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viernes, 6 de noviembre de 2015

Décimotercero experimento con extracto de semillas de colorín (Erythrina coralloides). 6 de noviembre de 1876.

6 de noviembre de 1876. Décimotercero experimento con extracto de semillas de colorín (Erythrina coralloides).  El 6 de Noviembre inyectamos bajo la piel de una rana 5 gotas de la solución siguiente: agua 1 gramo; Erythrina 5 centigramos. Un minuto después estaba muerto el animal. Disecamos entonces los nervios crurales y los encontramos insensibles a una corriente eléctrica (Bobina de Ruhmkorff) los ciáticos, los axilares, cuantos troncos nerviosos consultamos, otros tantos encontramos perfectamente muertos.

Acto continuo aislamos en otra rana un nervio crural, pasando por debajo de él un hilo con el que ligamos en masa el músculo para interrumpir la circulación, de lo que nos persuadimos observando al microscopio la membrana interdigital de la pata correspondiente. Hecho esto, inyectamos bajo la piel del dorso 5 gotas de la solución que había matado al batracio anterior tomado por término de comparación, y como aquel, murió éste un minuto después de recibido el tósigo. Era claro que todo el animal, menos la pierna ligada, quedaba bajo la influencia del veneno; y claro era también que si basta la acción de la Erythrina sobre la médula para que mueran todas sus raíces anteriores, muertos debimos encontrar todos los nervios motores, incluso el de la pierna ligada; en tanto que, si la acción de nuestro veneno es en un todo igual a la del curare, el nervio de la pierna ligada quedaría vivo entre todos los otros sus homólogos que debieran estar muertos. El resultado del experimento satisfizo plenamente a este supuesto: encontramos insensibles a la corriente de un aparato magneto-eléctrico de Gaiff todos los nervios motores menos el de la pierna ligada que contestaba con enérgicas contracciones musculares.

Viene, pues, este experimento a comprobar el anterior y el 6º, que son opuestos a los 7º, 8º, 9º, 10º y 11º.

En el mismo día seguimos esta otra observación: Ligamos en masa los dos muslos de una rana, dejando a salvo los nervios ciáticos correspondientes, y por una pierna inyectamos curare a la vez que por la otra hicimos llegar Erythrina. Pasado un tiempo largo pudimos persuadirnos de que ambos venenos habían obrado por imbibición, pues uno y otro nervio, perdieron su excitabilidad eléctrica. Aislamos los axilares, aplicamos sobre ellos los reóforos, y el animal se sacudía pretendiendo huir, pero sin que lo consiguiese porque sus piernas estaban inmóviles. Conviene agregar por último que largo tiempo después de hecha la inyección de los dos venenos que aplicamos en dosis fuertes, y cuando los nervios motores de la región estaban perfectamente muertos, descubrimos los músculos que habían estado en íntimo contacto con los líquidos venenosos, y en una y otra pierna encontramos excitable la fibra muscular, siéndolo acaso algo más en la pierna envenenada con Erythrina.

Se nota desde luego en este experimento, flagrante contradicción con el octavo respecto de la acción tópica de la Erythrina. Vimos en el octavo que después de un tiempo que supusimos bastante para que el tósigo llegara por imbibición endosmótica a las placas terminales del nervio, hallamos su excitabilidad irreprochable; y vemos en este duodécimo experimento, que en condiciones enteramente iguales el veneno ha matado al nervio.

¿Dependerá esta divergencia en los resultados del tiempo que necesita el veneno para hacer sensibles sus efectos dinámicos? Las experimentaciones siguientes apoyan esta idea, que nos encamina a una resolución final.

Fuente: Manuel Domínguez y Fernando Altamirano. Del Colorín. Gaceta Médica de México, 1877.

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