4 de mayo de 1894. Presento mi trabajo Ligeras notas sobre la pestilencia del aire en la Ciudad de México, que será publicado en los Anales del Instituto Médico Nacional. Allí menciono: “Las horas en que se percibe fuertemente este mal olor son de las 5 a las 8 de la mañana y de ñas 6 a las 9 de la noche casi todos los días… He notado que esta pestilencia se percibe mucho más, cuando llueve, particularmente si la lluvia es ligera… Estos principios pestilentes provienen de la putrefacción de las larvas y restos de los moscos que se encuentran diseminados en grandísima cantidad a la orilla de las aguas… Este olor desagradable… es muy especial y característico. Como se ve, siendo volátil este principio, se podrá aislar perfectamente… y obtener así una cantidad suficiente para ensayar sus propiedades físico-químicas y su acción sobre el organismo”.
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