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Índice de documentos presentados sobre el Dr. Fernando Altamirano

martes, 23 de agosto de 2016

23 de agosto de 1905. Entre Vizarrón e Higuerillas. Memoria acerca de una Excursión Botánica al Estado de Querétaro.

23 de agosto de 1905. Entre Vizarrón e Higuerillas.

A poco andar de esta población, de aspecto triste y pobre, pudimos observar desde la altura en que está situada, el panorama poco atractivo que teníamos que atravesar. Cerros y más cerros separados por profundas barrancas, algunos de inclinaciones inaccesibles, faltos de vegetación arborescente, y muy escasos aun en la Flora pequeña que dejaba entrever por todas partes el suelo desnudo y blanquizco de aquellas tristes montañas. A nuestra derecha pudimos observar un manchón blanco formado por pedacería de las canteras de mármol que, según nuestro guía, están trabajando actualmente para extraer los grandes y hermosos blocks que se usan en la construcción del Palacio Legislativo en la capital. Después de una hora de camino descendimos una empinada cuesta en zig-zag, al borde de una montaña quedando a uno y otro lado profundos barrancos. En caminos análogos continuamos subiendo y bajando hasta llegar al río o arroyo llamado del Chiote. Llegamos a este lugar como a la una de la tarde y tuvimos ahí el gran consuelo de refrescarnos a la sombra de algunos árboles muy verdes que existen junto de un abrevadero, destinado a que beban en él, el agua de una noria, los numerosos ganados de pelo que ocurren ahí de lejanos lugares todo el día. Nuestros animales de silla, desesperados por la sed que les había causado la fatiga de tanto subir y bajar, y expuestos a un sol ardiente, pudieron mitigarla deliciosamente en aquel aguaje. Nosotros también sufríamos los rigores de la sed y el calor; pero no tuvimos valor de tomar aquella agua cargada de pelos numerosos y grumos de toda clase de materia orgánica. Mis compañeros iban ya un tanto tristes y cabizbajos, casi sin ánimo de colectar, y pretendiendo comer algo o descansar en la miserable choza de un pastor que se encontraba en ese lugar. Sin embargo, cedieron a mis palabras animosas y continuamos nuestro viaje durante una hora hasta llegar a Higuerillas como a las dos de la tarde. 

Este lugar es un rancho perteneciente a la Hacienda del Extoraz. Cuenta con unos 40 o 50 habitantes que viven en jacales, y con una finca de buena construcción que tiene dos pisos. Administra esta finca D. Merced Aguirre, a quien me dirigí desde luego que llegamos, suplicándole nos diera posada en aquella finca. Accedió amablemente y puso a nuestra disposición la parte baja y alta, provistas de 4 catres de lona, una gran mesa y varias sillas. Gustosos tomamos posesión de aquel excelente hotel para nosotros; pero nos faltaba una parte muy importante, el "Restaurant”. Como yo era el aposentador, y el que había tomado a mi cargo el cuidado de personas y acémilas, distribuí los 3 mozos que llevábamos: uno para el cuidado de los animales y compra de pasturas, otro que me acompañara a buscar una choza donde se prestaran a prepararnos la comida con las provisiones que llevábamos, y el tercero al arreglo del herbario. Yo partí a mi cometido dejando a mis compañeros sumamente cansados, recostados en el suelo y sin ganas de moverse ni de comer. El mozo que me llevé con las provisiones, que era un indígena que había tomado a mi servicio en Cadereyta, a más del que traía de San Juan, me llevó a una casita donde arreglé que dispusieran prontamente la comida. Quedé muy complacido de la buena voluntad de la familia que allí encontré para servirnos. Volví a reunirme a mis compañeros, y como los encontrara, tan tristes y acostados, excepto el Dr. Rose, que trabajaba sólo en su herbario, le pregunté a Painter si estaba enfermo, pues le veía un semblante descompuesto y con una languidez completa. Me contestó que en efecto estaba rendido de cansancio, sin ánimo de levante ni de continuar el camino. Los dejé descansar como una hora y los llevé después a nuestro rustico "Restaurant". Una vez instalados en él, comencé a hacerles la descripción del "Menú" que les había dispuesto y a describirles el gracioso comedor en que nos encontrábamos. Es realmente digno de mencionarse nuestro menú nacional y nuestro cenador: el primero consistió en asado al pastor, huevo con chile, pollo frito, frijoles, tunas, miel de colmena y queso de cabra que es especial en esa región; y en cuanto al cenador: sus muros estaban formados de varejones espinosos de Chiquiña, nombre vulgar de la Fouquiera splendens; el techo lo componían las hojas de Junquillo, nombre con que se designa a la Nolina quadrangularis; por mesa teníamos unos huacales, por asientos unos troncos de árbol, por meseras dos molenderas haciendo, a un metro de distancia, sabrosas tortillas, y atizando el fogón de su comal con troncos de Guapilla cuyo humo perfumaba nuestra atmósfera por el bálsamo que ya hemos dicho que contiene; pero que mejor hubiéramos querido suprimirlo. Conversando acerca de esto y sazonada nuestra comida por el buen apetito que llevábamos y el buen humor del Dr. Rose, comimos alegremente y hasta el cansancio se le quitó a Painter. En seguida nos fuimos a reposar a nuestros catres durante una hora, y a las 4 ½ o 5 emprendimos de nuevo el Dr. Rose y yo, una excursión a un cerro poco elevado, cerca de nuestra habitación. Colectamos en esa montaña abundantes Cactáceas y algunas otras plantas. Volvimos al obscurecer a animar un poco a nuestros compañeros, rendidos de cansancio, y dispuse lo necesario para la asistencia de los animales y la preparación de nuestra cena que consistió en chocolate y queso. Mis compañeros se metieron temprano a su cama y yo continué tomando informes de las aplicaciones de las plantas de ese lugar con un indígena llamado Nieves Sánchez. Este me refirió que el Peyote existe en esa región, sobre todo en el cerro del Ángel, cerca del Extoraz, de donde lo llevan frecuentemente para México en grandes cantidades. El administrador me dijo lo mismo y agregó que la cuota que le pagan por la extracción de este Peyote es de $0.12, por cada carga de hombre; que cada hombre carga como 300 peyotes en unos cestos largos que hacen de varas, y que hay un individuo en Cadereyta que tiene como contrata la extracción de esta planta. 

Como el Dr. Rose me había ya indicado que no sería posible continuar nuestra marcha para el Extoraz ni menos visitar ahí el cerro del Ángel, centro productor del Peyote que yo quería reconocer, y continuar de ahí a Tolimán como nos habíamos propuesto al principio, debido a que el Sr. Painter no podía ya cabalgar por haber sufrido una fuerte excoriación causada por la silla de montar, modificamos el itinerario disponiendo que de Higuerillas nos dirigiéramos a Tolimán. Con este motivo encargué al indígena Nieves, que al día siguiente muy temprano fuera a recogerme de los alrededores de este lugar muestras de los diversos peyotes que hubiera y de las biznagas raras que encontrara. A las 11 de la noche me fui a descansar pensando en la Flora que habíamos observado entre Vizarrón e Higuerillas. 

En efecto, había sido muy diversa de la que habíamos visto en los tramos anteriores y de más aplicaciones productivas. Mencionaré las principales: 

En primer lugar al Parthenium incanum de las Compuestas, que es conocida generalmente con el nombre de Guayule y que ya se explota en Torreón con provecho, por el hule que produce. La descubrí como a una legua de Vizarrón al bajar la primera cuesta, y la seguí encontrando en grande abundancia hasta Higuerillas. La llaman Tataniní y también Hierba Blanca y Hierba Ceniza. No saben que puede producir hule; pero los muchachos sí han descubierto que exuda una substancia resinosa que aparece en más abundancia sobre la parte inferior de los tallos y durante los meses de febrero a marzo. Aparece en forma de gotas blanquizcas que recogen por medio de una laminilla delgada, la mastican y al fin de cierto tiempo les queda en la boca una substancia que llaman Chicle. Aunque es de sabor muy amargo, según el indígena Nieves, que me platico todo esto, sin embargo lo preparan así los muchachos para masticarlo y regalarlo a las mujeres. Yo vi en efecto, las gotitas de exudación resinosa en los tronquitos del Parthenium en su estado natural. También observé después de cierto tiempo de cortados los especímenes que recogí, que exudaron en las quebraduras abundante jugo resinoso que al principio salía blanquizco y después se ponía de color obscuro. Los muchachos de aquella ranchería me llegaron a ofrecer a dos centavos la arroba de esta hierba. 

Otra de las plantas interesantes que encontramos fue una especie de Krameria. 

La Damiana de California existe también en abundancia. Es la Turnera de que ya hablamos al tratar de la Flora del Ciervo. 

La Larrea mexicana y la Fouquiera splendens son dos tipos de arbustos que dominan en la Flora de toda esa región. La primera, llamada Gobernadora, es notable por la gran cantidad de substancia resinosa que la cubre, lo que hace que sea un combustible de gran aprecio. Arde fácil y prontamente aunque esté verde, y produce mucho calor. En cuanto a la segunda, se le llama Chiquiña por las espinas largas y ganchudas que la cubren, parecidas a los colmillos de víbora, que es la etimología de esa palabra. Produce, en la base de los troncos, especialmente, una corteza muy resinosa que se exfolia en grandes láminas rígidas y quebradizas con aspecto córneo que usan para iluminar el camino los arrieros en noches obscuras, a manera de teas. Toda la planta se puede usar de la misma manera, pues arde con mucha facilidad, por lo que la llaman también Ocotillo. 

La Biznaga que produce la lana para colchones y otros usos domésticos en sustitución de la lana de borrego, es el Echinocactus ingens, la misma especie que se usa para los dulces. Yo recogí un ejemplar de esta lana en la cantidad como de 25 grms. de una sola de estas Biznagas, sin agotarla, dicen los habitantes de ahí, que las Biznagas grandes llegan a producir hasta media libra de lana (200 a 250 gramos) y que se vende en el pueblo de San Pablo a 75 centavos o un peso la arroba (11 y medio kilos). La manera de sacarla de la Biznaga es por medio de una estaquita puntiaguda que introducen entre las costillas de la Biznaga y la palanquean hacia arriba. La lana es entonces arrastrada por la punta de la estaca y la recogen con la mano. Un hombre puede llegar a colectar al día hasta dos arrobas, en los lugares donde abunda la planta y es muy desarrollada. 

Encontré también un árbol de la familia de las Rutáceas, probablemente, que tiene olor muy pronunciado de ruda y que ya había yo colectado también en otra excursión por Tolimán. Le llaman Palo Amarillo. La Guapilla, de que hemos hablado atrás, existe con profusión en esta localidad y les presta grandes servicios. La usan como combustible y como forraje para los animales de carga y aun para los hueves. Para esto cortan en el cerro la planta por medio de una hacha o barreta y con un machete le quitan las extremidades de las hojas, dejando casi solamente la base de ellas unidas al tronquito. 

La llevan a las casas y ahí la pican en menudos fragmentos que son los que dan a comer a los burros y caballos. Se dice que los mantiene bien, pero que es preciso que se acostumbren a este forraje para que lo acepten con agrado. Estos mismos troncos o cabezas, como les llaman, son los que sirven de leña. Las arrojan enteras o en pedazos al fuego y producen fácilmente una llama muy constante, lo que agrada mucho a las tortilleras. 

Tuve la oportunidad de que el Dr. Rose me dijera que la clasificación del Junquillo es Nolina quadrangularis, cuyas hojas largas, hasta de un metro y medio, rígidas, angulosas y abundantes, sirven para los techos de las casas, como ya dijimos. 

Hay también en abundancia lo que se llama Cucharilla. Son Las hojas de un Agave de las que se corta la mayor parte, dejando solamente la base que es muy brillante y rígida. Es la que mucho se usa para la formación de los arcos florales que acostumbran poner los indios en las puertas de las iglesias en ciertos días de fiesta. Llaman Xuchiles a estos arcos, y según los de ahí, les llaman también Denicas en otomí. Dicen también que para construir estos arcos hay una especie de compañía de indios que designan con el nombre de Chinchines y que lucían con esta industria. 

Por último, debo mencionar que el Peyote se encuentra en Higuerillas; que traje dos especies llamadas así, pera que una es el Anhalonium lewinii. Hay también unos Peyotes falsos que designan con el nombre de Peyote de imitación. 

El distintivo que aquellos indígenas usan para designar el verdadero Peyote, es el de Peyote liso (Anhalonium lewinii); y Peyote Chino. 

Fernando Altamirano Carbajal: Memoria acerca de una Excursión Botánica al Estado de Querétaro. Anales del Instituto Médico Nacional. 1905.




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