A los pocos días de estar aquí, vinieron los Sres. Carranco y Cardoso, con el fin de conferenciar con el Sr. Declez, socio según parece del Sr. Wahl, y saber definitivamente lo que hubieran resuelto del negocio; pero el Sr. Declez no pudo a dichos señores, quienes se volvieron, disgustados tal vez, pues hasta la fecha no me han vuelto a escribir nada sobre el particular. El Sr. Declez tampoco me ha dicho ya nada de lo que intenten hacer.
Yo, por mi parte, lo que me incumbe, especialmente, es que el Instituto llene lso fines que le impone la ley, a saber: el conocimiento de las aplicaciones de nuestra flora y fauna, he juzgado de gran interés para el país el estudio del árbol de Linaloé y sus productos. Es un árbol que hace siglos se conoce y se explota entre nosotros, y sin embargo, no se conoce bien su área de vegetación, las especies que tenemos, los procedimientos de explotación, y en fin, el producto que en esencia proporciona al mercado anualmente, y lo que sea susceptible de producir. Por otra parte, no se conocen los componentes químicos del árbol que tengan interés para la dirección de la explotación de la esencia, ni se ha averiguado nunca cuál sea la acción fisiológica de este producto, ni su acción terapéutica.
En vista, pues, de lo expuesto, me pareció que el árbol de Linaloé y su esencia, deberían ser estudiados en el Instituto. Expuse mi pensamiento y mis razones a la comisión de programa, y aprobó que figuraran en los estudios del primer trimestre de este año, comunicándose desde luego, como asunto de actualidad, los trabajos sobre la esencia, en todas las secciones.
Fuente: Anales del Instituto Médico Nacional. Tomo VI. Año 1904.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario