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Índice de documentos presentados sobre el Dr. Fernando Altamirano

jueves, 15 de octubre de 2015

Historia Natural aplicada de los antiguos mexicanos. 21 de octubre de 1895

Historia Natural aplicada de los antiguos mexicanos. Trabajo leído el lunes 21 de octubre de 1895, en la séptima sesión, del XI Congreso Internacional de Americanistas, reunido en la Ciudad de México del 15 al 23 de Octubre de 1895. Fragmento: «Tengo la honra de presentar a esta asamblea de sabios americanistas, mi pequeño contingente de labor. Con él pretendo únicamente manifestar mis ardientes deseos de corresponder de alguna manera a la invitación que se sirvió dirigirme la honorable Junta organizadora… Así es, que después de muchas vacilaciones para elegir un tema digno de esta Asamblea y que llenara las condiciones de su programa, no cultivando yo las ciencias arqueológicas, me decidí a extraer de la obra del Dr. Hernández, sobre las plantas de México, aquellos datos que, según había yo visto cuando traduje la obra, me sirvieron de material para desarrollar el tema séptimo del programa, titulado “Historia Natural médica de los antiguos mexicanos"». Este trabajo o «memoria» del Dr. Fernando Altamirano al parecer fue leida en la sesión del congreso por el secretario, don Román S. Laseurain.

Texto completo: 

Historia Natural aplicada de los antiguos mexicanos.

Tengo la honra de presentar a esta asamblea de sabios americanistas, mi pequeño contingente de labor. Con él pretendo únicamente manifestar mis ardientes deseos de corresponder de alguna manera a la invitación que se sirvió dirigirme la honorable Junta organizadora, para que el Instituto Médico Nacional remitiera algún trabajo, conforme al programa que se nos envió.

No pudiendo el cuerpo de profesores del Instituto dedicarse a la ejecución de un trabajo de la naturaleza que se le pedía, por tener ya todo su tiempo destinado a dar cumplimiento a los estudios del programa oficial, los que además son de un fin muy distinto de los de este H. Congreso, yo me puse a trabajar entonces, bien convencido de mi insuficiencia, pero animado por el deseo de corresponder a la invitación que como particular recibí.

Así es, que después de muchas vacilaciones para elegir un tema digno de esta Asamblea y que llenara las condiciones de su programa, no cultivando yo las ciencias arqueológicas, me decidí a extractar de la obra del Dr. Hernández, sobre las plantas de México, aquellos datos que, según había yo visto cuando traduje la obra, me sirvieran de material para desarrollar el tema séptimo del programa, titulado: “Historia Natural Médica de los Antiguos Mexicanos.”

Emprendí el trabajo, y comencé por procurar establecer la clasificación botánica de las plantas medicinales que usaban los antiguos mexicanos, valiéndome de las numerosas notas que sobre este asunto ya tenía acopiadas. Pero no me ha bastado el tiempo de que he dispuesto, para dar cima a mi empresa, y aunque adelantada, la abandoné, o más bien dicho, la interrumpí para ocuparme solamente en formar un catálogo corto de ciertas plantas que usaban los mexicanos, tanto en la medicina, como en la industria, en las artes y en la economía doméstica.

Este catálogo no es propiamente una historia natural médica, como pide el tema séptimo, pero está relacionado con él, y presenta además un medio, tal vez no utilizado hasta ahora, de investigar por el estudio de las plantas descritas por Hernández, los usos, costumbres, y civilización de la nación azteca. Es pues, la Historia Natural aplicada a los estudios de los americanistas.

Bien comprendo, que sabios como los que me escuchan, conocen los datos tradicionales que el Dr. Hernández recogió directamente de los antiguos mexicanos, y que nos legó en su obra monumental; pero también es de creerse que no hayan investigado la clasificación botánica de las plantas a que se refieren esos datos, y que no hayan tenido la oportunidad, como los que vivimos en la patria de ellas, de confrontar las descripciones de Hernández con las plantas vivas o de herbario; y de confirmar la tradición con las aplicaciones que actualmente les dan los indios, y con los nombres mexicanos que les conservan.

Mas nosotros, sí hemos tenido esa fortuna, y hemos visto aceptadas por los industriales y químicos modernos, por la higiene y por las costumbres sociales de las poblaciones más civilizadas, muchas de las plantas y de sus aplicaciones que fueron descubiertas y establecidas por los antiguos mexicanos. Por este motivo creemos que dichas tradiciones son de mérito, y que tendría alguna importancia para los fines de este Congreso, dar a conocer nuestras investigaciones; pero no pudiendo yo decidir si realmente tengan valor para los estudios americanistas, las presento al examen de quien más sabe, pidiendo indulgencia para juzgarlas.

Desde luego debo señalar las principales dificultades con que he tropezado.

Primera: la insuficiencia de las descripciones de Hernández para la identificación de las plantas y su clasificación. De aquí ha resultado que a varias de ellas no se les haya señalado ni aun la familia botánica que les corresponda. Se me dirá que las no clasificadas en familia, siquiera, deberían suprimirse; pero si tal no hice, fue porque creí de interés actual el conocimiento de sus aplicaciones, cuyo mérito no se pierde con la falta del nombre técnico.

Segunda: la confusión introducida por Hernández al señalar las aplicaciones de las plantas, atribuyendo, según parece, a los indios, lo que era invención y uso de los españoles. Se necesita de un ingenio sagaz y prudente para separar lo que pertenezca en propiedad a los antiguos mexicanos; lo que sea de los primeros españoles que usaron las plantas de aquí por indicación de los indios, sometiéndolas a los procedimientos industriales que traían de España, y trabajándolas con instrumentos especiales no conocidos de los indios hasta entonces; y por último, lo que haya sido error, suposición o engaño del mismo Hernández.

Como estas dificultades, he tenido otras varias que omito por brevedad. Bastan las dichas, para que se comprenda, que este trabajo tiene que ser defectuoso, muy defectuoso; pero que este material rudimentario puede ser susceptible de perfección y de utilidad. Dejo pues, su continuación a personas sabias y dotadas de mejores elementos que los míos.

He dispuesto las cincuenta y una plantas que forman el catálogo adjunto, en una lista alfabética de los nombres mexicanos de las plantas, acompañados de las cifras de las páginas y del tomo de la obra del Dr. Hernández (edición española), donde se encuentra la descripción respectiva. A continuación, van los usos que los indios hacían de las plantas según Hernández. Doy simples indicaciones, remitiendo a la obra original cuando es de interés consultar in extenso los procedimientos y aplicaciones varias de tal o cual vegetal. En seguida doy una nota de los nombres, en la que expongo mis apreciaciones particulares o ciertas noticias y explicaciones relativas a la planta en cuestión.

1. Amaqualmitl. (I. 165.) Moreas. Ficus.

Usos, según H. Para preparar papel. (V. el procedimiento de preparación en la página citada.)

Nota. Ya no se hace uso de este árbol para dicha preparación.

Se le conoce con el nombre de Amate.

2. Amolli. (I. 184.) Liliáceas? Amarilidáceas?

Usos, según H. Para lavar la ropa, con la raíz, en vez de jabón.

Nota. Según esto, los mexicanos no conocían el jabón, pero sí tenían la costumbre del aseo y de la limpieza. Es de notarse también la sagacidad que revela esta aplicación, pues lavan perfectamente bien esas raíces y otras que vamos a enumerar. Aún se conserva hoy la costumbre de lavar con Amolé, como se llama en general a cualquiera de las raíces que se usan para lavar.

3. Amolxochitl. (I. 185.) Liliáceas.

Usos, según H. La raíz para lavar la lana y los vestidos.

Nota. Llama la atención que el autor se refiera a la lana, porque los aztecas no usaban este textil, ni lo conocían. Por tanto, es probable que los españoles cuando lo introdujeron, que fue seguramente a principios de la conquista, aceptaron la costumbre de los mexicanos, de lavar con Amolé. He aquí, pues, el caso en que, lo que dice Hernández como perteneciente a los indios, pertenece en parte a los españoles.

4. Apintli. (I. 186.) Amarilídeas. Agave sp. ?

Usos, según H. Para lavar los vestidos.

Nota. Esta amarilídea es un maguey silvestre, cuya raíz se vende en los mercados con el nombre de Amole de raíz para lavar. Aún tiene gran consumo, y es producida por diversas especies de agaves.

5. Atzautli. (I. 285, 238, 239, 240.) Orquidáceas.

Usos, según H. Las raíces, para extraer de ellas un jugo glutinoso que usaban especialmente los indios pintores para procurar la firme adherencia de los colores.

Nota. Según he visto en Hernández, extraían este jugo de diversas orquídeas, pero la que lo producía mejor, era la llamada Tzacutli (1. 140.)

6. Copalxocotl. (I, 3G4.) Burseráeeas. Amyris?

Usos, según H. La madera para obras domésticas y especialmente para esculturas. Dice el autor citado: «No se pudre, no se corrompe, y es fácil de trabajarla».

Nota. De la descripción de Hernández, no se puede saber si los aztecas eran los que trabajaban esas esculturas de ídolos, por ejemplo, u otros, o si habiendo comunicado a los españoles las cualidades de ella, éstos fueron los que la emplearon para esculturas. Así es que, si los indios eran los escultores, esto nos indica que cultivaban las bellas artes, y que deben haber tenido instrumentos y enseñado reglas adecuadas para la ejecución de sus producciones.

Nosotros conocemos en la actualidad una madera producida por la Bursera fagaroides, Engler, que se llama vulgarmente Palo santo, se usa para esculturas, especialmente de santos. A esta madera le convienen las cualidades que ya citamos, en los usos según Hernández.

7. Cozticcoatzontecoxochitl. (I. 240, 241.) Orquídeas.

Usos, según H. Las flores para formar coronas y manojos (ramilletes). Uso frecuente y perpetuo de los indios, agrega el autor.

Nota. Estas últimas palabras de Hernández, nos indican claramente el gusto y costumbre ya establecida entre los mexicanos, de la floricultura. Costumbres que vemos hoy como un rasgo de civilización europea y de educación esmerada. Y a la verdad que usaban flores más bellas y más esquisitas que las de nuestros mercados actuales.

Hoy no se usan para nada las flores de esta hermosa orquídea.

8. Cuitziquiendas. (III. 135.)

Usos, según H. La madera para obras domésticas y para fabricar cuentas de rosario. Tiene olor.

Nota. No hay indicios de la familia a que pertenece esta planta. Llama la atención que el autor diga que servía la madera para cuentas de rosario, lo que exigía el uso del torno, para hacer una obra barata y que el público tuviese las prácticas de la religión cristiana, en el caso de que los rosarios fuesen ya un efecto vulgar de comercio. Una y otra circunstancia inducen a creer que, más bien los españoles daban esta aplicación a dicha madera, y que Hernández incurrió en una inexactitud al asentar tales aplicaciones del Cuitziquiendas, como hechas por los mexicanos.

9. Hoauhquilitl. (II. 340.) Quenopodiáceas. Chenopodium sp.?

Usos, según H. Las inflorescencias, en la alimentación.

Nota. Con el nombre de Huautzontle se usa actualmente todavía esta planta. Se preparan con sus inflorescencias diversos manjares de buen gusto. Se cultivan varias especies que no están determinadas botánicamente.

10. Hoaxin. (I. 262.) Leguminosas. Leucaena esculenta, Benth.

Usos, según H. Las legumbres, en la alimentación. La madera, roja y durísima, para ciertas obras domésticas.

Nota. Se usan aún las legumbres por los indios exclusivamente; porque tienen dichas legumbres un sabor y un olor repugnantes. Se venden en los mercados. La madera es muy apreciada por los artesanos.

11. Hoeipochotli. (II. 190.) Malváceas. Bombax ellipticum, H. B. K.

Usos, según H. Para ornato, por la hermosura del árbol y de sus flores. Se le cultivaba en los jardines de los reyes mexicanos, en Hoaxtepec.

Nota. Se ha perdido ya la costumbre de cultivarlo por los jardineros, no obstante que bien lo merece por su belleza.

12. Hoitzquahuitl. (II. 309.) Leguminosas. Caesalpinia sp?

Usos, según H. Con la madera preparaban una materia colorante especial para los pintores. Para esto, maceraban las astillas de madera por nueve días, agregaban alumbre, colaban, etc., y obtenían así una materia colorante.

Nota. Se ve en lo anterior que los mexicanos conocían y utilizaban el alumbre para la preparación de lacas colorantes, tal como se hace en nuestros días, lo cual revela un grado de cultura avanzado.

13. Hoitzxochitl. (II. 311.)

Usos, según H. Las flores, como condimento en los manjares en vez de azafrán. Las vendían en sartas en los mercados.

Nota. No he averiguado por más consultas que he hecho, la familia de esta planta curiosa. Actualmente tampoco he visto ni sabido que se use en la alimentación; pero de todos modos, esta aplicación nos indica un gusto refinado de los mexicanos en sus comidas, y que era popular ese refinamiento.

14. Hoixachinquahuitl. (I. 262.) Leguminosas. Pithecolobium albicans, Benth.

Usos, según H. Las legumbres, para teñir de negro los vestidos y otras cosas.

Nota. En efecto, aún se conserva el uso de esas legumbres para preparar tinta negra. Hace pocos años era la que se usaba para escribir. Se preparaba agregando al cocimiento de los frutos protosulfato de fierro, con lo que se formaba el color negro, debido al tanogalato de fierro. Sin esta sal de fierro no se obtiene color negro. Por tanto, es de suponerse, aunque no lo diga Hernández, que los aztecas preparaban su color negro del mismo modo que ahora, y que conocían el protosulfato de fierro. Esta sal, en efecto, la tenemos natural en Tepeji del Río y en otros lugares. Se la llama alcaparrosa.

15. Holquahuitl. (II. 336.) Urticáceas. Castilloa elastica, Cerv.

Usos, según H. Del jugo extraían el holli.

Nota. Este holli es el cauchuc. Sustancia cuyo descubrimiento honra en gran manera a los mexicanos, por la influencia que ha tenido en los progresos de las ciencias físico-químicas, y cíe tantos otros ramos. Se conserva aún esta explotación del hule, extraído de la Castilloa. Pero los aztecas, según refiere Hernández, lo extraían además de otra especie de vegetal llamado Tarantaquam originario de Michoacán, y probablemente venenoso, pues que dice el autor citado que las hojas de estos árboles del hule matan a los leones y otros animales. Conocieron la preciosa cualidad de esta substancia resinosa, la elasticidad, y la aplicaron. Hacían con ella las conocidas pelotas para su juego favorito e higiénico, que ha llegado hasta nuestros días y que aún se conserva en todos los pueblos. Se tiene especial afición y lo ejercitan en lugares adecuados, que los dedican para diversión pública.

16. Huxuqua. (III. 465.)

Usos, según H. La madera para obras domésticas y cuentas de rosario.

17. Matlalin. (II. 516.) Comelíneas. Commelina sp.?

Usos, según H. Las flores azules para teñir de ese color las lanas. (Véase el procedimiento, pág. 517, tomo II.)

Nota. Esta planta es una especie de las muchas commelinas que tenemos. Se la llama generalmente Yerba del pollo. Tiene, en efecto, flores muy azules que aún se usan para teñir. Se las vende en el comercio, desecadas, con el nombre de rosilla. Comunican un color hermoso a los filamentos y a las pastas alimenticias; más firme que el de las fushinas y no es venenoso. Para teñir se sigue el mismo procedimiento azteca: macerar las flores en agua con alumbre a la cual cede su materia colorante, y agregar esta agua a la pasta hecha de las flores o a los objetos por colorar.

18. Mazacoxocotl. (II . 504.) Anacardiáceas. Spondias sp.?

Usos, según H. Los frutos en la alimentación.

Nota. Tenemos varias especies de Spondias. Se les llama por el vulgo ciruelos, y los frutos, rojos unos y otros amarillos, de especies distintas, se usan como frutas y les llaman ciruelas. Se les vende en grandes cantidades en los mercados.

19. Metl. (II. 251.) Amarilídeas. Agave sp.?

Usos, según H. El jugo para preparar vino, miel, vinagre y azúcar. Los filamentos, para fabricar lienzos con que confeccionaban diversos géneros de vestidos. Las pencas asadas (barbacoa) muy dulces, se comían. Las espinas como clavos y como instrumentos punzantes, para la perforación de las orejas. Las pencas las usaban también a manera de la teja para techos, imbricándolas, y además obtenían de ellas papel.

La planta la cultivaban con esmero propagándola por la siembra de los brotes de las raíces.

En fin, en la medicina usaban también, ya las pencas asadas como cataplasmas; ya el jugo fermentado o los diversos licores que preparaban con él.

Nota. Ciertamente que esta planta es de las más interesantes que hay que estudiar, para escudriñar lo que sabían los aztecas, sus costumbres, etc. Hoy se hace con ella todo lo que dice Hernández, aun usar las

espinas como instrumento quirúrgico. Algunos indios curanderos sangran, abriendo con ellas o con un fragmento de vidrio muy cortante la vena en la región de la sangradera. Con toda nuestra química, nuestras maquinarias y nuestros conocimientos de fermentación, no les hemos aventajado, y no sólo, sino que ellos, puede decirse más bien, nos superaron; porque descubrieron el procedimiento tan curioso de hacer producir al maguey su jugo azucarado, y de transformar por medio del vapor, en blandos, los tejidos duros de las pencas, y en dulces, ciertos principios de las mismas que no los tenían cuando crudas. Nada nuevo se ha añadido a lo que ellos nos enseñaron. En esta tradición de Hernández encontramos indicios de agricultura, de industrias vinícola y azucarera, de licoristas y vinagreros, de fabricantes de tejidos y preparadores de textiles, de ingenieros y de médicos, etc.

No debemos pasar en silencio lo relativo a la barbacoa; procedimiento ingenioso con el que utilizaban los efectos del calórico, a la temperatura de unos 130° a 140° centígrados, según experiencias recientes. El medio de obtener a voluntad esta temperatura, era producir vapor de agua, bajo una capa de tierra más o menos gruesa o apretada, que dificultando más o menos la salida del vapor le hiciera comprimirse y dar la temperatura que indicamos. Sería largo que diese yo los pormenores de esta operación, que he visto y he practicado yo mismo muchas veces. Me limito, pues, a decir que por medio de ese procedimiento, preparaban también los antiguos chichimecas la carne que comían, dato precioso que habla en pro de la civilización de esas razas. Además, actualmente se valen de él los indios de Huizquilucan, por ejemplo, para extraer con facilidad y perfección las fibras de las pencas del maguey. Igualmente se usa mucho para preparar cierto género de carne que lleva el nombre de barbacoa, de un gusto especial y generalizado entre nosotros. Por último, esto procedimiento es el que se sigue también en las fábricas del alcohol que se llama mezcal. Mas en medio de este conjunto de aplicaciones, a no dudar originales de los aztecas, la mayor parte, vienen a la mente algunas preguntas. ¿Realmente los mexicanos conocieron y usaron el vinagre antes de la conquista? ¿Se puede admitir como invento y costumbre de ellos la condimentación que según Hernández, hacían los indios, con aceite y vinagre, de algunas yerbas que comían, como el hauhquitl, por ejemplo?

20. Michpatli. (II. 586.) Loganiáceas. Buddleia sp.?

Usos, según H. Para matar a los peces, espolvoreándola en los ríos.

Nota. Este medio curioso de pescar ya casi desapareció; pero todavía

en ciertos lugares de la costa y otros, se pesca valiéndose de la acción embriagante que producen en los peces diversas plantas, denominadas vulgarmente con el nombre genérico de barbasco. Unas son apocináceas del género Tabernoa-montana; otras leguminosas, del género Báhuinia; otras sapindáceas, etc. Lo ingenioso de este procedimiento es, que se cogen los peces grandes sin destruir la cría, y que pueden comerse impunemente, pues la carne no conserva propiedades tóxicas para el hombre. Este es el secreto para elegir tal o cual planta, que sólo puede encontrar el indio sagaz y observador de la naturaleza.

21. Mizquitl. (II. 511.) Leguminosas. Prosopis juliflora, D. C.

Usos, según H. Los frutos como alimento: Preparaban con ellos los chichimecas varios panes.

Nota. Estas legumbres, que se producían en grandísimas cantidades en la Mesa Central, cuando había aun extensos bosques de mezquite, realmente servían de alimento a los campesinos pobres, sobre todo cuando escaseaba el maíz. Contienen azúcar en fuerte proporción, y son de sabor agradable, aunque dejan en la boca un olor repugnante. Se comen crudas o cocidas, se preparan con ellas tamales y sirven también algunas veces para fabricar alcohol.

22. Nacazcolotl. (III. 17.) Leguminosas. Enterolobium cyclocarpum, Griseb.

Usos, según H. Las legumbres para preparar tinta excelente.

Nota. Estas legumbres que son muy desarrolladas y torcidas, no tienen en la actualidad ningún uso, al menos que yo sepa.

23. Nantzinxocotl. (II. 507.) Malpigiáceas. Malpigia sp.?

Usos, según H. Los frutos se comen y sonde un gusto agradable. Se venden en los mercados y se usan en la medicina.

Nota. Se conserva el uso de estos frutos en la alimentación, pero son poco aceptados. Tienen aplicaciones probablemente mayores; la corteza del árbol como curtiente por la fuerte proporción de tanino que encierra y el agradable color rojizo que comunica a las pieles.

24. Ocotl. (I. 224.) Coníferas. Pinus teocote, Ch. et Schl.

Usos, según H. La madera resinosa para hacer teas (rajas de ciertas dimensiones) que se usaban para alumbrado, por no conocer los mexicanos el uso de las grasas para producir luz.

Nota. Actualmente se conserva aún entre la gente pobre el uso de estas rajas de madera resinosa que se llama ocote, para alumbrar sus habitaciones y especialmente para encender pronta y fácilmente el carbón en los hornillos, o la leña de una hoguera. Hace pocos años, se usaba también en grande escala el ocote para iluminar las calles en los días festivos, o los puestos en los mercados. Se hacía uso de un aparato que se llamaba mechero y que consistía en un recipiente a manera de copa formado de un tejido de anchas mayas con laminillas angostas de fierro. El pie de aquella especie de copa, era un tubo corto que servía para colocar firmemente el recipiente sobre un mango de madera de metros de altura, fija en el suelo en un trípode pesado. Dentro del recipiente se colocaban las rajas de ocote encendidas, en gran número, y se reponían a medida que se quemaban. Este conjunto de pequeños leños encendidos, producía una amplia flama que con poquísimo costo iluminaba bien a grandes distancias. Los indígenas actuales preparan estas rajas de ocote de la manera siguiente, que es probable sea el mismo procedimiento que usaban los aztecas.

Sobre el tronco del pinus teocote y otros, abren una oquedad de dimensiones y forma especiales, a propósito para recoger en ella la trementina que escurre del árbol en la superficie herida. Pasado algún tiempo, se encuentra toda la madera que rodea dicha oquedad, sobre todo en la parte inferior, impregnada abundantemente de substancias resinosas, que le hacen tomar una coloración rojiza y cierta transparencia. Esta madera se encuentra entonces en las condiciones requeridas para proporcionar un buen ocote. Así es que la cortan con una hacha en pequeñas rajas, escogiéndolas más resinosas, y las reúnen en pequeños haces para venderlas.

Este medio de iluminación no se usa ya en las grandes poblaciones, donde la civilización ha introducido diversos sistemas de alumbrado, particularmente con petróleo, que se obtiene a muy poco costo. Por otra parte, el ocote ha escaseado y su precio se ha elevado, debido a que los pinos se explotan casi exclusivamente para leña.

25. Pita. {II. 257.) Bromeliáceas.

Usos, según H. De las pencas extraían fibras finísimas de mucha estimación, y aptísimas para tejer lienzos y paños preciosos.

Nota. No hay que confundir, como suele hacerse, esta pita con la llamada pita de los agaves. La de éstos es muy tosca en comparación de la otra. La bromeliácea que produce la verdadera pita, de los antiguos mexicanos, se cultiva en las tierras calientes de Veracruz, y el alto precio de esas fibras ha hecho que su uso sea limitado. Mas sea lo que fuere, lo cierto es que dicha pita es un filamento exquisito que aprovechaban los aztecas.

26. Quauhtezoatl. (III. 126.) Melastomáceas.

Usos, según H. Obtenían de esta planta, un pegamento rojo, tenaz y muy adherente, con el que pintaban los vasos de barro, y las paredes blanqueadas.

Nota. He aquí unas aplicaciones que nos marcan un grado avanzado de la cultura de los antiguos mexicanos. 1°. Porque ellos sabían obtener ese pegamento rojo de una planta que al parecer no tiene materia colorante, y de la que, en realidad, ahora no se extrae nada de ella, sea porque se haya olvidado ya el procedimiento que seguían los aztecas, o bien porque esa especie que ellos usaban, no sea de las que han venido a nuestras manos. 2°. Porque nos indica la práctica de la decoración, del aseo y del buen gusto, puesto que procuraban hacer de vista agradable los utensilios corrientes y las habitaciones, blanqueando primero los muros tal como hoy lo acostubramos. 3°. Porque, en fin, las cualidades de dicho color que debe haber resistido a los frotamientos y a la acción descolorante de la luz, indican una serie de experiencias y de investigaciones razonadas para llegar a demostrarlas.

27. Quamochitl. (II. 224.) Leguminosas.

Usos, según H. La madera para teñir los lienzos de color de grana. Preparaban con ella un pegamento purpúreo y laca roja, por medio del alumbre (véase la preparación de estas materias colorantes en t. II. 225).

Nota. Este procedimiento de teñir con dicha madera, aún se conserva. Lo practican en grande escala las fábricas de casimires de la capital) y grandes cantidades de este palo de tinte se exportan anualmente para el extranjero con el mismo fin. Se conoce químicamente la materia colorante, la composición de la madera, etc., pero en cuanto al medio práctico de teñir, es el mismo que el inventado por los antiguos mexicanos. Vemos pues en esto su habilidad en las industrias, su instinto químico digamos.

28. Quetzalichtli. (II. 257.)

Usos, según H. Extraían de las pencas de esta planta fibras más delicadas que las que obtenían de la pita, y con ellas hacían vestidos que se tenían en grande estimación.

29. Tapintzirani. (III. 273.) Leguminosas.

Usos, según H. La madera de color purpura es propia para tornear. Fabricaban con ella cuentas de rosario y obras domésticas.

Nota. Ya hemos llamado la atención respecto a las cuentas de rosario. Señalaré aquí nada más que esa madera, en el Estado de Morelos era usada por los barnizadores, para comunicar al barniz de muñeca un color morado.

30. Tarantaquam. (II. 336.)

Usos, según H. Del jugo extraían hule ¿venenoso?

Nota (véase el núm. 15. Holquahuitl.)

31. Tecpatli. (I I I . 254.) Compuestas. Helianthus.

Usos, según H. La raíz glutinosa para capturar a las aves.

Nota. Esta raíz contiene una especié de resina muy glutinosa; machacándola se forma una especie de papilla que los campesinos ponen en las ramas delgadas de los árboles donde se posan aves pequeñas, que atrapan de esta manera, quedándose adheridas a las ramas o torpes para volar.

32. Teoquahuitl. (III. 448.) Meliáceas. Cedrela.

Usos, según H. La madera, muy ligera, para obras domésticas.

Nota. Cada día se usa más esta madera, a tal grado, que se han agotado ya bosques de esos árboles.

33. Temacozaholia. (III. 262.) Leguminosas.

Usos, según H. Para teñir de rojo los cabellos y de amarillo las manos.

34. Tepexalxocotl. (II. 509.) Mirtáceas. ¿Psidium?

Usos, según H, En la medicina.

35. Texocotl. (II. 508.) Rosáceas. Crataegus mexicana, D. C,

Usos, según H. Los frutos, en la alimentación. Se les preparaba también con azúcar y de otros modos, para hacerlos agradables. Para quitarles el sabor acerbo, los dejaban comenzar a podrirse antes de venderlos en los mercados. Mas para preservarlos de la putrefacción por mucho tiempo, los rociaban con agua de nitro.

Nota. Se conserva entre nosotros el uso en la alimentación de estos frutos, que llamamos tejocotes. Su sabor, su tamaño y consistencia se han llegado a modificar ventajosamente por el cultivo. Para obtenerlos muy grandes y dulces, por ejemplo, se injertan renuevos de árboles jóvenes en troncos de árboles viejos, y se les prodigan cuidados esmerados de horticultura. Figuran estos árboles, entre los frutales de casi todas las huertas. Son muy usados en conserva y para preparar jalea, que es de gran aprecio entre las familias.

Cuando comienzan a podrirse, en efecto, como dice Hernández, se mejoran de gusto. Lo que no he comprobado es la eficacia del nitro como medio conservador, cómo una especie de antiséptico. Es notable que ya los primeros mexicanos hubieran encontrado un medio conservador de los frutos, tan sencillo como inocente, que merece la pena de estudiarse.

36. Tezhoatl. (III. 127.) Melastomáceas. Melastoma.

Usos, según H. Preparaban con esta planta y ciertas especies de tunas, un color muy adherente que usaban para hacer los dibujos coloridos con que adornaban los pavimentos y las paredes.

Nota. Vemos aquí otra vez que los mexicanos conseguían extraer de las melastomáceas materias colorantes, lo que ya no se hace. Vemos igualmente el gusto por el adorno y el aseo de las habitaciones, y la costumbre do pintar no sólo las paredes, sino hasta los pisos, costumbre que revela mayor educación, más limpieza y mejores condiciones de las casas.

37. Tlaelpatli. (III. 320.) Leguminosas. ¿Indigófera?

Usos, según H. Para teñir de azul las fibras, sembraban y cultivaban la planta.

Nota. Tenemos aquí otra prueba de que practicaban la agricultura, contra lo que algunos han asentado.

38. Tlecuitlahuiltequi. (II. 349.) Leguminosas o Sapindáceas.

Usos, según H. Para pescar. El polvo de la raíz vertida en los ríos, entorpecía a los peces.

Nota. Ya señalamos las particularidades de este procedimiento de pescar.

39. Tlatzcantic. (III. 246.) Coníferas. Cupressus.

Usos, según H. La madera olorosa para obras domésticas. Toda la planta como ornamento. La cultivaba con delicia Cuitlahoatzin, rey de Ixtapalapan.

Nota. Es un árbol de hermoso porte, en efecto, muy abundante en los bosques del Valle de México, y cuya madera se aprecia mucho entre los artesanos por su olor agradable, su firmeza y resistencia a la polilla y putrefacción. Razón tenían los mexicanos en cultivarlo como ornato.

40. Tzompanquahuitl. (II. 375.) Leguminosas. Erythrina.

Usos, según H. El árbol como ornamento en los cercados de los jardines. La madera amarilla y ligera como el corcho, la usaban en vez de éste los mexicanos, Los granos rojos para contar y las flores para comerlas.

Nota. Se conserva la costumbre de comer las flores y del cultivo del árbol como adorno. La madera se utiliza en hacer tapones de botella que suplen a los de corcho. Los granos, que hemos estudiado ya en su composición química y acción fisiológica, producen un envenenamiento semejante al que causa el curare.

41. Xalxocotl. (II. 510.) Mirtáceas. Psidium poniferum, Linn.

Usos, según H. Los frutos en la alimentación.

Nota. Se venden en los mercados estos frutos, llamados Guayabas, palabra haitiana según Hernández. Hay dos o tres clases de ellos. Las hojas se usan también en bebida teiforme contra las diarreas.

42. Xiuquilitlpitzahoac. (III. 113.) Leguminosas. Indigófera,

Usos, según H. Para preparar un pigmento azul llamado tlacehoilí ó mohuitli, con que teñían de negro los cabellos. (Véase la preparación y reglas para cultivarla, en la pág. 114. t. III.)

43. Xochipalli. (III. 340.) Compuestas.

Usos, según H. Las flores, para teñir las lanas de rojo o amarillo. Para preparar también pigmentos que usaban los pintores y bataneros.

Nota. He aquí otra planta tintórea que explotaban industrialmente. Es de notarse que usaban el nitro para preparar el pigmento, y es más notable todavía que conocieran el nitro. ¿Sabían ellos ya obtener esta sal o lo aprendieron de los españoles? Si éstos fueron sus maestros, Hernández confunde lo que es invención y uso de los indios con lo que les enseñaron los conquistadores.

44. Xotlactli. (II. 257.) Amarilídeas.

Usos, según H. Como planta ornamental en los patios de los reyes y de los héroes.

Nota. Nueva prueba de su gusto por la floricultura y jardinería.

45. Iczotl. (I. 346.) Amarilídeas. Yuca.

Usos, según H. Las hojas como textiles, de que extraían las libras con que hacían vestidos. Hacían esteras con las mismas hojas divididas. (Véase preparación de las fibras I. 346.)

Nota. Ya no se conserva el uso de las fibras del iczotl en el VaIle de México. La tradición de Hernández nos indica cuánto cuidado habían puesto los indios en buscar textiles, y a la verdad que habían encontrado muchos. Vemos también en lo anterior una costumbre muy especial de las personas educadas, servirse de alfombras, pues tal representaban las esteras de que habla Hernández.

46. Tzapitztli. (II. 473.) ¿Urticáceas?

Se cultiva este arbusto en las huertas.

47. Itzcuinpatli. (II. 401.) Compuestas. Senecio canicida, Moc. et Sessé.

Usos, según H. Para matar a los animales dañosos, y en la medicina.

Nota. En el Instituto Médico se estudió bien esta planta. (Véase su estudio en los “Anales del Instituto”).

Es realmente muy venenosa, se ha usado y aun se usa por los campesinos para matar a los perros y animales dañinos.

48. Hoelicpatli o Itzcuinyoyotli. (II. 326.) Apocináceas.

Usos, según H. Las hojas, para matar a los animales dañinos, mezcladas con carne.

49. Itzcuinpatli o Quimichpatli. (II. 467.) Liliáceas. Veratrum.

Usos, según H. Para matar a los gusanos, los piojos, los perros, los ratones y los peces.

Nota. Según parece los indios acostumbraban mucho usar los venenos para destruir a los animales. Esto indica que deben haber practicado muchas experiencias con las plantas para determinar sus propiedades.

50. Iyamolin. (I. 185.) Fitolacáceas. Phytolacca octandra, Linn.

Usos, según H. La raíz, como jabón.

51. Izquixochitl. (II. 436.) Borragináceas. Bourreria huauita, Hemsley.

Usos, según H. Como planta ornamental, por su hermoso porte y flores muy aromáticas.

Nota. Es en verdad una planta hermosa -y muy exquisita, pero se cultiva con cuidado en pocos lugares, como en Oaxaca, por ejemplo.















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