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miércoles, 24 de agosto de 2016

25 de agosto de 1905. Entre San Pablo y El Ciervo. Memoria acerca de una Excursión Botánica al Estado de Querétaro

25 de agosto de 1905. Entre San Pablo y El Ciervo.

Partimos de la Hacienda de San Pablo a las 6 ½ de la mañana, con el propósito de pasar por Cadereyta a medio día para tener tiempo de remitir de allí nuestra colecta por el express, y salir después para el Ciervo a donde llegaríamos temprano en la tarde. Así fue; recorrimos nuestro camino con una poca de más violencia, y el mozo de estribo, acomodó al Sr. Painter de tal manera en la silla con unos cobertores, que ya pudo caminar en el caballo. La Flora nos proporcionó varios ejemplares de interés, y notamos que en efecto era más abundante, como nos lo había parecido cuando la divisamos en general desde el Puerto del Ronco. Los tipos arborescentes eran más abundantes y representados: por el Palo Bobo (Ipomæa murucoides). No habíamos encontrado este árbol en todo nuestro camino; pero aquí lo hay en abundancia y se extiende por Tolimán y Bernal, según he observado en otras excursiones. Se puede decir que ocupa todo el fondo de esa especie de gran cuenca de que ya hablamos. 

Otro tipo arborescente que abunda por ahí es la Palma corriente (Yuca australis) de que ya hemos hecho mención; pero aquí tuve nuevos datos acerca de las aplicaciones que tiene en esos lugares. La explotan para hacer Palmos en gran cantidad, ya lo dijimos; pero el procedimiento que siguen para esta fabricación, ahora lo voy a decir tal como me lo comunicó Nieves. Cortan la Palma y dividen al tronco principal en trozos del tamaño de un metro y medio, poco más o menos, que es el que deberán tener los cajones para las colmenas. Sacan la parte central que es muy fibrosa, la majan con un palo y la lavan en una corriente de agua para que se lleve todos los fragmentos pequeños que con los golpes se han desprendido de entre las fibras y forman así unas láminas como telas gruesas y fibrosas que extienden unas sobre otras, bien acomodadas, de manera de hacer una especie de tapete de un metro de largo. En seguida fijan aquellas telas superpuestas con unas costuras transversales. Aquel tapete queda blando, flexible, resistente, de color blanco agradable, pero de libras muy burdas. El uso principal de estos Palmos, como se les llama en todas partes, es para sudaderos de los animales de carga especialmente. 

Otra explotación de la Palma es la fibra que se puede extraer tanto del corazón de los tallos como de las hojas, y con ellas fabricar cordeles, mecatillos, etc. Pero de las hojas hacen, una vez majadas y raspadas para aislar casi no más las fibras, unas teas que venden para la iluminación de las minas. Para ello meten aquel manojo fibroso en un baño de brea fundida y medio lo tuercen. Cuando se solidifica la brea queda un haz rígido, combustible, fácil para encenderse y llevarlo en la mano. 

También preparan, según nuestro indígena, alcohol con las puntas de esta Palma. Para esto cortan las extremidades de los tallos y los asan según el procedimiento que se sigue para el mezcal de maguey. El Sotol (Dasylirion) sirve también para el mismo uso; pero el alcohol que produce es de mala calidad. El Junquillo (Nolina quadrangularis) también puede dar alcohol; pero no así la Cucharilla (Agave). 

Toda esta Flora tupida y arborescente, entre la cual figuraba desde San Pablo en abundancia decreciente la Tataniní o Guayule, la dejamos de observar en la cuesta del Sauz. Al comenzar a subir esta cuesta encontramos por último, como más notable, varias especies de Nopales llamados unos Zayulas, otros Melones, otros Amarillos o Anteados, etc. 

Al pie de Cocula, había unos jacalitos a la orilla del camino donde vendían las tunas de aquellos diversos nopales. Mis compañeros y yo comimos con delicia aquellos sabrosos frutos que nos mitigaron la sed ardiente que llevábamos. Probamos el colonche que también vendían ahí mismo, pero no lo pudimos beber por el sabor ácido repugnante que tenía. Las tunas sí agradaron sobre manera a mis compañeros. 

Una vez que ascendimos la cuesta, entramos a una meseta tepetatosa llamada los Llanitos y a poco andar comenzamos a descender rápidamente hasta llegar al valle de Cadereyta. Atravesamos éste rápidamente, pues ahí no teníamos ya que colectar y llegamos a Cadereyta a las doce. 

Inmediatamente entregamos nuestros bultos, que empacamos en cajones, al comerciante que ya nos había remitido nuestra colecta, cuando pasamos la vez primera, para que también ahora los mandara a México por el Nacional Mexicano. Comimos en seguida y partimos para el Ciervo a la una y media. En este punto despedimos a nuestro buen guía Nieves, así como al otro indígena que había tomado a mi servicio en esa localidad. 

Al salir de Cadereyta, encontramos en abundancia la tuna Zayula que es alargada y más grande que las otras tunas. En seguida recogimos todavía algunas cactáceas y otras plantas, y llegamos a la Hacienda del Ciervo a las cuatro de la tarde. 

Fernando Altamirano Carbajal: Memoria acerca de una Excursión Botánica al Estado de Querétaro. Anales del Instituto Médico Nacional. 1905.



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