicos de los amargos. 

— Tesis inaugural del Dr. Gonzalo Castañeda, 1893, titulada: “Catarro de las vías biliares” (trescientes casos) . 

— Sandoval. “Gaceta Médica,” tom. XXII, pág. 351 (citado en la Farmacopea Mexicana) . 


Fernando Altamirano.