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Índice de documentos presentados sobre el Dr. Fernando Altamirano

lunes, 23 de noviembre de 2020

El Simonillo. 1894

El Dr. Fernando Altamirano publica su artículo «El Simonillo» en la primera parte de los Datos para la Materia Médica Mexicana, de 1894. En este artículo, él detalla la descripción botánica de la planta conocida científicamente como Conyza filaginoides D. C., y vulgarmente como zacachichic y como falso zacatechichi, la historia de su conocimiento, así como su composición química, acción fisiológica y aplicaciones terapéuticas. De esta planta, Altamirano obtuvo un principio amargo, amorfo, de color amarillo verdoso y transparente, soluble en el agua y en el alcohol, poco en el éter y en el petróleo, que consideró un glucósido, al que llamó laennesina, o laenesina. Concluye que este principio amargo del simonillo, la laennesina, tiene una acción fisiológica general enérgica, obrando, según parece, especialmente sobre la sangre. y que la muerte de los animales al inyectárseles, puede ser debida a la infección general favorecida en alto grado por la acción alterante de la laennesina. Sobre la acción terapéutica del simonillo, observa que desde la antigüedad se ha considerado como propio para combatir ciertas afecciones gastrointestinales, y en casos de catarro de las vías biliares. Sobre este aspecto indica que «los efectos han sido muy satisfactorios: se ha calmado el dolor, disminuido la icteria, y, sobre todo, ha visto producirse efectos colagogos muy notables». Sobre la absorción de la laennesina por vía oral, menciona que «se deberá favorecer especialmente para combatir los cólicos hepáticos, pues que parece que la laennesina modifica las funciones hepáticas, sobre todo, en lo relativo a la secreción biliar. Cuando hay esta modificación, parece que es acusada por la coloración negro-verdosa de la orina, así es, que será conveniente examinar ésta durante la administración del simonillo, para darse cuenta de los efectos de la medicina. Por último, que es de admitirse se aumente la energía de las contracciones del intestino, y que, en consecuencia, está indicada la laennesina como excelente tónico gastro-intestinal». 


EL SIMONILLO 

Conyza filaginoides D. C.


HISTORIA.

    Esta planta es usada tanto por el vulgo como por varios médicos desde hace mucho tiempo. El Sr. Prof. Alfonso Herrera la ha recomendado siempre en sus lecciones anuales en la cátedra de drogas de nuestra Escuela de Medicina, y refiere que desde que el Sr. Dr. Chacón, que sufría horriblemente de cólicos hepáticos, se alivió tomando esta planta en infusión, aumentó el crédito de esa droga, y su uso se generalizó entre los médicos. 

    Los primeros datos de las aplicaciones médicas del simonillo fueron tomados de la obra del I)r. Hernández, que lo designa con el nombre de zacachichic y no zacatechichi, que se ha tomado como sinónimo, y que realmente corresponde a otra planta muy diversa, como veremos después. 

    Zacachichic, dice el Dr. Hernández, significa yerba amarga. Describe dos plantas con este nombre, y las dos son amargas y medicinales. La principal, que corresponde a la Conyza de que nos ocupamos, la usaban las aztecas para producir diversos efectos terapéuticos. Daban, por ejemplo, el jugo que se podía exprimir de media onza de planta, humedeciéndola probablemente, para provocar la expulsión de la bilis y mucosidades por medio del vómito. La misma dosis aplicaban para excitar el apetito, combatir ciertos síntomas dispépticos y el meteorismo, para calmar la tos, etc. Por último, refiere el autor que esta planta nace en Tepetlaxtoc y Texcoco sobre terrenos planos e inclinados. No así el otro zacachichic que cita, que es de clima cálido y lugares pedregosos, y al cual en Yecapixtla llaman también chamolxochitl. 

    En el Teatro Mexicano, escrito por Fr. Agustín de Vetancourt en el año de 1698 y publicado en 1870, se lee en la pág. 171 del tomo I, en un artículo sobre el zacachichic, que esta planta era muy usada en México por los naturales; que usaban del zumo para purgar y evacuar por vómito cólera y flema; pero que no la daban a los que tenían calentura; que cura el ahito; despierta la gana de comer y aprovecha a los que se les aceda la comida, y en fin, que se usa del cocimiento en crister contra las ventosidades. 

    En el Ensayo para la Materia Médica, publicada en Puebla, al ocuparse de esta planta con el nombre de zacatechichi o simonillo, se le refiere al Baccharis amara, y se da como sinónimo del Erigeron gnaphalioides , K., lo que ahora se ha encontrado que es incorrecto, y se refiere que se usa vulgarmente para corregir las fiebres intermitentes, haciendo una infusión en una libra de agua con dos dracmas de la misma yerba y tomándola en ayunas por algunos días en cantidad de 4 a 6 onzas. 

    En el apéndice de la 2a. edición de la Nueva Farmacopea Mexicana se da como composición de la Laennesia parvifolia D. C., la siguiente: substancia amarga, neutra, amarilla e incristalizable, resina, tanino, goma. (Sandoval, Gaceta Médica, tomo XXII, página 351) . 

    En la tesis presentada en 1893 por el Sr. Gonzalo Castañeda para obtener el titulo de médico, se ocupa de las aplicaciones que ha hecho el Dr. Licéaga del simonillo, para combatir el catarro de las vias biliares, refiriendo que en 247 casos produjo los efectos apetecidos, trayendo el apetito perdido y normalizando la digestión gástrica, ya atenuando el dolor y disminuyendo la icteria; en fin, se vió palpablemente su papel eupéptico y colagogo. 

BOTÁNICA.

Botánica. — Conyza filaginoides, D. C., Prod. Y. pág. 376, sub nomine Laennecia filaginoides

Sinonimia vulgar. — Falso zacatechichi, zacachichic. 

    Tallo las más veces simple en la base y erguido, pero otras con dos o tres ramificaciones, semi-leñoso, con el aspecto gnafalioide , de 30 a 40 cent, de altura, redondeado, las ramificaciones superiores o muy cortas y terminadas por un capítulo, o de 3-4 cent, de longitud, y casi fastigiadas; hojas alternas, de 14-15 milímetros de largo por 2-4 milímetros de ancho, lineales, inciso-dentadas, dientes dirigidos hacia arriba, lanoso-aracnoideas así como el tallo, sobre todo en la porción superior; inflorescencias solitarias y terminales o formadas por dos o tres ' capítulos; capítulos heterógamos, discoideos, involucro campanulado, brácteas biseriadas, imbricadas, verdes en su centro, moradas en la punta, transparentes en los bordes y pelosas por fuera; receptáculo muy ligeramente convexo, alveolado y apenas franjeado; flores femeninas en la periferia, multiseriadas, corolas tubulosas, filiformes, lisas, truncadas y de i de la longitud del estilo; flores hermafroditas regulares, tubulosas, con el limbo ligeramente ensanchado y 5-dentadas; estambres incluidos; aquenas comprimidas, ovobadas, pelosas, vilano biseriado, serie exterior mucho más corta que la interior. Florece en Agosto y Septiembre. Vegeta en el Valle de México. 

    Observaciones. — En las boticas se vende con el nombre de simonillo, tanto esta especie como la Conyza parvifolia, D. C. No dudo que tengan la misma composición química, pues supongo que son simples variedades de una misma planta. Estudiando un ejemplar de la Conyza gnaphalioides , H. B. K., recogido por C. Gr. Pringle en la Sierra Madre de Chihuahua, encontré que tiene mucha analogía con la C. filaginoides, pudiéndose explicar lo numeroso de las ramificaciones y la forma más ensanchada de la hoja de la primera, por las condiciones especiales de los lugares en donde se han recogido estas plantas. Otro carácter que confirma, hasta cierto punto, la suposición de que estas tres especies son una misma, diferenciada por las condiciones del medio, consiste en el sabor amargo debido a una substancia que se encuentra en todas ellas. 

    En la tesis del Sr. Miguel Sandoval, se cometió el error de denominar esta planta, que por otra parte está mal descrita, con el nombre de Calea zacatechichi; lo que fue debido indudablemente a que con el mismo nombre vulgar de simonillo o de zacatechichi, se designan, según las localidades, tanto a la Calea como a la Conyza. Los caracteres botánicos que describe el Sr. Sandoval corresponden a la Conyza o simonillo y de ninguna manera podrían aplicarse a la Calea o zacatechichi verdadero. (J. Ramírez). 

    Caracteres microscópicos. — Toda la planta está cubierta de numerosos pelos fluxuosos, muy largos y la mayor parte formados de cuatro celdillas, las dos primeras muy cortas y las otras notablemente largas. La extremidad de los pelos aparece enrollada en espiral alrededor de los pelos contiguos, formando así un tejido tupido que protege a la planta. 

    La epidermis del tallo está formada por dos capas de celdillas; las más exteriores tienen un diámetro casi igual por todos los lados y limitan numerosos estomas; las celdillas de la segunda capa son un poco más largas en un sentido, de forma poliédrica y contienen mucha clorofila. El parenquima cortical está formado por celdillas arrendondas o esféricas, con un contenido abundante y granuloso que toma un color amarillo brillante bajo la acción del ácido sulfúrico y el iodo. En este tejido es en donde se encuentra el principio amargo de la planta. Los tejidos que forman la madera y la médula no presentan ningún carácter de importancia. La aquena tiene un vilano formado por pelos erizados de puntas en toda su longitud, y la esdermodermis está cubierta de pelos finos, simples y ligeramente bifurcados en su extremidad. (D. Cano y Alcacio.) 

QUÍMICA.

    Indicaremos con algunos pormenores los trabajos químicos para dar una idea de lo que llamamos ensayes preliminares. Estos ensayes se establecieron con objeto de averiguar lo más rápidamente posible los datos indispensables para hacer las primeras experiencias fisiológicas, llamadas también preliminares. Pero en uno y otro caso, esto es, tanto en lo relativo a la química como a la fisiología, se debían complementar después los datos preliminares. Así que, estos últimos no servían más que para prever el grado de interés que presentaría la planta propuesta al estudio y la marcha subsecuente de las operaciones que con ella se hicieran. 

    En lo relativo a la química se averiguó primero qué cantidad de extracto se obtenía con diversos vehículos, especialmente de los recomendados para los análisis inmediatos, y de los que puedan ser usados para la administración de los medicamentos. 

Resultó lo siguiente:1 

1 Los extractos se obtuvieron poniendo los líquidos unos después de otros en el orden que se citan, sobre la misma cantidad de materia.

En 100 partes, de planta hay: 

De extracto petrólico 1.90 por 100 

" "   etéreo 0.25 por 100 

" "   alcohólico [alcohol a 100°] 1.77 por 100

" "  acuoso próximamente 10.00 por 100

    En seguida se procuró determinar cuáles eran los principales constituyentes de cada uno de los extractos obtenidos. 

    El extracto A dado por la gasolina está constituido en su mayor parte por una materia grasa concreta, incolora, mezclada con una pequeña porción del principio amargo que le está íntimamente adherido. Además encierra también un principio resinoso que se puede aislar por lavaciones con alcohol absoluto. 

    Esta grasa deja desprender un olor intenso que recuerda al de la tela emplástica o de copal, debido a un principio esencial poco volátil que se determinó por medio de las reacciones microquímicas. 

    El principio amargo se caracterizó, además de su sabor amargo, por su solubilidad en el agua y la coloración amarilla verdosa intensa, que desarrolla al contacto de la sosa cáustica. 

    Al microscopio se ven en el extracto completo multitud de cristalitos finísimos en agujas, formadas por grasa probablemente. 

    El procedimiento de análisis fue el siguiente: 

    El extracto A se trató por agua hirviendo. El líquido separado después del enfriamiento para que se concretara la grasa, quedó de sabor muy amargo, y el extracto que dejó por evaporación era amarillento, amarguísimo, incristalizable y tomó color amarillo verdoso intenso por la sosa cáustica. La cantidad de este principio aislado por el agua fue muy pequeña. El agua simple primero y acidulada después no aisló ningún principio alcalóidico. 

    La porción lavada por el agua simple se lavó después en frío por solución acuosa de subcarbonato sódico, que casi no disolvió nada. Esta reacción caracterizó la grasa distinguiéndola de una resina. 

    El residuo lavado por subcarbonato se trató por alcohol absoluto hirviendo. Separado el líquido de lo in soluble, dio por evaporación un extracto poco amargo, insoluble en el agua simple, soluble en solución de subcarbonato, de reacción ligeramente amarilla por la sosa cáustica. Se tiñó intensamente con el azul de metilena. En vista de estas reacciones la consideré como resina mezclada con algo de principio amargo. Si este principio no fue disuelto por el subcarbonato que obró sobre el extracto antes del alcohol, fue debido a la protección que prestó la substancia grasa, dificultando la acción de la solución del carbonato. 

    Este residuo insoluble se saponificó con solución alcohólica de sosa, se agregó agua y se descompuso el jabón con ácido muriático, produciéndose un enturbiamiento fuerte lechoso. Con el éter sulfúrico se aisló el cuerpo precipitado y lo dejó libre por evaporación. 

Sus caracteres fueron los siguientes: 

Aspecto grasoso, transparente, incristalizado; produce mancha persistente y difusa en el papel; de olor fuerte igual al extracto primitivo dado por la gasolina; algo amargo; se colora en amarillo por la sosa cáustica y se disuelve totalmente en esta solución alcalina. 

    La ancusa lo colora en rojo intenso. 

    La conclusión sería que este cuerpo es un ácido graso que no cristaliza por las impurezas, o porque le falte tiempo para hacerlo, mezclado con algo del principio amargo y con esencia. 

    La cantidad que se obtuvo de extracto A fue de 0.39 para 20 gramos de planta, lo que corresponde a un 1.90 por ciento. ¿Esta cantidad es de tenerse en cuenta para la acción fisiológica? No probablemente, pues que la dosis que se usa es de 2 a 4 gramos de planta, y en esa cantidad es despreciable la proporción de grasa. 

    El extracto alcohólico de 20 gramos de planta pesó 0.355, o sea por ciento 1.77. Sus constituyentes son clorofila, resina, principio amargo en fuerte proporción y sales. 

En cuanto al extracto etéreo, como resultó en muy corta cantidad y encerraba mucha clorofila, lo abandonamos por el momento para ocuparnos con especialidad del extracto acuoso que era el que más aplicaciones podía recibir en la experimentación fisiológica. 

El extracto acuoso, cuyo peso fue cuando menos de 10 por ciento, estaba formado de sales, principios pécticos y del principio amargo en su mayor parte. Para obtener este principio casi puro se hizo lo siguiente: 

    Agotado el polvo de la planta por gasolina y éter sulfúrico, y en parte solamente por el alcohol absoluto, fue agotado por agua destilada. Se agregó a la solución acuosa alcohol absoluto para precipitar los principios gomosos, y filtrando y evaporando el líquido se obtuvo el principio amargo con los caracteres que siguen: 

    No precipita con los reactivos de los alcaloides. Sólo el molibdato de amoníaco dió precipitado moreno. 

    Con la solución de sosa cáustica produce una coloración amarilla verdosa intensa característica. 

    Con el ácido nítrico toma una coloración roja; con el clorhídrico coloración verdosa, y casi lo mismo con el sulfúrico. 

    Es amorfa, de color amarillo verdoso y transparente, muy amarga. Soluble en el agua y en el alcohol, poco en el éter y hacía en el petróleo. El amoníaco la disuelve bien pero no la deja al estado cristalino cuando se evapora el líquido. Espuma abundantemente por la agitación de su solución acuosa, siendo la espuma blanquísima y persistente. En vista de estos caracteres la consideramos como un glucósido, que llamaremos laennesina. Si no derivamos el nombre del glucósido de la palabra conyza, es por no dar lugar a confundirlo en el despacho de una receta, con la conicina, como se ha llamado también al principio tóxico de la cicuta. 

ACCIÓN FISIOLÓGICA.

    La primera experiencia que practicamos fue con el fin de saber cuál sería el efecto del simonillo sobre el estómago y si provocaba fenómenos generales siendo absorbido por la vía gástrica. 

    Para averiguarlo se hizo ingerir por medio de la sonda esofagiana, a un perro del peso de 10 libras el cocimiento de 20 gramos del polvo de simonillo en 200 gramos de agua, que llevaba en suspensión gran parte del polvo fino. A los 10 minutos de terminada la operación vomitó enérgicamente el perro, arrojando el líquido ingerido mezclado con una gran cantidad de mucosiclades. Los vómitos se repitieron tres veces con la misma fuerza y cesaron luego que se desembarazó el estómago de todo contenido, pues que el animal no expulsaba ya nada en los últimos esfuerzos. No se presentó síntoma alguno de acción general, probablemente tampoco hubo absorción de los principios de la planta, por haber sido expulsado el polvo prontamente. 

    Quedó, sin embargo, demostrado que el simonillo puede obrar como vomitivo, comprobándose con esto las tradiciones populares. 

    A un conejo de cuatro libras se inyectaron por una vena auricular 5 centímetros cúbicos del cocimiento de simonillo. El liquido inyectado estaba tibio y bien transparente, y de color café obscuro. Se calculó que la cantidad de extracto que se introdujo al sistema circulatorio sería como de 50 centigramos. 

    Como ya vimos en la parte química, este extracto acuoso está formado en gran proporción por la laennesina o principio amargo, que es el cuerpo que consideramos por ahora como el activo, y del cual queríamos determinar con esta experiencia en el conejo, cuál era la acción general sobre el organismo. El resultado fue que hasta las 2 horas próximamente de la inyección, presentó el animal síntomas marcados de paresia general, que aumentaron rápidamente hasta la parálisis. 

    Se hizó la respiración más y más lenta, lo mismo que los latidos cardíacos, y murió el animal a las tres horas después de la inyección. 

    A la autopsia, que se practicó inmediatamente después de la muerte, se encontró como más notable que los pulmones estaban normales; el corazón con grandes coágulos en ambas cavidades; los intestinos muy excitables a los frotamientos. Se contraían enérgicamente en los puntos frotados, y presentaban movimientos vermiculares exagerados. 

    La vejiga llena de orina negra y sanguinolenta. De reacción alcalina y sin glucosa. 

    Para comprobar si el simonillo alteraba la sangre, según parecía por la experiencia anterior, se repitió 

la misma experiencia en otro conejo, que murió rápidamente con convulsiones media hora después de la inyección. La muerte fue debida en este caso a la asfixia, según se comprobó por la autopsia, que nos presentó los pulmones con grandes equimosis subpleurales y atelectadeusos. Mas la orina estaba normal, puede decirse, porque era alcalina, amarilla, no contenía albúmina ni glucosa, ni era sanguinolenta. De manera que con este último experimento teníamos una manifestación de que en la primera no hubo asfixia, y que probablemente la causa de la muerte fue la alteración de la sangre. 

    Con el fin de comprobar esta alteración procedimos a inyectar en un tercer conejo la misma dosis de cocimiento de simonillo in natura (5 centímetros cúbicos) por la misma vía que en los anteriores. La operación se hizo el día 8 a las 5 p. m., y el conejo murió hasta el día 10 a las 2 p. m. 

    En cuanto a los síntomas que presentó más notables los podemos agrupar como sigue. En las primeras 24 horas la respiración se hizo lenta y superficial. Los latidos cardíacos poco intensos. La temperatura rectal bajó a 36 y la orina, que se arrojó en gran proporción, era verdosa, alcalina, contenía mucha albúmina, y materias colorantes de la bilis. En el lugar de la inyección apareció una rubicundez pronunciada, extensa, y en la oreja opuesta faltaban las contracciones y dilataciones rítmicas normales de los vasos sanguíneos. Examinada al microscopio la sangre tomada directamente de los vasos del animal, presentó los glóbulos rojos cubiertos de picos, y de coloración verdosa. Los glóbulos blancos normales. El conejo estuvo triste, apático y sin comer. 

    En las segundas 24 horas se notó lo siguiente: 

    El animal continuó triste y sin comer. Perdió la fuerza muscular a tal grado que no podía tenerse en pie. En la oreja inyectada se notó una equimosis extensa, siguiendo especialmente la distribución de los vasos sanguíneos y además edema, habiéndose encontrado por el Dr. Toussaint bacterias en la serosidad que se extrajo del punto edematoso. En la oreja opuesta había una palidez general, los vasos capilares contraídos, faltaban las contracciones rítmicas arteriales y no se conseguía producir rubicundez con los frotamientos y otras excitaciones. 

    La orina fue muy escasa, apenas se recogieron 20 centímetros cúbicos. Era amarilla y no verdosa como el día anterior y de racción marcadamente ácida. Encerraba mucha albúmina, y la urea en la proporción de 20 gramos por litro. 

    El examen de la sangre reveló lo siguiente: Hemoglobina 14 por ciento; glóbulos rojos deformados, representando los frutos del Datura y teñidos de color verdoso, los glóbulos blancos normales. 

    La temperatura del animal presentó oscilaciones; primero bajó a 35°; subió después a 38° y volvió a bajar al fin, no obstante que el conejo estaba en una estufa. 

    El animal quedó durante todo este tiempo completamente fláxido, sin poderse parar cuando lo intentaba y murió en medio de ligeros movimientos convulsivos. 

    Autopsia. — Pulmones densos y con extensas manchas equimóticas muy obscuras. Corazón contraído encerrando sangre líquida en ambas cavidades. Vesícula biliar muy retraída. Hígado cardíaco. Intestinos sin responder a las excitaciones mecánicas, amoldados unos con otros y repletos de sus materias ordinarias. El vaso muy obscuro y los riñones sin nada particular a la simple vista. 

    Después de esta experiencia no nos cabía duda de que el Simonillo era tóxico y de que la sangre se alteraba profundamente. Nos pareció también que se perturbaba profundamente la nutrición y que el hígado sufría alguna modificación grande, especialmente sus funciones biliares. 

Pero quedamos en duda de si todo ese trastorno del organismo dependía solamente de la misma inyección o bién de bacterias infecciosas que llevara o de pequeñísimos cuerpos en suspensión, y en parte también de la falta tan prolongada de alimentos en el conejo. 

    Así es que era preciso decidir en primer lugar si no había habido infección o trastornos mecánicos en la circulación por cuerpos en suspensión. 

    Con este fin se hizo esta otra experiencia. 

Se inyectó, como ya se ha dicho, en un conejo la misma cantidad de 5 centímetros ciíbicos de cocimiento de simonillo, pero en esta ocasión se agotó previamente a la planta por medio de gasolina, éter, alcohol y agua, de todos los principios que estos vehículos pudieron disolver. Con la planta así tratada se hizo el cocimiento. 

    La cantidad de extracto que contenían los 5 centímetros cúbicos debió ser muy corta a juzgar por la coloración poco subida que presentaba. Se cuidó de filtrar bien el liquido, el cual quedó muy transparente. 

    Pues bien, el resultado fue que no murió el animal. Quedó muy contento después de la operación, comía bien, orinó normalmente, los glóbulos sanguíneos no se encontraron alterados; la hemoglobina al 15 por ciento y la temperatura normal. Pero lo que sí se presentó, como en los conejos anteriores, fue la equimosis en el lugar de la inyección, más intensa en todo el trayecto del vaso inyectado y además edema muy marcado. Al siguiente día, esto es, después de 24 horas de la inyección, el animal presentaba un estado general perfecto y sólo se notó que en los lugares de la equimosis ya dicha se anunciaba la gangrena de los tejidos. 

    Como se ve, en esta experiencia faltaron los fenómenos generales de intoxicación y sólo se presentaron fenómenos inflamatorios locales del punto inyectado. 

    Por otra parte, recordemos que el líquido que se inyectó estaba privado casi totalmente del principio amargo. ¿Qué inferir de esto? Que el principio amargo, la laennesina, como la hemos llamado, es a la que debemos atribuir la producción de los fenómenos de intoxicación general que se han presentado en los conejos de las experiencias anteriores; pero también que al mismo tiempo hay una inoculación de gérmenes que producen una infección local. Ahora bien, es muy posible que de estas alteraciones sépticas locales partan toxinas y bacterias que alteren a todo el organismo, tanto más fácilmente, cuanto este organismo ya se encuentra con poca resistencia, por las modificaciones profundas que ha producido en él la laennesina inyectada al mismo tiempo.

    Reasumiendo lo expuesto, en todas estas experiencias preliminares estableceremos hasta más amplio informe estas dos conclusiones: 

    1. Que el principio amargo del simonillo, la laennesina, tiene una acción fisiológica general enérgica, obrando, según parece, especialmente sobre la sangre. 

    2. Que la muerte de los animales en experiencia puede ser debida a la infección general favorecida en alto grado por la acción alterante de la laennesina

    Las experiencias complementarias vendrán a dilucidar estas cuestiones. Entretanto pasemos a ocuparnos de las aplicaciones que el simonillo tiene ya en la terapéutica. 

APLICACIONES TERAPÉUTICAS.

    Desde la antigüedad se ha considerado el simonillo como propio para combatir ciertas afecciones gastrointestinales, y casi exclusivamente para estos casos. 

    Varios médicos lo usan como un amargo-tónico, en los catarros gástricos acompañados de dispepsia y falta de apetito. Pero el uso principal que le dan, es para curar los cólicos hepáticos, por medio de la infusión de la planta, tomándola diariamente en ayunas por largo tiempo. 

    El Sr. Dr. Eduardo Licéaga la ha aplicado, como ya se dijo, en numerosos casos de catarro de las vías biliares. Los efectos han sido muy satisfactorios: se ha calmado el dolor, disminuido la icteria, y, sobre todo, ha visto producirse efectos colagogos muy notables. 

    Las formas farmacéuticas que ha usado son: el cocimiento y el elíxir. El primero a la dosis como de 180 gramos, tomados en la mañana, y otra dosis igual después de los alimentos del medio día. 

    Como indicaciones sacadas de los efectos fisiológicos que hemos relatado, sólo podríamos decir: que se deberán evitar las dosis fuertes para no causar vómitos cuando se intente provocar la absorción del principio amargo; que esta absorción se deberá favorecer especialmente para combatir los cólicos hepáticos, pues que parece que la laennesina modifica las funciones hepáticas, sobre todo, en lo relativo a la secreción biliar. Cuando hay esta modificación, parece que es acusada por la coloración negro-verdosa de la orina, así es, que será conveniente examinar ésta durante la administración del simonillo, para darse cuenta de los efectos de la medicina. Por último, que es de admitirse se aumente la energía de las contracciones del intestino, y que, en consecuencia, está indicada la laennesina como excelente tónico gastro-intestinal. 

DOSIS Y MODO DE ADMINISTRACIÓN. 

  •     Fórmula contra los cólicos hepáticos. 

    Polvo de la planta entera sin tamizar 5 gramos. 

    Agua hirviendo 200 gramos.

    Hágase infusión por media hora, cuélese y tómese sin endulzar. 

    Se bebe en ayunas para facilitar la absorción del principio amargo, y se continúa la medicación por largo tiempo. Si se provocan náuceas se disminuye la dosis. 

    El extracto se podrá usar a la dosis de 0.20 a 0.50 cent. Se preferirá el extracto hidro-alcohólico. 

    La laennesina se podrá usar en las mismas dosis en forma de píldoras, para evitar las molestias del sabor amargo. Igualmente se cubrirán de kersatina para que ejerzan su acción localmente en el intestino. 

  •     Lavativa contra el meteorismo o la constipación.

Cocimiento de simonillo de 20 gramos por 500 de agua para una lavativa, cuidando que el enfermo la retenga algún tiempo, con el objeto de que se absorba algo del principio activo. 

Bibliografía

Teatro Mexicano, por Fr. Agustín Vetancurt, tom. I. México, 1698. 

— “Gaceta Médica de México”, tom. XXV, 1890, núm. 9, pág. 194. Efectos fisiológicos de los amargos. 

— Tesis inaugural del Dr. Gonzalo Castañeda, 1893, titulada: “Catarro de las vías biliares” (trescientes casos) . 

— Sandoval. “Gaceta Médica,” tom. XXII, pág. 351 (citado en la Farmacopea Mexicana) . 


Fernando Altamirano. 





















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